Christian Tappan, desde siempre en las pantallas

El actor de origen mexicano vive y trabaja en Colombia. Terminó su racha de papeles antagónicos interpretando a Felicito Yanequé en “Cuando vivas conmigo”, la novela de Caracol.

Un chat con...
18 de noviembre de 2016 - 04:00 a. m.
Christian Tappan trabajó en “Narcos” y “El patrón del mal”. Dice que un actor siempre debe estudiar y aprender. / Mauricio Alvarado
Christian Tappan trabajó en “Narcos” y “El patrón del mal”. Dice que un actor siempre debe estudiar y aprender. / Mauricio Alvarado

¿Cuándo empezó a interesarse en actuar?

Nunca sentí cuándo empezó y espero no sentir cuando termine. Mi papá es de México y yo nací en ese país. Él trabajó mucho tiempo para Televisa y por eso siempre estuve rodeado de medios. Entre los siete y los ocho años hice muchos comerciales en México. También alcancé a estudiar en la escuela de capacitación del canal para el que trabajaba mi papá.

¿En qué momento vinieron a Colombia?

Tenía ocho o nueve años cuando mi papá decidió cambiar un poco de aires y le salió un trabajo con RTI. Además, mi mamá es santandereana y si no era México, el otro país que teníamos para vivir era Colombia. Vinimos al país y llevamos viviendo aquí más de treinta y cinco años.

¿Sigue teniendo vínculos con México?

He tenido la oportunidad de ir a estudiar y a trabajar allá. Siempre ha existido ese vínculo con mis raíces. Tengo a mis tíos y primos allá, pero siempre he dicho que soy muy colombiano. Aquí están mi mamá y mi esposa y además mis hijos nacieron aquí. Además, amo a la selección Colombia, es una de las cosas que más me enferman.

¿Cómo empezó su carrera en el país?

Cuando llegamos, grabé cosas con mi papá y después hice un programa para niños que se llamaba Imagínate, con Angélica Mallarino. Más adelante se dio la oportunidad de hacer Décimo grado, un programa que duró cinco años al aire.

¿Cómo ha cambiado la televisión en estos años?

Ha evolucionado en todos los sentidos. Creo que el proceso, desde la escritura hasta la realización y posproducción, ha cambiado mucho. Entre los actores hay una tendencia más orgánica. Antes las cosas eran más melodramáticas, había muchos matices altos y se manejaban las intenciones con la voz.

¿Ha mejorado?

Es diferente. Creo que es un momento distinto a nivel dramatúrgico. Hay gente a la que todavía le encanta poder ver novelas con matices muy melodramáti cos, mientras hay otra que disfruta más la sencillez y esta tendencia hacia lo natural y lo verdadero. No creo que el cambia haya sido para bien o para mal, porque ambas son formas válidas de hacer las cosas.

¿Cómo se siente en los papeles antagónicos?

De un momento a otro me volví el malo, después de ser el pelirrojito bueno. El patrón del mal fue una gran responsabilidad, porque contamos una historia real que cambió la vida de mucha gente. En Narcos hice un papel antagónico, pero no sentía la misma energía del otro proyecto. Apenas fueron seis días grabando, mientras para El patrón fueron diez meses.

¿Fue difícil dejar atrás su personaje en “El patrón del mal”?

Despegarse de esos personajes fue difícil porque, para interpretarlos como lo hicimos, nos los metimos hasta el tuétano. Por lo general trato de no enredarme mucho con eso y disfruto mis personajes, pero a veces lo que estás contando pesa mucho. Hubo capítulos muy duros de ver, como cuando matan a Guillermo Cano. Ese día permanecí callado, con un nudo en la garganta.

¿Cómo fue el cambio al interpretar a Felicito en “Cuando vivas conmigo?

Es un personaje que puede enamorar al público, la gente se puede identificar muy fácilmente con él. Es un tipo pujante que quiere enseñarles a sus hijos y a todo el mundo que hay que tener valor para ser rectos y legales, su ética es inmodificable.

¿Por qué tanta gente siguie la novela?

Está inspirada en una obra de Mario Vargas Llosa y mezcla muy bien el drama y la comedia. En un capítulo puedes pasar de la risa al llanto y tanto la producción como la dirección son muy buenas. Todos los personajes son muy verosímiles. La violencia es sugerida y no es porque sí. Es una novela que divierte y te llena el espíritu para poderte ir a dormir tranquilo.

¿Qué no le puede faltar a un actor?

Estudiar y aprender. Esta es una profesión tan seria y tan profunda como cualquier otra. Creo que hay mucha gente que se toma esto a la ligera y no es así.

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