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"Respeto lo que dice el presidente"

Luego de que el jefe de Estado dijera que sentía "furia" por las dudas de Piedad Córdoba sobre el fusilamiento de cuatro secuestrados, la exsenadora respondió que es defensora del Derecho Humanitario, aunque le genere odio e impopularidad.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
04 de diciembre de 2011 - 02:00 a. m.

Cecilia Orozco Tascón.- Cuando los cuatro uniformados fueron fusilados, ¿cuánto tiempo hacía que Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP) tramitaba una nueva liberación con las Farc?

Piedad Córdoba Ruiz.- Nunca hemos dejado de intentarlo. Luego de la alocución de posesión del presidente Santos nos activamos mucho más, pues él se refirió a la “llave de la paz”. Desde agosto del año 2010 nos trazamos como propósito solicitar nuevamente a las Farc un gesto unilateral con la liberación de todos los integrantes de la Fuerza Pública. Creímos que era importante convocar a mujeres del mundo que, por el papel que cumplen en sus países, fueran un referente ético para hacer tal solicitud. Cuando estábamos en esa tarea, en diciembre pasado, la guerrilla planteó una liberación unilateral, que fue la que se concretó a comienzos de este año.

C.O.T.- ¿El presidente supo de sus actividades?

P.C.R.- Con ocasión de esa decisión de la guerrilla y de la respuesta positiva del presidente Santos, nos reunimos con él y el doctor Eduardo Pizarro, precisamente hace un año. Les comenté el esfuerzo que estábamos haciendo respecto de la convocatoria a las mujeres del mundo para solicitar a las Farc la liberación unilateral. Luego de unos segundos de silencio, el presidente me dijo que era una buena idea. Agregó que la participación de las mujeres era fundamental e hizo alusión a una conversación suya con Ban Ki-moon sobre el tema.

C.O.T.- ¿El presidente también se enteró de que la carta firmada por mujeres importantes de varios países se había concretado finalmente?

P.C.R.- Finalizada la recolección de firmas me reuní, días antes de hacerla pública, con Rafael Pardo, en ese momento director del Partido Liberal y con el consejero de Comunicaciones de la Casa de Nariño, Juan Mesa, para compartir lo que habíamos logrado y para que se lo contaran al presidente.

C.O.T.- Antes de la semana pasada, cuando las Farc fusilaron a cuatro uniformados, ¿había existido intercambio de mensajes con el secretariado sobre la posibilidad de liberar a algunos secuestrados?

P.C.R.- Primero quiero decirle que no puedo aceptar gratuitamente, en el contexto y con los antecedentes que se conocen sobre situaciones de este tipo, si los cuatro uniformados fueron o no fusilados por las Farc. Después, le reitero que CCP nunca ha justificado ningún crimen y que cuando ocurre alguno, ha merecido nuestro rechazo e indignación, sea quien fuere el responsable. El intercambio epistolar con las Farc se realizó mediante dos cartas públicas y también hubo informaciones de la guerrilla, una el 4 de noviembre y otra que conocimos el 24, que indicaban que iba a producirse una respuesta a la carta de las mujeres del mundo.

C.O.T.- ¿Qué opina de la reacción del presidente Santos por la duda que usted dice tener sobre el fusilamiento y la responsabilidad del asesinato de los cuatro uniformados? Él aseguró que sentía “coraje, lástima y furia” al escucharla diciendo que “todavía tiene dudas”. Y añadió que usted estaba “obsesionada por el protagonismo”.

P.C.R.- Respeto lo que dice el presidente. A mí me buscaron de la W y di respuestas. No soy la protagonista. Las víctimas de la semana pasada, las de Mapiripán, Las Pavas, que están siendo atacadas, son las protagonistas que se deben escuchar. Lo que hay que preguntarse es qué queremos para este país: ¿la guerra o la paz? ¿El arrasamiento y el aplastamiento, o la ética para humanizar y el diálogo para evitar más violaciones al Derecho Humanitario? Estoy del lado de las víctimas sin distinción. Y el presidente tiene el poder, la palabra institucional y la posibilidad de parar la guerra.

C.O.T.- ¿Se equivocó al dudar del resultado de Medicina Legal sobre muertes por tiro de gracia en el caso de los cuatro uniformados, como se ha dicho?

P.C.R.- Para mí, hay una duda razonable y hay dos versiones, pero no he responsabilizado a nadie. Está el fundamento fáctico de la muerte de los integrantes de la Fuerza Pública, cierto. Pero, ¿hubo o no un rescate fallido? ¿Hubo enfrentamientos o no? ¿Hubo fuego cruzado? ¿Hubo ejecuciones proscritas por el derecho de guerra? Para responder esas preguntas he solicitado acompañamiento internacional para que se fortalezca una investigación eficaz e independiente.

C.O.T.- Es importante saber si la carta de aceptación de las Farc para liberar a seis secuestrados se conoció el mismo día en que fueron ejecutados los cuatro uniformados o si había llegado antes. ¿Cuándo recibió ese mensaje?

