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Poesía al estilo indígena

El escritor Fredy Chicangana, de la Comunidad Yanacona del Cauca, escribió textos dedicados en su mayoría a la Pachamama. Junto a él están los también poetas Vito Apüshana y Hugo Jamioy.

Jorge Consuegra, Libros y letras
14 de enero de 2015 - 03:19 a. m.
El nombre de Fredy Chicangana, en lengua indígena es Wiñay Malllki, que significa “raíz que permanece en el tiempo”. / Cortesía revista Semana
El nombre de Fredy Chicangana, en lengua indígena es Wiñay Malllki, que significa “raíz que permanece en el tiempo”. / Cortesía revista Semana

¿Cómo nace la idea de crear el libro ‘Voces originarias de Abya Yala’?

Era una idea que veníamos trabajando desde hace algunos años. Queríamos que tres voces en la poesía indígena u oralitura pudieran llegar a Colombia y al mundo. Con Vito y Jamioy queríamos llegar a la gente, porque nuestra misión es hacer visible lo que hacemos.

¿Cómo fue el proceso de publicación del libro?

En el año 2013, en el Festival de Poesía de Medellín, conocí al embajador de Noruega en Colombia y nos hicimos muy amigos, le compartimos un poco sobre las lenguas originarias en el mundo y su importancia y le hice la propuesta de hacer un texto con los tres poetas y poder grabar lectura en las tres lenguas: wayunaiki, kamentzá y quechua, a través de un disco compacto. A él le gustó la idea, le presentamos la propuesta a través de la organización Sol y Serpiente de América, con la que nos apoyamos para impulsar trabajos con los niños y jóvenes en las comunidades o a nivel de lectura y escritura.

¿Qué pretende con este libro escrito con los otros dos poetas indígenas?

Llevar la voz de los abuelos a todos aquellos corazones amantes del buen canto y la buena poesía. En este caso para que a través de los tres oralitores nos podamos encontrar entre culturas, aportar algo para recuperar la capacidad de asombro de los niños a través de las imágenes, sonidos, voces y grafos de hoy, pero con esencia de ayer.

¿Cree que por fin está renaciendo la importancia poética indígena en Colombia?

Es un largo proceso, los prejuicios sobre lo indígena aún existen y la poesía en una sociedad mercantilizada es vista como una perdedera de tiempo. Sin embargo, la poesía florece ante los vacíos y la soledad humana, estos trabajos se están recibiendo con mucho agrado y ojalá sean parte del proceso para hacer realidad aquello de que nuestra poesía desde las voces de los Pueblos Originarios es tan igual y poderosa a cualquier poesía universal, por tanto tiene ganado su espacio en antologías nacionales y universales.

¿Cuáles fueron los temas de sus primeros poemas?

“Recostado sobre la hierba en la montaña miré hacia el infinito y le canté a una estrella solitaria”, ese fue mi primer poema. Cuando salí de la comunidad, les dediqué palabras a la soledad y a la indiferencia en la ciudad.

¿La vida lo formó como poeta?

Definitivamente cada ser humano nace con una misión en esta tierra. Creo que nací para embellecer la vida y la vida me fue mostrando que puedo ayudar a mi gente desde varios espacios, pero en los cantos, en la oralitura, en la poesía, tengo una misión universal impostergable desde la voz de los mas antiguos abuelos.

¿Cuáles han sido sus consejeros poéticos?

Creo que es algo que se trae en la sangre, la musicalidad, el deseo de indagar y escribir, pero la vida lo va tallando, la niñez, la juventud, el amor, las luchas de mi gente por la existencia y la misma locura de esta vida en una nación hermosa pero con poderes excluyentes y mezquinos que han dedicado tantos años al culto de la guerra.

¿Qué poetas empezó a leer en su adolescencia y juventud?

Comencé leyendo fábula y novela: Rafael Pombo, Jorge Isaacs, José Eustasio Rivera, Vargas Vila. Luego García Márquez, a quien seguí leyendo y releyendo. Me encanta Julio Cortázar, he dialogado con Arguedas. En poesía me gustaron mucho Neruda, Rubén Darío y algunos poemas de Octavio Paz.

¿A qué poetas colombianos ha leído?

A León de Greiff, Julio Flórez, Raúl Gómez Jatin, Juan Manuel Roca, Ángela García y por supuesto a los hermanos de Pueblos Originarios con los que hemos compartido camino, los oralitores Vito Apushaina de la cultura wayuu y Hugo Jamioy de la cultura kamentzá.

¿A quién va dirigido el poema ‘El espíritu de pájaro’?

Al corazón de la humanidad, a todos los hombres y mujeres que quieran escuchar e indagar por esas voces milenarias que nos están hablando en lenguas, imágenes y sonidos diversos.

¿Por qué un homenaje tan sentido en su poema a Quintín Lame?

Como hijos de Pueblos Originarios le debemos mucho a este gran hombre, su sacrificio, entrega e inteligencia para enfrentar a los terratenientes y poderosos de su época, su capacidad visionaria del papel indígena a nivel nacional y sobre todo la defensa de la tierra.

Sus poemas van dirigidos a la Madre Tierra, a la vida, a los ríos, la naturaleza, ¿ese es el propósito de todos sus poemas?

Los cuatro elementos son básicos en toda cultura: tierra, agua, aire y fuego. De ahí viene el Sumak Kawsay, el vivir bien, con lo necesario, sin pretensiones de acumular por acumular. En lo que hago, los abuelos están diciendo que los cuatro elementos están en el corazón humano, que si se pierden, perdemos el encanto por consolidar la ternura y la fuerza por la vida y la libertad.

Por Jorge Consuegra, Libros y letras

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