"En el fútbol existió el 'delito' masivo de tolerancia"

El comentarista y presentador deportivo Esteban Jaramillo recuerda la época “turbia” del deporte, cuando los jefes de los carteles del narcotráfico se adueñaron de los equipos emblemáticos del fútbol y la mayoría de quienes tenían que ver con el sector convivieron con ellos.

Cecilia Orozco Tascón
30 de septiembre de 2012 - 02:00 a. m.
El periodista Esteban Jaramillo escribió un libro, pero Juan Gossaín le aconsejó no publicarlo. / Andrés Torres - El Espectador
El periodista Esteban Jaramillo escribió un libro, pero Juan Gossaín le aconsejó no publicarlo. / Andrés Torres - El Espectador

Cecilia Orozco Tascón.- Mientras usted ha sido periodista deportivo, desde hace 33 años, han pasado todos los sucesos del fútbol colombiano y ha sido protagonista de hechos que se quieren sepultar, pero que reaparecen. ¿Lo sorprendió la idea del presidente de Millonarios de devolver dos de las estrellas que ha ganado el equipo por estar contaminadas con dineros del narcotráfico?

Esteban Jaramillo Osorio.- Me parece una actitud demagógica e hipócrita. Como lo he dicho, estoy convencido de que las estrellas no son del presidente de Millonarios, sino de los hinchas que fervorosa y apasionadamente han acompañado a su equipo. ¿Cómo va a disponer de ellas un dirigente que acaba de aparecer en el fútbol? Me extraña que Felipe Gaitán, muy respetado por todos, incluido yo, pida que su equipo pierda dos estrellas cuando no ha podido darle ni una.

C.O.T.- ¿No considera que es importante darle al país un símbolo de rechazo al dinero criminal del narcotráfico?

E.J.O.- Si de eso se trata, lo mejor es corregir los errores del pasado y cambiar las conductas del presente, como hice yo. Y también Millonarios que tiene una administración pulcra en la actualidad. Lo de las estrellas no pasa de ser un símbolo, como usted asegura, que no conduce a nada de fondo. En cambio sí deja resentidos a los hinchas.

C.O.T.- Dice usted que “lo mejor es corregir los errores del pasado y cambiar las conductas del presente” y que ese es su caso. ¿Por qué no permitir que Millonarios y los demás equipos, que se dejaron contaminar hace 30 años, hagan lo mismo rindiendo sus cuentas?

E.J.O.- Tuve amistades peligrosas, expié mis pecados, admití mis equivocaciones, corregí mi vida y hoy estoy en paz con Dios y conmigo mismo. No tengo cargos de conciencia. Por eso puedo emitir juicios sobre lo que sucedió. Pero el presidente de Millonarios sólo conoce la historia de oídas, mediante charlas de café, de bar o de club social. No tiene autoridad para juzgar. Si la administración de Millonarios no quiere cargar con el peso de lo que ocurrió, tampoco puede echárselo encima a los hinchas, los únicos que no tuvieron responsabilidad sobre el pasado.

C.O.T.- No creo que esa sea la intención. Insisto: la renuncia a las estrellas manchadas de los años 87 y 88 es un gesto de repudio sano para la moral pública.

E.J.O.- Y, ¿quién es Felipe Gaitán para fungir como autoridad judicial?

C.O.T.- No tiene necesidad de serlo. Quienes tenemos memoria, incluido, por supuesto, usted, sabemos que el fútbol fue contaminado por los dineros del narcotráfico.

E.J.O.- Cierto. Pero si se abre la página de Millonarios, también tendrá que abrirse las de los otros equipos.

C.O.T.- Perfecto. ¿Qué tendría de malo eso?

E.J.O.- Nada. Sólo que habría que declarar que existió el “delito” masivo de tolerancia por parte de los directivos de la época, de los periodistas, de los equipos y de todos los que vivíamos alrededor del fútbol, por no hablar sino de este sector. Entonces el ejercicio sería distinto.

C.O.T.- Es decir, que usted cree que es mejor cerrar la puerta sin mirar hacia atrás.

E.J.O.- Espero ser bien interpretado: he visto con mucha pasión El patrón del mal, porque creo que hay que conocer la historia. Lo que digo es que si se va a iniciar una discusión sobre el pasado, debe ser amplia y con la participación de los hinchas. En el caso de Millonarios, si sus seguidores aprueban la devolución de las estrellas, que se haga. Es lo único que podría darle sentido a la propuesta.

C.O.T.- Como usted sabe bien lo que pasó, ¿qué reflexión hace sobre esos acontecimientos?

E.J.O.- Admito que fuimos muy permisivos. En mi caso, pido que se me reconozca que pagué mi deuda con la sociedad y que hoy he tomado un camino recto. Por fortuna no se vive ahora la época del Mundial del 94, cuando se amenazaba al técnico, a los jugadores, a los periodistas. De esos tiempos me incomoda que algunos que figuran hoy como probos, sean en realidad sepulcros blanqueados que esconden un pasado turbio, quizá más grave que el mío. No deja de sorprenderme que ellos se atraviesen en opciones laborales que he tenido, como si yo hubiera sido el único que viví la época. Ojalá no llegue el día en que ellos tengan que responder por lo que hicieron.