P.C.R.- Saliendo de Haití, el 4 de noviembre, me manifestaron desde Bogotá que había una respuesta en camino a la carta de las mujeres por parte de las Farc. Al aterrizar en la capital, recibí la información de la muerte de Alfonso Cano. La carta no llegó. Quizás, ante ese hecho, decidieron abortar la entrega. Eso no lo sé. El jueves 24 del mes pasado, llegando del exterior, recibí nueva información de que había sido enviada la respuesta. Ya en Bogotá, convoqué por la premura a una reunión urgente con unos cuantos miembros de CCP. Les compartí el dato, acordamos qué hacer, decidimos dársela a conocer el general Naranjo, cuando apareciera, para que él le informara al presidente. Y salí hacia España.

C.O.T.- Pero la carta termina apareciendo simultáneamente con la noticia sobre el fusilamiento.

P.C.R.- Sí. Mientras participaba en una conferencia en San Sebastián (País Vasco), me informaron de la muerte violenta de los cuatro uniformados. Fue terrible. Había tenido que salir abruptamente del país cuando conocí un plan para asesinarme. Desde el exterior pude hablar con el general Naranjo y con el doctor Juan Mesa, quienes me expresaron su disposición de adoptar todas las medidas para mi seguridad, entiendo que a nombre del Gobierno, y hablamos de la posibilidad de conversar con el mandatario. Con estos antecedentes le escribí al presidente una nota de agradecimiento y le solicité una audiencia para hablar sobre los avances de mis gestiones. Usted puede leer la respuesta.

C.O.T.- Pero el jefe de Estado no se ha referido a nada de lo que usted describe.

P.C.R.- Mi conclusión ahora es que no hay con quién conversar de modo fluido y eficaz frente a los temas humanitarios y de paz. Desde la época de Turbay, hasta incluso el período doble del gobierno del expresidente anterior, siempre ha habido una comisión ad hoc, un Consejo Nacional de Paz, un alto consejero, un mecanismo o un enlace para atender este delicado tema. Hoy esas instancias no existen.

C.O.T.- ¿Es verdad, como se ha dicho en algunos medios, que Colombianos y Colombianas por la Paz está dividido y que algunos están molestos porque no sabían nada sobre la respuesta de las Farc?

P.C.R.- No estamos divididos. CCP es una expresión plural y diversa. No sé quiénes han supuestamente manifestado que nosotros no condenamos las muertes de nuestros compatriotas militares y policías, cuando está dicho en la respuesta que dimos a varios medios el mismo día de la noticia. Hay que entender: cuando hablamos de ética, estamos pidiendo que se aplique el Derecho Humanitario y no que nos solidarizamos con la guerrilla. Nuestra solidaridad ha sido clara con las familias. Otra cosa es que estemos convencidos de que la guerra debe parar porque ninguna guerra es ética.

C.O.T.- ¿Usted conocía la identidad de quienes iban a ser liberados?

P.C.R.- No. Ni siquiera sabía, como le dije, si iba a haber respuesta positiva o negativa.

C.O.T.- Como se dijo en algunos medios, ¿usted culpó al presidente del fusilamiento de los uniformados?

P.C.R.- No es cierto. Nunca dije que los había matado Santos. Dije que “los mataron” mientras el camino del intercambio epistolar, el camino civilista, los habría traído vivos. Quien haya sido el responsable merece nuestra condena moral y nuestra indignación. Y he agregado, en mis diversas intervenciones en esta gira por París, Bruselas y Madrid, que la situación debe esclarecerse. Nosotros creemos, como algunos familiares de los retenidos, secuestrados, prisioneros, rehenes o como quiera que se les llame en los medios, que la salida militar no es el camino y que el rescate es una operación de alto riesgo.

C.O.T.- ¿Es consciente de la polémica que generan sus afirmaciones?

P.C.R.- Claro que sí, y, sin embargo, quiero agregar la reflexión del arzobispo de Cali cuando hacemos alusión a la ética. “¿Por qué encapsular la lucha antiguerrillera en el marco de traer muertos a los cabecillas, sin agotar el marco ético de la no pena de muerte, de la captura como objetivo legal”? Apelamos a la ética en el Estado de Derecho, porque allí están las normativas mínimas de humanidad y porque la vida está por encima del derecho a capturar, a herir o a matar.

C.O.T.- Ha aceptado usted que llamó “comandante” a Alfonso Cano (ver parte superior de la página). ¿Le diría así también a los jefes paramilitares?

P.C.R.- Sí. Les he dicho así a los excomandantes paramilitares con los que he podido conversar en el propósito de la paz. Referirme a ellos en esos términos no me hace su subalterna ni parte de su membresía. Cuando he hablado en reuniones con generales y coroneles también los he llamado conforme a su jerarquía. Y eso no significa que legitime la militarización de esta guerra fratricida.

C.O.T.- En el reportaje que dio en el País Vasco usted sostuvo que tenía un “diálogo fluido” con Cano y que CCP habría obtenido de él “decisiones contundentes de avanzar hacia la negociación política”. ¿Cómo y en cuáles circunstancias se dio ese “diálogo fluido”?

