'Esta campaña es un peligroso coctel de polarización'

Rodrigo Pardo, director de ‘Noticias RCN’, habla sobre la “bomba” político-informativa que reveló esta semana.

Cecilia Orozco Tascón
11 de mayo de 2014 - 02:00 a. m.
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Una vez usted constató que el ‘hacker’ detenido (porque espiaba los correos de los negociadores de paz) era el mismo que había estado en su canal, ¿cuánto le tomó meditar si publicaba la “bomba” informativa que tenía en las manos?

De inmediato decidí publicarla y lo hicimos en el noticiero de mediodía. ¿Qué periodista se guardaría semejante información? ¡El país pendiente del tal Sepúlveda, un hacker señalado por el fiscal general de espiar al presidente de la República, y yo con imágenes de su ingreso al canal y con la noticia de que tenía vínculos con una campaña política!

En sus meditaciones, ¿pesó más su condición de periodista que la de un ciudadano común que primero ponderaría el deseo de no meterse en líos?

Primó mi condición de periodista. Como ciudadano, habría llegado, por supuesto, a la misma conclusión, pero me habría demorado más y quedaban dos horas escasas para preparar el noticiero del mediodía. No lo dudé.

Antes de revelar en público lo sucedido, ¿habló con miembros de alguna de las campañas o se abstuvo de consultarlos?

Sólo hablé con el doctor Hoyos para pedirle su versión. Acordamos que estaría en directo en el noticiero. Fue al estudio y lo entrevistamos durante más de diez minutos para que expusiera sus puntos de vista.

¿Cuál fue la reacción en las dos campañas después de divulgada la noticia? ¿Lo llamaron?

No. Ningún miembro de esas campañas me llamó.

Obviamente, miembros del grupo del candidato afectado creen que su decisión de revelar el vínculo de un asesor tan cercano al aspirante del uribismo con el ‘hacker’ detenido fue política y no periodística, porque la noticia ayudaba al santismo. ¿Qué responde a ese cuestionamiento?

Cuando hay una noticia, uno la publica sin pensar en el efecto político que puede generar. Con la información sobre el hacker, parece que una campaña resultó favorecida y que la otra se perjudicó. Pero lo cierto es que, según la experiencia conocida en el campo electoral, no sólo en Colombia sino en todo el mundo, a tan pocos días de la elección los votantes ya tienen totalmente definidas sus simpatías y consideran guerra sucia todos los ataques contra su candidato, mientras tienden a creer cualquier denuncia contra el candidato rival. Además, déjeme preguntarle: usted, como directora de un noticiero, ¿toma sus decisiones periodísticas tratando de que los políticos queden contentos?

No sólo a usted sino a la mayoría de medios y periodistas con reconocimiento público, miembros de todas las campañas los acusan de parcialidad. ¿Cómo evalúa el papel de los medios en este debate electoral?

Hay tantos medios variados y competidores entre sí que me rehúso a sacar conclusiones generales sobre esta situación. Es mejor y más justo estudiar caso por caso. Lo único que me atrevo a decir, en tono abstracto, es que las visiones de los periodistas y de los políticos sobre la realidad son incompatibles. Por eso a los políticos no suele gustarles el trabajo de los periodistas.

Las informaciones derivadas de la guerra sucia tienen, por supuesto, mayor credibilidad si se transmiten como si fueran denuncias de interés público, a través de la prensa, que si las lanza una campaña contra otra. Le pregunto de otra manera: ¿los periodistas nos hemos dejado utilizar en esta etapa de competencia política?

Quienes trabajamos en los medios debemos vacunarnos contra el intento de los políticos de usarnos como voceros de sus puntos de vista. En estos días entrevistamos sobre el tema a Juan Gossaín y nos alertó de una manera lúcida cuando dijo: “Si los periodistas permitimos que nos conviertan en idiotas útiles, podemos terminar siendo más idiotas que útiles”. Y eso es así porque los políticos no tienen un compromiso con la verdad como nosotros, sino el interés de incrementar sus votos.

Sea como sea, revelar el nexo de un alto miembro de una campaña con un hombre que penetraba ilegalmente correos electrónicos oficiales es delicado y puede poner a dudar, si no a todos, a un buen número de votantes.

Así es. La proliferación de escándalos ayuda a enlodar el ambiente y profundiza el desagrado y el escepticismo de la gente hacia la política en general. Ese tipo de terreno suele ser fértil para el abstencionismo o puede terminar en apoyo a las candidaturas antipolíticas o contestatarias.