C.O.T.- ¿De quiénes habla?

E.J.O.- De algunos periodistas de renombre y de mucha otra gente que trabajó cerca del fútbol. Hoy posan como jueces de otros. Si Millonarios abre el baúl, que lo hagan todos los equipos. Y en otras áreas, que reúnan a las modelos y reinas de esos tiempos para que devuelvan las siliconas y coronas. Que vayan a las aerolíneas para que devuelvan el dinero de los pasajes. Y que quienes asistieron a las grandes fiestas de los narcos, expliquen por qué fueron a disfrutarlas sin ningún reparo.

C.O.T.- Alude usted a unos periodistas a quienes nadie investigó. ¿No es injusto que unos paguen, como usted, y que los otros terminen con reconocimiento y fama?

E.J.O.- Sí, lo he pensado muchas veces. Pero he dejado a un lado los sentimientos negativos y le doy gracias a Dios porque todos esos episodios me enseñaron a coexistir de otra manera con la gente. Antes era arrogante, petulante, me creía dueño de la verdad. Era la máxima autoridad. Ahora trato de ser una persona reflexiva y guiada por el respeto a la sociedad en que vivo.

C.O.T.- ¿A cuál nivel del periodismo deportivo llegó el compromiso de éste con los dueños de los equipos que eran también los de los carteles?

E.J.O.- A todos los niveles. Una vez estaba conversando con Miguel Rodríguez Orejuela del periodismo colombiano y me habló de la honradez de Hernán Peláez. Me dijo que metería las manos al fuego por él. Y le pregunté: ¿Y por los otros comentaristas deportivos? Me contestó: “No lo haría por los demás”. También me hizo una larga lista de periodistas políticos que estaban involucrados, lista que ya olvidé.

C.O.T.- Si se encontraran pruebas documentales hoy, ¿usted sería partidario de que se abrieran las investigaciones?

E.J.O.- Estaría de acuerdo.

C.O.T.- ¿Qué cree que se descubriría?

E.J.O.- La conducta de muchas personas.

C.O.T.- ¿Entre ellas los periodistas que mencionó antes?

E.J.O.- Sí. Tengo forma de demostrar que dos de ellos recibían dinero de uno de los carteles. Y hoy, desde su arrogancia, arremeten contra la gente porque son apologistas de la moral cuando tienen también un pasado repugnante.

C.O.T.- ¿Quiénes son?

E.J.O.- Lo tengo escrito y ahí se quedan esos nombres (ver parte superior de la página).

C.O.T.- Ha hablado usted de gente que trabajó “cerca del fútbol” y que se benefició de esos dineros del narcotráfico. Ha mencionado a la dirigencia del fútbol y a los periodistas, pero no ha dicho nada de los jugadores famosos. ¿Ellos también fueron permisivos?

E.J.O.- Claro que sí. Y también los técnicos.

C.O.T.- ¿Y los árbitros?

E.J.O.- Y los árbitros.

C.O.T.- En definitiva, era una sociedad cercana a los jefes de los carteles.

E.J.O.- Era una sociedad sucia.

C.O.T.- ¿Por qué, entonces, no descubrir la verdad?

E.J.O.- Soy testigo de que mucho de lo que se dice es verdad, cierto. Pero, ¿alguna vez alguien inició procesos judiciales contra personas en concreto por estos temas aparte de unos pocos que ya se cerraron y cuyas condenas se cumplieron? A mí, por ejemplo, que me consta el clima que se vivía, si me preguntan si supe que el Nacional compró una estrella o que Millonarios pagó para que le regalaran otra, tengo que contestarle que todos sabemos cosas, pero nadie tiene pruebas tangibles.

C.O.T.- No me va a decir que Pablo Escobar, que fue capaz de dinamitar calles y matar niños, mujeres y transeúntes por venganza, no era capaz de comprar un partido o un torneo.

E.J.O.- Uno y muchos. Me contaba un conocido que fue dirigente y a quien mataron, que él tenía un equipo en la B, y que de un partido dependía su ascenso a la A. Pablo Escobar se presentó antes, con unos matones con metralleta en mano, a decirle que ese partido lo tenían que perder. Con llanto, el técnico y el dirigente les indicaron a los jugadores lo que tenían que hacer. Y perdieron. Pero ese es un testimonio que se quedó en la anécdota. Nada de eso se juzgó. Estoy convencido de que había arreglos arbitrales, que se presionaba a los jugadores o que se los compraba. Treinta años después, ¿cree que tengo pruebas de esos hechos?

C.O.T.- ¿Por qué les interesó tanto el fútbol a los jefes de los carteles?

E.J.O.- Porque era una vía de ascenso y reconocimiento social. Llegó a ser el orgullo de los narcos que su equipo ganara para demostrarle poder al otro. Le cuento otra pequeña historia: dos jugadores del Nacional se casaron con unas hermanas. Se fueron a jugar al América y unos sicarios de Escobar acribillaron a sus suegros en presencia de los nietos por haberse ido para Cali. En aquel momento se decía que los jugadores eran “sapos” del cartel de Medellín. Pero con el tiempo se supo que era gente correcta.

