¿Cómo empezó su gusto por el rock?
A los once años oí el álbum Now de los Rolling Stones y entonces todo hizo clic. Tuve la fortuna de tener un padre melómano, así que tuve acceso a muchos discos que eran muy difíciles de conseguir. En mi casa se escuchaba música todo el tiempo.
¿Y se animó a tocar algún instrumento?
No, y en la casa tampoco. Curiosamente, ninguno de nosotros fue músico. Aunque los abuelos hicieron parte de la gran sinagoga de Varsovia, pero eso es como lo más cercano.
Usted empezó a oír bandas y sonidos que se van descubriendo cuando se tiene mayor madurez. En cuanto a eso, ¿cómo se la llevaba con sus compañeros de colegio?
Mi adolescencia en términos musicales fue contraria al proceso que vivieron muchos, porque lo que sonaba en todas partes era Nirvana, Pearl Jam, Alice in Chains, y a mí eso no me interesaba. Yo estaba fuera del tiempo.
Entonces, ¿qué escuchaba?
Pink Floyd, Queen, Led Zeppelin y Genesis.
¿Después no le hicieron falta?
Hace tres años empecé a buscar esa música. El Nevermind de Nirvana, por ejemplo, que tuvo mucha fuerza en los noventas. Veinte años después me hicieron falta. Me parece genial, pero no eran mis preferidas. Nunca estuve muy a la moda.
Pero entonces fue un lobo solitario musicalmente.
Tuve la fortuna de que compartimos el gusto musical con un muy buen amigo del momento. En esa época había muy buenas tiendas de música, que en su mayoría quedaban en Hacienda Santa Bárbara. El plan de los sábados era mirar si podíamos comprar discos, juntar el dinero de la semana y llegar a una de las casas y revisar de qué se trataba, compartir el conocimiento.
Claro, sin internet debía ser poco lo que se podía saber de la bandas.
Los disqueros jugaban un papel clave para la época. Uno aprendía de ellos. Le iban contando historias sobre los álbumes, los valores de la banda, cómo había influencia en otras personas para hacer música. También la radio jugaba un papel clave. Llegaban pocos libros sobre bandas de rock.
¿Qué programas radiales recuerda?
No me perdía El Expreso del Rock y Los Clásicos del Rock, en Javeriana Estéreo.
En “Satisfaction. Conversaciones con el rock”, usted reúne entrevistas inéditas a personas que algunos creerían casi imposibles de contactar. ¿Qué tan fácil fue llegar a ellas?
Tuve que ser paciente y tener claro qué era lo que quería. Recibí muchos noes. Otros personajes estuvieron a punto, pero en el último minuto pasaba algo y se perdía la entrevista. La cuestión fue de mucha paciencia, porque no es fácil el arte de cazar estrellas.
¿Por qué acudió a la entrevista como género articulador?
A diferencia de lo que piensan algunos teóricos, para mí la entrevista es clave para cualquier periodista. Cuando usted entrevista está pensando, analizando, dialoga, pero lo más interesante es que deja que el entrevistado asuma el rol protagónico.
¿Por qué nombró su libro “Satisfaction”?
Este año, (I Can’t Get No) Satisfaction de los Rolling Stones cumplió cincuenta años. Una canción sensacional. Además, el libro tiene cuatro entrevistas a músicos que han tocado con ellos.
¿Qué significado tiene para el mundo cultural colombiano la visita de la banda liderada por Mick Jagger?
Es muy importante porque con su visita habrá un antes y un después en la historia de los conciertos. Es el grupo más grande de la historia del rock and roll. La banda tiene una mística y sus conciertos son un gran derroche de talento. Además, los Stones han demostrado que con el tiempo les pasa lo mismo que a los vinos: entre más añejos, mejores. En los últimos años han venido tocando formidablemente.