Todas las contiendas electorales crispan los ánimos de la gente y la vuelven agresiva. Sin embargo, ¿no cree que la actual ha sobrepasado los niveles de guerra sucia en vista de la racha de escándalos que afecta a las campañas que puntean en las encuestas?

No podemos caer en la ingenuidad de suponer que esta es la primera vez que las campañas tratan de dañar la imagen de los competidores o que ese fenómeno sólo existe en Colombia. De hecho, es una práctica que ha llegado al país en los maletines de los asesores extranjeros contratados por los candidatos. Pero sí creo que esta contienda electoral no será recordada en el futuro por el debate de ideas sino, por un lado, por la destrucción que está generando el peligroso coctel de la polarización personal, nociva y descomunal entre Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, y, del otro lado, por las posibilidades de comunicación solapada y espionaje generalizado que ofrecen las nuevas tecnologías.

Pese a que el periodista sepa que su fuente tiene intención marcada, si los hechos son reales y comprobables es difícil que se abstenga de divulgar la información. ¿Cómo maneja usted este tipo de situaciones tan común en el oficio?

Una información no se puede desconocer por el solo hecho de que llegue de fuentes interesadas. Eso sí, nunca será una verdad publicable hasta que pase las pruebas de una investigación periodística seria y responsable. Por ejemplo, en el caso de la versión que trajo a Noticias RCN el supuesto guerrillero desmovilizado de las Farc con quien nos contactó el hacker Sepúlveda, sobre presunta intimidación armada a favor del presidente candidato, se necesitaba mucho más que esa información para que pensáramos convertirla en noticia, tal como lo hicimos. Después de surtir el proceso de comprobación, tomamos la decisión de no incluirla en nuestras emisiones. Pero, del otro lado, si al verificar la versión del desmovilizado hubiéramos encontrado que tenía validez, la habríamos publicado sin ninguna duda. Y hoy estaríamos siendo criticados por el santismo mientras el uribismo nos estaría alabando.

Su decisión en el caso del ‘hacker’ lo puso en medio de la polémica. Cuando los periodistas, que únicamente tenemos la misión de reportar las noticias, pasamos a ser parte de ellas, como le acaba de suceder a usted, ¿estamos sobrepasando nuestra función?

Me disgusta que los periodistas seamos protagonistas de la noticia porque nuestro papel consiste sólo en contarlas, como usted afirma. Pero por la naturaleza del oficio hay circunstancias que nos involucran con la noticia misma. En el caso del detenido Sepúlveda, yo terminé siendo parte de ella contra mi intención y voluntad, debido a que un visitante anónimo llegó a mi oficina y él después terminó siendo el foco de atención del país. Al comprobar que ese personaje había estado en el Canal RCN y en mi oficina, desde el punto de vista periodístico no tenía opción distinta a informarlo públicamente. Es decir, no busqué ser protagonista sino que las circunstancias lo hicieron inevitable.

Usted y la publicación en su canal de la historia del ‘hacker’ también llegaron a ser tema de debate en las redes sociales. Mientras unos los felicitan, otros les critican que hubieran revelado la identidad de su fuente, es decir, de Luis Alfonso Hoyos y de Andrés Sepúlveda. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Es muy buena polémica. Estoy firmemente convencido de que los periodistas tenemos que guardar la reserva de la fuente. Es uno de los mecanismos más importantes para obtener información y poder conocer noticias que de otra forma no lograríamos obtener. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, la fuente habría sido el guerrillero si sus datos hubieran resultado ciertos. Por supuesto, si hubiera existido la publicación, también habríamos protegido a la fuente. Pero como no hubo comprobación de que los datos fueran serios, no hubo noticia, y como no hubo noticia, tampoco había fuente que nos obligara a proteger su identidad.

Deduzco que para usted, entonces, el asesor de Óscar Iván Zuluaga no era su fuente.

Exacto. Yo creo que el doctor Hoyos sí estaba interesado en que RCN asumiera la responsabilidad de contar públicamente una historia que afectaba al presidente candidato y que le convenía a su jefe, Óscar Iván Zuluaga. Pero no era Hoyos quien tenía la información, sino un tercero, a quien nos remitió a través del hacker. Es más: Hoyos no se comprometió en ningún momento con la veracidad de las afirmaciones del presunto guerrillero desmovilizado. Entonces, ¿cómo podría considerarse que él era la fuente de RCN?