C.O.T.- No recuerdo a ningún árbitro que hubiera sido procesado.

E.J.O.- Pero yo sí tengo memoria de un árbitro que una vez que fue a pitar un partido del Once Caldas actuó de manera tan corrupta en esa ocasión que empezando el segundo tiempo ya estaba siendo muy cuestionado por la tribuna. De repente se desmayó. Lo recogió la Cruz Roja y lo llevó al hospital. Pronto abrió los ojos y preguntó dónde estaba su maletín. Apenas se lo entregaron, salió corriendo, cogió un carro y se perdió.

C.O.T.- ¿Nadie en el fútbol se salvó de la corrupción?

E.J.O.- No puedo ser injusto. Hubo periodistas y dirigentes correctos. También árbitros. Pero muchos de ellos fueron, al igual que los demás, testigos de los atropellos a la ética.

C.O.T.- Si uno pudiera poner esa historia en porcentajes, ¿cuánto del negocio del fútbol fue contaminado?

E.J.O.- Entre un 50 y un 60%.

C.O.T.- ¿Fue así como llegaron al país las estrellas mundiales de los equipos?

E.J.O.- Claro, porque se movían grandes cantidades de dinero. Llegaban jugadores que uno no se explicaba cómo podían ser contratados. Había una gran estrella en Cerro Porteño del Paraguay y aparecía en Colombia. Había otra del River y llegaba al país. Viajaban hacia acá jugadores de gran postín. Hoy no se pasearían por aquí, ni siquiera de paso. Usted sabe el esfuerzo que hacen los dirigentes en la actualidad para poder sobrevivir.

C.O.T.- ¿Es cierto que los jefes del narcotráfico competían entre ellos con los equipos de su propiedad?

E.J.O.- La historia del mundo de la droga en el fútbol empezó porque el narco era un hombre de mínimos recursos que generalmente cuidaba el carro del jugador de fútbol de la época. O que le cargaba el maletín. Y algún día, cuando se metió en las redes malignas del narcotráfico y adquirió dinero y poder, lo primero que buscó fue su redención social convirtiéndose en amigo del jugador al que admiraba. Luego compró su pase y llegó a ser su dueño. Después quiso ser el propietario del equipo y más tarde el que decidía los resultados. En su momento, logró todo.

Protagonista de la historia

Esteban Jaramillo ha sido uno de los comentaristas de fútbol más reconocidos del país. Su carrera sufrió un abrupto corte a finales de los 90 cuando la Fiscalía decidió investigarlo por sus relaciones económicas con los Rodríguez Orejuela. Fue condenado, pagó la totalidad de su pena y se reincorporó hace varios años a la sociedad y a su profesión. Para concederle esta entrevista a El Espectador, pidió no concentrar el artículo en su caso, “porque ya pagué mi deuda y tengo derecho, como ha dicho la Corte Constitucional, a los principios de dignidad e intimidad, y a rehacer mi vida”. Aceptada por razonable esa condición, le preguntamos por la penetración de los dineros del narcotráfico en el deporte, en las décadas del 80 al 2000. Reveló la existencia de un libro que escribió y en el cual cuenta asuntos todavía secretos.  Dijo al respecto: “En la terminología del fútbol se llama “tirar un centro” cuando alguien le tiende la mano a uno. A mí, Juan Gossaín me tendió una mano tan grande como el estadio Maracaná. Y Yamid Amat también ha sido de una generosidad sin límites. Juan leyó apartes del texto que escribí. Me aconsejó que no lo publicara. Y acepté: prefiero el silencio y la paz interior que la turbulencia”. Hoy Jaramillo presenta y dirige La Telepolémica y el programa Fútbol Más.

“Infestados de narcotráfico”

Cecilia Orozco.- En materia de dirigentes, técnicos y árbitros, ¿qué comentaba Miguel Rodríguez Orejuela?

Esteban Jaramillo.- No necesitaba comentarlo. Todos lo sabíamos. Álvaro González llegó a borrar de las listas a 70 árbitros en ese período nefasto del fútbol. Los dirigentes viajaban con maletines llenos de dólares a Argentina a comprar jugadores. Estrellas del fútbol mundial llegaban a Colombia y el dinero con que se les compró y con que se les pagó nunca entró al país. Como era costumbre, a cualquiera de esos dirigentes, sin importar si tenía estudios de primaria o de bachillerato, o si era universitario, le decíamos “doctor”. Esos “doctores”, infestados de narcotráfico, se sentaban a la mesa con los directivos de la Confederación Suramericana de Fútbol de la época. Muchos de ellos asistieron a encuentros o a simposios mundiales.

C.O.- ¿También resultaron “infestados” los dirigentes de la Confederación?

E.J.- Fueron peores que nosotros, porque escuchaban las denuncias sobre lo que ocurría en el país y, sabiéndolo, llevaban al América y al Nacional a jugar partidos de Copa Libertadores en el exterior. Y, luego, los equipos volvían y participaban en el torneo colombiano como si nada. Esa fue una época cruel, dura y empañada.

Por Cecilia Orozco Tascón

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