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Rakel, una voz de esperanza

A través del tema musical “El día es hoy”, la cantante —quien vivió en carne propia el drama del maltrato— protesta por los abusos contra la población femenina. Con su producción, se une este lunes al Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual.

El Espectador
25 de mayo de 2015 - 02:00 a. m.
La cantante de 35 años busca transmitir con sus letras un mensaje de vida a quienes pasan por circunstancias difíciles. Archivo particular
La cantante de 35 años busca transmitir con sus letras un mensaje de vida a quienes pasan por circunstancias difíciles. Archivo particular
Foto: Eddie Sakaki

¿Por qué consideró que el tema “El día es hoy” podría ser el himno de la campaña “No es hora de callar”?

Es una canción que, desde el momento en que la escribí, fue concebida con el propósito de cambiar la conciencia de las personas que la escuchen. La letra habla, precisamente, de los momentos difíciles por los que cualquier ser humano puede pasar y de cómo esos obstáculos nos hacen más fuertes.

¿No es hora de callar qué?

Las injusticias, los abusos que suceden, no solamente contra la mujer, sino cualquier tipo de injusticia o maltrato humano. Creo que a veces nos quedamos callados por miedo.

¿Ha tenido la oportunidad de conversar con mujeres que han sido víctimas de violencia de género?

Sí, con Jineth Bedoya, quien, a pesar de tener una historia bastante fuerte, está transformándola para poder inspirar a tantas mujeres. También, en los eventos de la campaña he tenido la oportunidad de hablar con mujeres que han sido víctimas de violencia de distintas formas y a lo largo de mi vida he conocido muchos casos cercanos a mí.

¿Ha pasado por una situación parecida?

Sí, en algún momento de mi vida fui maltratada físicamente por una pareja. Hasta llegué a ser amenazada de muerte y me quedé callada, porque tenía miedo de que cumpliera su amenaza. Por eso creo que en este momento puedo entender el problema de otra manera y apoyar esta acción.

¿Qué otro momento difícil recuerda en su vida?

Han sido varios. El último sucedió hace poco. Me encontraron un tumor benigno en el ojo, afortunadamente es algo que se puede tratar. También sufrí cuando mi primer esposo se suicidó. Y cuando mi hermano murió; yo sólo tenía 14 años. Han sido momentos complicados, pero me han ayudado a transmitir un mensaje a quienes pasan por circunstancias adversas.

Valorar las experiencias adversas es uno de los resultados de practicar la cábala. ¿Cómo llegó a ella?

Fue un regalo que llegó justamente cuando viví una experiencia difícil: diez hombres armados entraron a mi casa y robaron. Ese día me agredieron e intentaron violarme. En medio de esa situación pude entender por qué lo hacían; aunque su manera de trabajar afectara a otros, no los podía juzgar. La cábala me ha enseñado a valorar todo lo que he vivido en mis 35 años de vida.

Cuando compone, ¿primero hace la música o escribe la letra?

Mi fortaleza está en las letras. El mensaje y lo que quiero comunicar en la canción es importante y por eso le dedico tiempo, pero en un 80% se desarrollan a la par, porque finalmente es una conversación entre la letra y el sonido.

Si su vida fuera una canción, ¿qué título le pondría?

Se llamaría “el mejor de los juegos”, pues la vida definitivamente es un juego. No porque me la tome a la ligera, sino porque hay objetivos que nos colocamos para ganar, hay reglas y hay jugadores.

¿Recuerda alguna anécdota en el proceso de grabar su último álbum, “Literatura para gatos”?

En este disco atravesé un momento difícil y no podía grabar, porque estaba destrozada. Cuando fui al estudio y le conté a Julio Reyes Copello, el productor de mi disco, me sugirió que aun así grabáramos la canción Demasiado fácil. Hay una parte que canté llorando, algo que nadie se imaginaría, porque es una de las canciones más alegres del disco.

Por El Espectador

 

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