Seguramente usted y el periodista Juan Carlos Giraldo, de su canal, terminarán siendo llamados por la Fiscalía para que declaren en el proceso que se le ha abierto al ‘hacker’ por varios delitos. ¿Cómo va a manejar ese caso de ahora en adelante si se convierte en un testigo del mismo?

Una cosa es el oficio de los abogados y otra la responsabilidad de los periodistas. Nosotros tenemos que informar con rigor y sin pensar, como ya le dije, en las repercusiones que la verdad genera. Si lo que revelamos los medios es considerado por los juristas como objeto de causa judicial, es asunto que ya no nos compete. Como reza el dicho, cada cual a lo suyo. Respecto a su pregunta, en concreto, no creo que Noticias RCN esté impedida para publicar lo que ocurra de aquí en adelante en el proceso contra el hacker, por varias razones, pero, además, porque ignoramos el rumbo que tomará la investigación y no sabemos quiénes terminarán siendo afectados, si los que figuran hoy u otros.

Pero si a usted o a Giraldo los llama la Fiscalía a declaración, ¿se incomodarían y sentirían que su función de periodistas quedaría perturbada?

Si me llegaran a preguntar, contestaría que no tengo nada que agregar a lo que ya he dicho en público. Me parece inútil que me llamen porque terminaré reiterando lo que se sabe. Insisto en que los investigadores judiciales deben hacer su tarea y nosotros la nuestra, que consiste, entre otras cosas, en cubrir imparcialmente las campañas.

“Pensando con el deseo”

¿Cómo se realizó el primer contacto de Luis Alfonso Hoyos, asesor del candidato Óscar Iván Zuluaga, con ustedes?

Me pidió una cita, telefónicamente, y, por supuesto, se la di. Como es obvio, me reúno y tengo contacto permanente con personas de todas las campañas políticas.

¿Hoyos es su amigo?

No. Lo conozco por su trayectoria pública.

Hoyos llegó con el ‘hacker’ detenido por la Fiscalía a su oficina. ¿Le había anunciado que lo visitaría con otra persona?

No. Pensé que llegaba solo.

¿Cómo le pareció ese personaje Sepúlveda, al parecer un pirata informático?

Enigmático y fantasioso. Y después de que Juan Carlos Giraldo, nuestro editor judicial, se encontrara con el presunto desmovilizado de las Farc con el que Sepúlveda nos contactó, nos dimos cuenta de que los datos que suministró no eran sólidos ni publicables. Por eso los desechamos y olvidamos el asunto hasta cuando caímos en cuenta de que el detenido de la Fiscalía era el que nos había visitado meses atrás.

¿Cree que Hoyos tuvo la intención de engañarlos?

No tengo ninguna duda de que buscaba que difundiéramos una noticia que afectaba la campaña de Santos y que, por consiguiente, beneficiaba a su candidato. Pero sinceramente, más que una intención maquiavélica, me pareció que él creía lo que decía el hacker, porque estaba pensando con el deseo.

DAS y ‘hacker’, ¿continuidad de las mismas ‘chuzadas’?

El escándalo de las ‘chuzadas’ del DAS, ocurrido durante los dos gobiernos de Álvaro Uribe, podría tener continuidad inesperada en el capítulo judicial de la semana pasada, en desarrollo del cual el hacker Andrés Sepúlveda fue detenido por presuntamente estar penetrando de manera ilegal los correos de los negociadores del proceso de paz de La Habana. Como se recuerda, el desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad, cuya función consistía en realizar labores de inteligencia civil bajo las órdenes de la Casa de Nariño, terminó espiando a magistrados de la Corte Suprema, periodistas críticos del Ejecutivo y opositores políticos. Gran parte de las investigaciones contra los altos funcionarios de los períodos del uribismo continúa abierta y los investigados libres o viviendo en el exterior, mientras los empleados de menor rango purgan cárcel.

El hacker Sepúlveda, su esposa y varios de sus empleados trabajaban para la campaña del candidato del expresidente Uribe, Óscar Iván Zuluaga y, al parecer, estaban dedicados a sabotear las negociaciones de paz, a espiar las comunicaciones del jefe de Estado actual y a generar falsos contenidos en las redes sociales. El origen y los instigadores de las ‘chuzadas’ del DAS y los de la oficina de Sepúlveda serían los mismos. Pero sólo la Fiscalía podrá determinarlo con certeza.
 

Por Cecilia Orozco Tascón

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