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'A trabajar la autoestima': Nohora Elízabeth Hoyos

En Bogotá se creará el primer centro mundial de ciencia, tecnología e innovación.

El Espectador
30 de agosto de 2011 - 12:06 a. m.

¿Cómo se proyecta Maloka en Colombia?

Desde el principio uno de nuestros indicadores fue fijarnos en cuántas veces nos copian, si eso ocurría era porque lo estábamos haciendo bien. Hoy puedo decir que el Parque Explora en Medellín o Neo Mundo en Bucaramanga son hijos de Maloka, porque nacieron inspirados en nuestra experiencia. Y a eso se le suma que estamos trabajando con Cerrejón en La Guajira, con Ecopetrol en Barrancabermeja, con Empresas Públicas de Medellín y acabamos de terminar exitosamente un proyecto con el planetario de La Habana (Cuba) sobre astronomía. Eso demuestra que somos un eje de desarrollo para el país.

¿Cuál fue el papel de Maloka en la puesta en marcha del planetario de La Habana?

Asesoramos su construcción. El Centro Cultural para la ciencia y la tecnología de La Habana conoció nuestra filosofía, donde no pretendemos acercar a los ciudadanos a la ciencia a través de fórmulas físicas, sino creando estrategias para la formación de cultura ciudadana en ciencia, tecnología e innovación, es decir, que las personas sientan fascinación por acceder al conocimiento. Fuimos a Cuba a entrenar a sus líderes en asuntos como pedagogía de ciencias, apropiación social y estrategias para que a través de redes, que funcionen en conjunto con el centro interactivo, se expanda como una ola esta dinámica sobre temas complejos pero fascinantes.

Se comenzará la construcción de una segunda etapa física de Maloka, la Zona i. ¿En qué consistirá este espacio que han denominado el Primer centro mundial de ciencia, tecnología e innovación?

No se conoce nada parecido. En una alianza entre el Gobierno, la administración distrital y el sector privado, construiremos una estructura de 35.000 m² que reunirá las entidades de ciencia y tecnología más importantes del país en las instalaciones de Maloka. Aquí se vendrán a vivir Colciencias, el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología, la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, el Instituto Alexander Von Humboldt y otras 12 organizaciones. Además, crearemos nuevas entidades, como el Centro de investigaciones espaciales y un Tecnoparque del Sena que se convertirá en una unidad de investigación y desarrollo. Vamos a tener una oficina de marcas y patentes, y más Maloka, por supuesto.

¿Cómo visualiza esta unión de potenciales intelectuales?

Más que la estructura, lo importante será la dinámica única que se vivirá representada en la sinergia. Estarán presentes los mejores científicos, lo mejor de la educación superior, al lado de la comunidad que venga a visitarnos. Yo no me quiero perder a Rodolfo Llinás tomándose un café al lado de los investigadores que salen de la primera biblioteca de ciencia y tecnología del país. No me puedo morir sin verlo.

¿A Colombia le falta creerse el cuento de que puede producir ciencia?

Tenemos que trabajar la autoestima. Este ha sido un país donde la violencia ha distraído nuestra atención de los asuntos que nos permiten construir futuro, entonces no creemos en nosotros. Hay que darle la oportunidad a la gente para que desarrolle su talento, porque estoy convencida de que la violencia también surge de la inequidad de oportunidades. Cuando la gente se convenza de que podemos hacer ciencia, va a apoyar a los científicos y habrá empresarios que quieran apostar por la innovación y también políticos que le piensen al tema.

¿Con qué ojos está viendo el Gobierno a la ciencia?

A diferencia de los anteriores, el gobierno Santos tiene el discurso clarísimo. Está dando un impulso inusitado, provocando una revolución en la innovación, lo que implica gran esfuerzo.

¿Cómo concibe el desarrollo científico del país?

El 99% de los científicos te hablan de que hay que fortalecer el sector, de que se necesitan más especialistas, más PhD, etc., pero ese no es mi discurso. Claro que hay que tenerlos, una comunidad científica sólida y globalizada que genere innovaciones de alto impacto como son las vacunas, pero la base es promover a un ciudadano que se interese, participe y se pregunte cosas como por qué en el 100% de la vida diaria participan la ciencia y la tecnología, así no nos demos cuenta.

¿Y su amor por la ciencia surgió desde niña?

La naturaleza siempre me ha fascinado y desconcertado. Siempre agradeceré haber tenido una mamá que fue profesora de ciencias. Recuerdo que a los cuatro años, cuando ella me dijo que la sangre era roja, yo decía que no, porque me veía las venas verdes o azules, entonces un día para salir de dudas cogí una cuchilla y me corté el dedo anular, me quedó colgando y descubrí que sí era roja. Tampoco me explicaba por qué si descabezaba a las muñecas que me traía mi papá, ellas seguía moviendo los ojos ¿acaso no morían? Creo que la clave está en que los papás dejen soñar a sus hijos y les permitan explorar.

Por El Espectador

 

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