P.C.R.- Siempre hemos hecho público el diálogo epistolar que hemos sostenido con el secretariado de las Farc y con el Eln, y sus comandantes. No hay otra forma. Llevamos ya casi 12 años de confrontación, período en el que no hay quién genere puentes ni acercamientos. Nosotros hemos podido tender esos puentes. Incluso, he intercambiado cartas con exparamilitares y eso ha generado fluidez en momentos en que se requiere una paz transversal y sin exclusiones.

C.O.T.- Usted habría hecho la siguiente afirmación: “Mientras ellos estaban asesinando a los mismos soldados y policías, nosotros teníamos en la mano la posibilidad de sacarlos y recibirlos con vida”. Cuando dice “ellos” (estaban asesinando), ¿a quiénes se refiere?

P.C.R.- A quien haya sido el que los asesinó. Ahora sus cuerpos están sin vida, pero nosotros podíamos traerlos con vida. Ya lo habíamos logrado con otros 21 compatriotas sin disparar un solo tiro. Por eso, y a pesar de los enemigos agazapados de lo humanitario y de la paz como lo expresó en su momento el maestro Morales Benítez, hay que insistir.

C.O.T.- ¿No le preocupan las interpretaciones que se le puedan dar a sus declaraciones?

P.C.R.- Sé que implican riesgos, pero no me arrepiento porque el valor de la vida, de la libertad y de la paz es lo que debe prevalecer.

C.O.T.- Usted siempre ha sido una persona de izquierda, pero tengo la impresión de que su discurso político se ha radicalizado mucho más desde cuando salió del Congreso. ¿Es cierto?

P.C.R.- Mi discurso es el mismo: me duele el alma ante la indolencia y la degradación humanitaria. Por eso me salen palabras de indignación. Desde que me sacaron del Congreso he podido conocer con mayor detenimiento el deterioro profundo de nuestro país, pero también las posibilidades de un nuevo proyecto en donde todos podríamos estar incluidos, donde reducidas las armas, como en otros países, se logre una democracia integral. Pero en este país eso es ser radical.

C.O.T.- El intercambio de correos y opiniones con miembros de las Farc y su encuentro con Reyes, ¿no la han hecho ponerse emocional y políticamente del lado de la guerrilla?

P.C.R.- Hay que aclarar que siempre he actuado en conciencia, en libertad y que he obrado con conocimiento de las autoridades. Fui adonde Raúl Reyes autorizada por el expresidente anterior, una sola vez y nunca más. Esa visita fue conocida por sus asesores de cabecera José Obdulio Gaviria, Bernardo Moreno y César Mauricio Velásquez. No fue a escondidas. No estoy del lado de nadie, sino de las causas humanistas.

“¿Por qué no lo trajeron vivo?”

Cecilia Orozco.- Al hablar de la muerte de Alfonso Cano usted habría dicho que se trató de un “asesinato”. ¿Es cierta esa afirmación?

Piedad Córdoba.- La narrativa oficial de altos funcionarios del Ejecutivo y mandos de las Fuerzas Militares, divulgada por los medios, dice de Cano que estaba abandonado, escondido y acorralado. Y que en el operativo contra él participaron cerca de mil hombres especializados, con apoyo de la Fuerza Aérea y de tecnología de punta. Es una operación militar desproporcionada contra una persona. Si fue así, comparto lo que proféticamente ha escrito el arzobispo de Cali, recordándome a monseñor Romero: “¿Por qué no trajeron vivo, por ejemplo, a Alfonso Cano cuando se dieron condiciones de desproporción absoluta, de sometimiento y de reducción a cero de alguien de más de sesenta años, herido, ciego, solo?”.

C.O.- ¿Por qué para referirse a él lo denominó “comandante”?

P.C.- Siempre he llamado a quienes participan en la guerra por el rango o investidura por los que los reconocen sus subordinados. Me referí a Cano como ‘comandante’, porque así le decían sus militantes.

“Sé que soy mal percibida, pero no por todo el país”

C.O.- Sabe de sobra que sus posiciones políticas, percibidas por muchos como que está a favor de las Farc, la hacen impopular. ¿No le interesa?

P.C.- No son las posiciones políticas las que generan odios (¿quién no cree en la paz, en el respeto a la vida y en la democracia?), sino los sentimientos creados a fuerza de repetición, de construir unos demonios imaginarios y unos culpables para evadir las responsabilidades propias. No soy defensora de las Farc ni del Eln. Ellos tienen su propia palabra. Comprendo que hay una guerra interna, que hay actores políticos, que estos actores son responsables de crímenes que proscribo y proscribe la ética, pero es necesario que sean escuchados. Sé que soy mal percibida por un sector, pero no por todo el país ni por todos los periodistas. Una cosa es la percepción y otra la realidad.

C.O.- ¿Por qué menciona a los periodistas? ¿Tiene alguna queja?

P.C.- Algunos periodistas son factor de poder y participan en la “fábrica del consentimiento” de la que habla Chomsky. Otros no. Si las escuelas enseñaran a respetar las opiniones diversas, a poner los elementos en contexto, a confrontar las fuentes, habría otro país. Los medios son tanto un poder de vida como de muerte.

Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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