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'Viajé en la maleta de mis padres'

En su novela más reciente, ‘Hablar solos’, el escritor argentino Andrés Neuman plantea la necesidad de romper los silencios que impiden superar la muerte de un ser querido.

El Espectador
26 de noviembre de 2012 - 10:00 p. m.
El novelista Andrés Neuman asegura que si tuviera que dejar de escribir pediría que lo llevaran al manicomio. / Antonio Arabesco
El novelista Andrés Neuman asegura que si tuviera que dejar de escribir pediría que lo llevaran al manicomio. / Antonio Arabesco

¿Cómo hacer novelas clásicas en la actualidad?

Caramba, ¿me repite la pregunta? Es broma. Quizás aprendiendo la lección de los mismos clásicos, que no imitaron a nadie. Por eso inspirarse en ellos, homenajearlos como se merecen, nos compromete a ser conscientes de nuestro propio tiempo.

¿De qué trata su nuevo libro, ‘Hablar solos’?

De todos aquellos que han pasado por el duro trance de cuidar a un ser querido enfermo. De los terribles silencios que necesitaríamos romper para hacer el duelo.

¿A qué se refiere cuando dice que “el duelo es la enfermedad de la memoria”?

A que, cuando hemos cuidado a un ser querido enfermo (como es el caso de la protagonista de Hablar solos), no solamente nos golpea su ausencia física, sino también su recuerdo dañado.

¿Cómo escribir tantas historias sin ser redundante en los temas?

La repetición es imposible si hay amor. Como en las buenas canciones, el tema se transforma cada vez que la voz cambia.

¿Tiene el escritor alguna responsabilidad social?

Pagar impuestos, respetar al vecino, corregir lo que escribe, dar su opinión honesta, no creerse más autorizado que nadie por estar dándola, aceptar las críticas, lavarse el pelo.

¿Cuáles son los escritores colombianos que más le llaman la atención?

Entre los muertos, José Asunción Silva. Entre los consagrados de hoy, por ejemplo Piedad Bonnett, Héctor Abad, Roberto Burgos, Antonio Caballero o Fernando Vallejo. Entre los escritores de mi generación admiro entre otros a Ricardo Silva, Pilar Quintana y Juan Gabriel Vásquez. A García Márquez no sé en qué categoría incluirlo, porque no se sabe si está vivo, muerto o afantasmado.

¿Qué relación tiene la locura con la creatividad?

Vampírica y antivírica. La creatividad se alimenta de la locura, pero también la combate.

¿Que lo inspira?

Observar a los demás. Soy de los que piensan que su propio ombligo no es tan interesante como la vida de sus vecinos.

¿Cuál ha sido su mejor viaje?

Uno a Tierra del Fuego, con la mujer que amo. Queríamos ver el famoso Faro del Fin del Mundo, pero cuando llegamos hasta allí supimos que eso no era posible y que lo que ven los turistas es un sucedáneo que está más cerca. Me pareció una buena lección estética.

¿Por qué no se quedó a vivir en Argentina, sino que consolidó su carrera y su vida en España?

No fue decisión mía. Mis padres decidieron emigrar del país cuando yo era un niño. Y a mí me pareció de mal gusto dejarlos solos. No estaba seguro de que supieran cuidarse, los adultos nunca saben cuidarse. Así que finalmente viajé dentro de la maleta de mis padres. Y mi hermano pequeño viajó en la mía.

¿Quisiera volver a alguna época de su vida?

Para nada. Me parece que estar vivo es adorar el presente, por duro que sea. La nostalgia, en cambio, tiene algo de miedo al tiempo que nos queda. El tango me encanta como género literario, no como modo de vida.

Por El Espectador

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