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Un cambio de rumbo en el Museo de Antioquia

Hasta hace poco la periodista paisa se desempeñaba como secretaria de Cultura de Medellín. Ahora sus esfuerzos estarán dedicados a seguir acercando el arte a la comunidad.

El Espectador
01 de febrero de 2016 - 02:17 a. m.

Con la salida de Ana Piedad Jaramillo, ¿se le pasó por la cabeza la idea de dirigir el Museo de Antioquia?

Siempre que se trabaja en el campo del arte, estas instituciones son supremamente importantes y únicas, e inevitablemente te llevan a pensar en cómo sería la vida si tuvieras el privilegio de trabajar allí.

Uno de los retos de la saliente directora del museo fue el presupuesto. ¿Cuál será su estrategia para que se invierta más en el arte?

La estrategia es y seguirá siendo la pertinencia del museo y la respuesta a la pregunta de por qué el museo es vital para nuestro país. Esa injerencia dará la ruta hacia la respuesta de sostenibilidad.

¿La prioridad del museo continuará siendo llevar el arte a la comunidad?

Sí. Podríamos presentarle a esa infraestructura otras posibilidades, lo mismo que el trabajo coordinado con las organizaciones comunitarias para sostener un diálogo de colaboración y participación. Estos espacios son muy importantes para el museo, porque hacen parte de la agenda de ciudad en la que se viene trabajando.

¿Cuál cree que será el mayor reto?

La intervención integral que se prevé para el centro de Medellín y cómo el museo tiene injerencia en él.

¿Qué exposición le gustaría tener en el museo?

Por ahora no podría mencionar una en particular. Sé que el equipo de curaduría tiene una agenda pendiente, además de la colección del maestro Fernando Botero.

¿Cómo cree que su paso por la Secretaría de Cultura de Medellín la ayudará para tomar las riendas del museo?

Pienso que la dimensión de ciudad y la sumatoria de voces y de territorios, de públicos, de visiones y de intereses se vuelve una especie de tejedor, de gran oído, de ecualizador, y traigo toda esa experiencia al museo, que es otra forma de trabajar por la ciudad y por el país.

¿Continuará escribiendo su columna en el portal “Las 2 Orillas”?

Sí, claro. La escritura me gusta muchísimo, la he recuperado en los últimos años y es una conquista personal que no voy a dejar de lado.

Pero, con su nuevo rol como directora, ¿cambiará en algo los temas que venía desarrollando en ese espacio?

No, porque hay una esfera muy personal de lo que uno está haciendo en sus propias búsquedas en la lectura. Si en algún momento, como periodista, me parece que hay un tema del museo que se pueda tratar ahí, sin que eso entre en un conflicto de intereses, lo haré, pero cuando trato de escribir lo hago desde la periodista que hay en mí.

A propósito de su vocación de periodista, ¿qué extraña de su época como editora cultural del diario “El Mundo” de Medellín?

La aventura del cierre de todos los días, el hervidero de la redacción.

¿Y un acontecimiento inolvidable de esa etapa?

Me tocó la muerte de Manuel Mejía Vallejo. Recuerdo cuando el féretro entró a la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, en la que por mucho tiempo impartió los talleres de literatura.

¿Siempre tuvo claro que lo suyo era el campo cultural?

Creo que hay una parte que viene en mí y otra que está relacionada con mi contexto de vida, como ser hija única, además de nacer en el centro de Medellín, que hizo que me sintiera bien creciendo en la biblioteca, tanto en la de mi casa como en la del colegio.

¿Cuáles fueron esos primeros libros?

Había una colección de grandes títulos de la literatura universal llevados al cómic. También aprendí a leer en voz alta poesía antioqueña, porque mi papá me pedía que le leyera a Gregorio Gutiérrez, Porfirio Barba Jacob, León de Greiff.

¿Y ahora qué libro la acompaña?

Historia de dos ciudades de Charles Dickens.

¿El museo que más le gusta visitar?

El Museo de Antioquia.

¿Y uno internacional?

El Museo del Prado.

Una debilidad.

La moda. No soy esclava de ella, pero sí me gusta ver algunas propuestas estéticas.

¿Qué obras de arte decoran las  paredes de su casa?

Tengo uno de los supermanteles de Martha Elena Vélez, una serigrafía de Beatriz González, unas piezas de Ethel Gilmour.

¿Un plan para pasar el rato libre?

Confieso que me gusta ver buena televisión. Los documentales de Netflix son puerto obligado en mi dieta diaria.

Por El Espectador

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