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"Sigo creyendo en el trabajo de edición": Felipe Restrepo

El director de la revista 'Gatopardo' (México), visitó el país para presentar la novela “Formas de evasión”, una obra que explora la manera en que narramos nuestros recuerdos y delirios.

Steven Navarrete Cardona
01 de agosto de 2016 - 06:06 a. m.
Felipe Restrepo fue columnista de El Espectador y becario de las fundaciones PRENDE y FNPI.  / Cristian Garavito
Felipe Restrepo fue columnista de El Espectador y becario de las fundaciones PRENDE y FNPI. / Cristian Garavito

Felipe Restrepo Pombo es un “self made man” del periodismo. Desde que puso un pie en la redacción de la revista 'Cambio', entendió que una página se gana con una buena historia: “Entrar a un consejo de redacción con Gabo era algo muy intenso, muy educativo”, afirma. Dicha experiencia forjaría su carácter para recorrer con aplomo un largo camino en poco tiempo. A su corta edad, próximo a cumplir 38 años, ha sido director de revistas como 'Arcadia' y editor cultural de 'Semana', además de ser colaborador de diversos medios. En la actualidad es el director de Gatopardo en México. 
 
Su pasión por el arte lo llevó a publicar la biografía de uno de los pintores irlandeses más controvertidos del siglo XX, ‘Francis Bacon: retrato de una pesadilla’ y su interés por conocer la realidad más allá de los reflectores lo llevaron a publicar los libros 'Nunca es fácil ser una celebridad' y '16 retratos excéntricos'. 
 
Pulcro en su forma de vestir como en sus perfiles y crónicas, presenta al lector una obra que explora detalladamente cuestionamientos y dilemas íntimos a los que nos enfrentamos cotidianamente. La identidad, las pasiones, nuestras luchas por olvidar o recordar, detalles históricos dejados a la intuición, la búsqueda de sentido y la curiosidad, son el sustrato que componen la novela 'Formas de evasión' (Seix Barral). Una obra imperdible que sacude el campo cultural latinoamericano.
 
Hagamos una arqueología de su obra. ¿Qué tanto trabajo tiene la novela?
 
Aunque no reconstruye la historia de alguien en específico, las situaciones y escenarios están anclados en la realidad. Responde a mi estilo, no soy alguien que se sienta frente a una pantalla en blanco y comienza a imaginar. Siempre he sido periodista y detrás de todo lo que escribo existe mucha investigación. Durante diez años investigué sobre los temas que abordo en el libro, como las enfermedades mentales, la psiquiatría y el psicoanálisis, la identidad. Además me interesaba saber como funcionaba la memoria, y como narramos nuestros recuerdos y como narramos nuestros fracasos, además de una investigación de archivo muy extensa, que me permite tener el sustento de hechos, de datos, de cosas como reales y a partir de ahí se puede volver periodismo o ficción. Fui muy cuidadoso, las situaciones que experimentan los personajes. Esa es la apuesta en escena de mi profesión, siempre he sido periodista.
 
Una de las facetas más intensas que experimenta Víctor Umaña, el personaje principal de “Formas de evasión”, son las secuelas de las enfermedades mentales, producto del conflicto armado...
 
Una de mis preocupaciones era explorar cómo la violencia pública, el conflicto armado y sus actores afectan la psique de los individuos. La violencia extrema y sin sentido forma la personalidad tan fragmentada y delirante de Umaña.
 
Usted menciona lugares, pero no los hace explícitos. Por ejemplo, el bombazo al DAS…
 
No me interesa que Formas de evasión se lea como una novela sobre el conflicto armado en Colombia o sobre la crisis política en México. Claro, son escenarios, que se usan como trasfondo, pero no son el centro, no es una novela sobre la violencia. No podía dedicarle más espacio a temas como el paramilitarismo o el narcoparamilitarismo, porque hubiera sido otro libro. Me interesa que la novela pueda ser leída por personas de cualquier nacionalidad y pueda ser entendida sin mayores explicaciones.
 
¿Contempló el título de su novela desde el inició?
 
