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'Quise hacerle un favor a la historia'

Sesenta y cinco años después de la censura oficial que ordenó el decomiso de la publicación, el hijo del autor la rescata para que la gente conozca detalles inéditos del ‘Bogotazo’.

Jorge Consuegra
10 de junio de 2013 - 09:00 p. m.
Ramón Manrique Focaccio, hijo del autor del texto, decidió “guardar ese libro como oro en polvo, temeroso de que pudieran confiscarlo”./ Luis Ángel
Ramón Manrique Focaccio, hijo del autor del texto, decidió “guardar ese libro como oro en polvo, temeroso de que pudieran confiscarlo”./ Luis Ángel

¿Cuándo supo del libro de su padre ‘A sangre y fuego’?

El mismo día que comenzó a escribirlo.

¿Qué le contó entonces, en aquel 1948?

Aun cuando el gobierno le echó la culpa al comunismo del magnicidio, mi padre no aceptó el infundio. “Gaitán era socialista y el pueblo lo amaba. No había ningún motivo para que el comunismo lo matara. “Esa orden salió de la extrema derecha”, me dijo. Cuando alguien le argumentó que al comunismo le convenía sabotear la Conferencia Panamericana, mi padre le contestó: “Si fuera por eso, habrían matado al general Marshall”. El impacto hubiera sido mayor.

¿Se angustió cuando hubo las primeras reacciones sobre el libro?

Claro. La policía chulavita de Ospina Pérez era de temer. Especialmente la secreta.

¿Qué tipo de reacciones le comentó su progenitor?

Que había llegado un gatillero de Bogotá para matarlo. Si no es por el gobernador del Atlántico de aquel entonces, el sicario hubiera cumplido su misión.

¿Le comentó qué funcionarios del gobierno de Mariano Ospina Pérez iban a recoger o recogieron el libro?

Sí, fueron detectives del interior del país bautizados con el remoquete de ‘pájaros’.

¿Cuál fue la primera reacción de él?

Visitar al gobernador para solicitar su protección. En aquellos tiempos huracanados de la violencia, Barranquilla era un oasis de paz. Liberales y conservadores compartían la misma mesa. Anteponían la amistad a la política.

¿Hubo preocupación en su familia por el hecho de haber recogido el libro?

Más que preocupación, rabia.

¿Cómo se logró salvar ese único libro que tiene usted ahora en su poder?

Lo guardé como oro en polvo. Temeroso de que pudieran allanar la casa para confiscarlo, lo metí en una caja de metal, abrí un hueco en el patio y lo enterré.

¿Por qué resolvió publicar el libro 65 años después?

Para hacerle un favor a la historia. En el libro hay documentos que nunca fueron publicados.

¿Qué es lo que hace importante el libro hoy?

La historia del asesinato de un gran hombre siempre es actual. Julio César y Abraham Lincoln son un ejemplo. Especialmente cuando hay acontecimientos que hasta ahora salen a la luz.

¿Trae novedades que la gente no conozca después del asesinato de Gaitán?

Claro que sí. Esa tragedia no la han debido llamar “El Bogotazo“, sino ‘El Colombianazo’. Como dice en el tercer capítulo de A sangre y fuego, “la noticia hundió como una centella todo el cuerpo geográfico de la nación y vibró en una escala de sensaciones....”

¿Cree que este libro despertará alguna reacción entre los seguidores gaitanistas?

El gaitanismo de hoy es más filosófico que político. La única reacción sería de llanto. No sólo por rememorar su muerte, sino porque su sacrificio parece que fue en vano. Su “oración por la paz” no ha evitado el derramamiento de sangre que desde hace 65 años sufre el pueblo colombiano. Ese pueblo que, según él, “es superior a sus dirigentes”.

Por Jorge Consuegra

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