Nora Murcia y su literatura infantil

Nora Murcia, abogada y escritora. / Cristian Garavito

¿Cómo surgió la idea del título El Rey Ur?

Lo concebí de manera natural, pues así se llamaba en los sueños de dibujos animados que mi subconsciente me regaló durante algún tiempo y que me hacía despertar absolutamente feliz y llena de una energía vital formidable. Las ilustraciones se dieron de igual manera, sólo tuve que conseguir colores y mantener en mi mente las imágenes y copiarlas. Ahora el Rey Ur está presente en mi consciente y cuando quiero me conecto con este universo y con los ojos abiertos, lo veo, describo y dibujo, no tan perfectamente como una ilustradora profesional, pero tengo el antecedente y el ejemplo de Antoine de Saint Exupery, que hizo él mismo sus dibujos de El Principito.

¿Es al mismo tiempo una enseñanza y un juego?

Diseñé el escudo del Rey para que los niños lo lleven en su morral o en su chaqueta y así no sólo lean el libro sino que se lo apropien en su realidad, cualquiera que esta sea. Y un afiche con las tablillas del reino para que los valores del Rey Ur se conviertan en parte de sus creencias, lo cual les otorga un elemento de prevención de drogadicción, auténtico y conectado con su cotidianidad.

¿Por qué la drogadicción?

El mundo de la drogadicción siempre fue un misterio para mí. Cuando estaba en el colegio, las monjas nos decían que cuando entráramos a la universidad nos iban a ofrecer drogas y yo estaba a la expectativa de cuándo iba a suceder y nunca pasó, pero si veía cómo personas maravillosas, antes de la droga, se volvían adictos y su vida y la de su familia se convertían en tragedia. Así que se volvió más adelante en una preocupación existencial que me convirtió en una investigadora permanente sobre el tema, tanto en el campo intelectual como vivencial.

¿Qué le preocupa del mundo de las drogas?

Que se está dando paulatinamente una "legalización" en nuestro continente que ya operaba en Europa, léase Holanda, pero en el viejo continente se acompañó siempre de una estrategia de prevención agresiva y eficaz, cosa que no se está dando en nuestro entorno. De ahí que confundamos a nuestros niños y les mandemos el mensaje equivocado que fumar marihuana e incursionar en el mundo de las drogas sintéticas o de la cocaína es "cool" y que compramos la felicidad en nuestras vidas, lo cual es una monstruosidad contra la inocencia y abrir la puerta del dolor y la autodestrucción irresponsablemente.

¿Como abogada tuvo que ver mucho con este mundo de la drogadicción?

Como abogada trabajé en la Fiscalía y debí asistir a una escena del crimen donde la víctima era un niño de rizos pelirrojos, delgado como una vara de romero y de tez pecosa, hermoso como un ángel del renacimiento y asesinado por un proyectil balístico en su pequeña frente, a causa de una riña con un jíbaro del microtráfico. Decidí que tenía que hacer algo "eficaz" para prevenir que otros niños, como Rubén, entraran en ese mundo oscuro y mortal que es la drogadicción. Así que até cabos como buena investigadora criminal y uní los elementos que tenía: la investigación académica y de campo sobre el tema, mi mente que estaba cultivada por los libros de mi infancia y una historia que había soñado en dibujos animados. Entonces, emprendí sin prisa pero sin pausa la tarea disciplinada de escribir el libro, en la convicción de actuar para mejorar el mundo y no sólo quejarme de sus aspectos tristes y oscuros.

¿Desde siempre estuvo rodeada de libros?

De pequeña me leían libros donde los personajes pertenecían a reinos mágicos, con reyes, príncipes y princesas, protagonistas de historias fascinantes que me llevaban a un universo paralelo, donde me sentía muy cómoda. En la biblioteca del colegio descubrí luego "El tesoro de la juventud" y mi fascinación creció. Luego las películas de Walt Disney que me hacían. Ya de grande asumí que el mundo se mueve en "reinos" con imaginarios universales que se adaptan siempre a condiciones de tiempo y lugar, pero que encuadran perfectamente en la problemática de las sociedades y de la condición humana, por lo cual es un instrumento idóneo para hablarles a los niños de todos los tiempos. De otra parte, el príncipe niño que llega a ser rey no es otra cosa que empoderar al niño en una visión del mundo donde él puede "construir" y no sólo ser un personaje pasivo de su escena vital.

¿Qué leía especialmente?

Los cuentos de los hermanos Grimm y sus personajes. Cuando descubrí “El Principito”, de Antoine de Saint Exùpery, se convirtió en mi libro preferido y lo es hasta este momento. Además leía las fábulas de Esopo y Rafael Pombo y su amplia antología. Me los leían antes de dormir, pero como siempre he sido curiosa, secuestré de los libros de mi hermana mayor Las mil y una noche y Scherezada. A los siete años escribí al respaldo de una libreta de calificaciones un cuento para el ratón Pérez, que según mi convencimiento del momento, se llevaría también algunos rojos y los transmutaría en monedas, así como hacía con los dientes. Una monja del colegio de la Presentación, donde estudiaba, tuvo que convencerme que tenía que estudiar más y jugar menos, para que esos rojos se volvieran azules y el ratón Pérez se pondría muy feliz. ¡Así que sólo mejoré mis calificaciones para tener feliz al ratón Pérez!

¿Siempre has sido imaginativa?

Sí, no puedo concebir mi vida sin la imaginación, creo que forma parte intrínseca de mi ser. Me ha acompañado durante toda mi existencia y me ha sacado de apuros incluso en mi trayectoria profesional. Einstein dijo que la imaginación es más importante que el conocimiento y estoy totalmente de acuerdo. Con la imaginación revaluamos las fronteras del conocimiento y con su magia convertimos lo imposible en posible. Sin la imaginación nuestra existencia humana sería demasiado básica y nos perderíamos el disfrute de una vida más rica, intensa y con experiencias que sólo los soñadores conocemos.

¿Ya tiene previsto otro libro?

Ya escribí el segundo libro de la serie: El Rey Ur en el reino de los perros, con los mismos personajes del primero más otros, la persecución de BadPower y su droga y con un valor agregado: el respeto y el amor por los animales y el medio ambiente.