Ponerle un título a un artículo o libro, es una tarea difícil, y en ese caso, quedó un título un poco enigmático, porque no me gusta darle todo al lector. En la prensa estamos acostumbrados a los títulos enunciativos, tan explicativos. Quería que el título fuera más oscuro y escogí la palabra evasión porque creo que es exactamente eso, no es una fuga, no es un escape, mi personajes elude una realidad. En el caso de Umaña, porque no soporta tener una sola vida, una sola identidad, y quiere evadirse de lo que es él. La paradoja de toda la novela es que siempre se termina encontrando consigo mismo. Pasa en la realidad, podemos irnos muy lejos pero nunca evadirnos de nuestros miedos, de nuestros traumas, de nuestro pasado. Cuando un lector termina la novela, comprende mucho mejor el título.
 
¿Cómo surgió ese título tan peculiar y a la vez sugestivo?
 
Durante una entrevista con una persona que había sido informante de los servicios secretos. Una de sus frases me quedó dando vueltas en la cabeza. “En el entrenamiento me enseñaron formas de evasión”. Luego, cuando desgrababa y oía una y otra vez sus respuestas, la resalté. Con mis editores fue todo un debate usar ese título.
 
Háblenos de la redacción. ¿Cómo fue la producción de la novela?
 
Muchas veces dejaba de lado la historia, luego la retomaba y me preguntaba, ¿quién soy yo para escribir una novela? Cuando se es periodista, no se puede dar el lujo de sentarse a trabajar un día entero en un proyecto así, sino hay tiempo, hay que buscarlo y escribía a las dos de la mañana luego de los cierres, en un hotel durante un viaje de prensa, mientras esperaba un avión, en fin donde podía. Unas pocas páginas se crecieron hasta convertirse en una novela. Hace dos años me propuse terminarla para ultimar este proyecto y sacarme estos personajes de encima.
 
¿Qué tan importante es detenerse a observar en el ejercicio periodístico?
 
Bastante. Y esta apuesta se esta perdiendo debido a la rapidez. Esto está haciendo que los periodistas no entiendan el mundo. Cuando hago mis perfiles, observo con detalle a mis entrevistados, como actúan, como se mueven. Esto es algo clave.
 
Su obra también explora algo clave en la contemporaneidad, la importancia de múltiples miradas en las historias…
 
Cuando alguien lee un texto periodístico está convencido de que le están hablando de cosas reales, una sola verdad. Pero si nos detenemos con detalle, en el plano literario, como en la vida, no existe una única verdad, sino que cada persona experimenta la suya. En muchos casos, los recuerdos no son más que deseos, de escenarios y formas en las que uno quisiera que se hubieran dado las cosas.
 
¿Por qué le dedica tantas líneas a la descripción espacial de los escenarios en que se desarrollan las historias?
 
Me gusta que el lector pueda tener esas imágenes visuales, esto lo he aprendido siendo cronista. Observo muchísimo los sitios, las personas, las minucias, una buena narración se distingue en ese cuidado en los detalles. Además me preocupé en que el texto fuera compacto y evité la existencia de mesetas insufribles como dice Leila Guerrero. Un texto debe ser ágil, vibrante y frenético, y la descripción de los lugares contribuye a ello.
 
¿Se pueden llegar a narrar dichos espacios sin haberlos vivido en persona?
 
Jamás me atrevería a describir un sitio real en el que no he estado. Hay escritores que seguramente lo pueden hacer, tal vez intentarán que sea muy verosímil, yo no podría, siento que me quedaría absolutamente falso, impostado. Y cuando alguien inventa se nota, en la ficción se vale, en el periodismo, no.
 
Siendo editor, ¿cómo le va con sus editores?
 
Sigo creyendo en el trabajo de edición. Pienso que se ha perdido mucho su propósito. Cuando le doy seis o siete vueltas a un texto, lo hago para potencializar la voz del escritor. La labor del editor va mucho más de corregir un texto. Todo el mundo necesita ser editado. Dudo mucho cuando envío alguna nota y no me llega ningún comentario.
 
¿Qué se viene luego de “Formas de evasión”?
 
En un mes se publica en Inglaterra el libro “The sorrows of Mexico”, un compendio de periodismo narrativo en México, de la editorial inglesa MacLehose. La obra reúne los textos de Elena Poniatowska, Juan Villoro, Diego Osorno, entre otros con quienes trabajé y edité. Y hacia fin de año, en la Filbo de Guadalajara con la UNAM va a publicarse una antología de periodismo narrativo latinoamericano.
 
 

Por Steven Navarrete Cardona

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