"Sentí de nuevo el parto"

Clara Rojas, hoy presidenta de País Libre y conocida mundialmente porque tuvo un hijo en la selva mientras estaba secuestrada por las Farc, asegura que recordó las circunstancias dolorosas en que nació su bebé cuando vio y escuchó a ‘Timochenko’, días antes de la apertura del proceso de paz. Y a ‘Iván Márquez’ en Oslo.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
20 de octubre de 2012 - 09:00 p. m.
“Tengo que aceptar que es una situación emotiva para mí, porque me devuelve parcialmente a una realidad extrema”.   / Gabriel Aponte - El Espectador
“Tengo que aceptar que es una situación emotiva para mí, porque me devuelve parcialmente a una realidad extrema”. / Gabriel Aponte - El Espectador

Cecilia Orozco.- La Fundación País Libre se ha quejado de la no inclusión de las víctimas en la mesa de negociación entre Gobierno y Farc. ¿Por qué cree que es necesario que ustedes estén presentes desde el comienzo de las conversaciones?

Clara Rojas González.- Porque el tema de las víctimas debería estar en el primer punto de la agenda y no en el último. Pero, además, porque dependiendo de la seriedad con que se aborde este punto y de la sinceridad con que sea tratado, se podría medir el compromiso real de las Farc con la paz. La ausencia de representación de las víctimas en la mesa hace más difícil la precaria situación de éstas en la búsqueda de la verdad. Ellas tienen derecho a que les den respuesta pronta y efectiva sobre el secuestro, la desaparición forzada y la extorsión, delitos a los que fueron sometidas junto con sus familiares. Es claro que todos sus otros derechos también deben ser respetados por las partes. Confiamos en que los voceros del Gobierno encuentren la manera de poner en la mesa los intereses de los más débiles.

C.O.T.- Precisamente un punto que no ha quedado explícito en la negociación es el de los secuestrados que se supone que aún tiene la guerrilla.

C.R.G.- Independientemente de si las víctimas están presentes en la negociación o no, las partes deben escuchar con seriedad sus preocupaciones, las cuales merecen toda consideración porque se trata del secuestro o la desaparición de sus familiares. Al grupo negociador del Gobierno, en particular, le pediría que busque la manera de darnos respuestas a pesar de que se ha dicho que la confidencialidad de lo que se hable en la mesa será absoluta. En todo caso, siempre será mejor que el país tenga información oficial a que circulen rumores.

C.O.T.- En la concentración que hicieron País Libre y otras organizaciones en la Plaza de Bolívar, la semana pasada, llegaron víctimas que no estaban en los reportes oficiales (ver parte superior, próxima pág.) ¿Han pensado presentarles estas nuevas denuncias, que involucran presuntamente a las Farc, a los negociadores?

C.R.G.- Sí, pero primero queremos verificar la información y confrontarla con nuestras bases de datos. Cuando estemos listos, haremos un anuncio público y después les enviaremos los casos a los negociadores con el fin de que resuelvan la incertidumbre sobre la suerte de los familiares de las víctimas de estos delitos. A partir de ahora País Libre hará un papel activo en el seguimiento de los procesos ante las autoridades.

C.O.T.- Entre los participantes de la movilización, ¿hubo presencia de familiares con casos particulares que hayan llamado la atención por el tiempo de duración del secuestro o por otras circunstancias?

C.R.G.- Sí. Por ejemplo fueron a la marcha doña Amalia y don Ismael Márquez, que no tienen noticia de su hijo desde hace más de 10 años; el señor Jaime Salem, cuyo hijo desapareció hace muchos años y nadie le da razón de su paradero. La señora Silvia Serna, que tiene un hijo secuestrado desde finales del año pasado, ha pagado una extorsión muy alta y no se lo han entregado. Y hasta una pareja de venezolanos que quería reportar el secuestro de su hijo, del que hacen responsables a las Farc.

C.O.T.- Concretamente respecto del naciente proceso de paz, ¿cuál es la posición de País Libre?

C.R.G.- Valoramos la decisión del jefe de Estado en su dimensión y nos parece muy importante para el país este esfuerzo, con independencia del resultado. El hecho de tener el coraje de intentarlo ya es ganancia. Me parece igualmente positiva la actitud de las Farc de manifestar su deseo de terminar el conflicto. Pero, como lo dije, también nos preocupa el excesivo hermetismo de las conversaciones. Ojalá las partes encuentren el equilibrio que se requiere para mantener la prudencia y simultáneamente para contarle al país los avances que se hagan y las decisiones que se tomen en un asunto que nos compete a todos, porque atraviesa el destino de cada uno de nosotros.

C.O.T.- ¿Cuál es su posición frente al proceso de paz, ya no como presidenta de País Libre sino como Clara Rojas, víctima de las Farc?

C.R.G.- He manifestado que desde cuando fui liberada hice un ejercicio de perdón. No guardo resentimiento de ninguna clase. Con todo, confieso que cuando escuché a Timochenko, hace unos días, me causó un profundo dolor, difícil de explicar racionalmente porque lo que sentí fue una gran tristeza. No sucedió lo mismo cuando oí a Iván Márquez en Oslo, porque recordé su tono brusco, agreste y profundamente agresivo. De pronto sentí que estaba asistiendo de nuevo a los dolores del parto, duros, difíciles, difusos.

C.O.T.- ¿Por qué recordó el parto, una circunstancia tan íntima y dramática en su caso, con los discursos de los líderes guerrilleros?

C.R.G.- Porque ambas situaciones, la del secuestro y secuestradores, y la del parto, fueron igualmente dolorosas. Pese a todas las circunstancias difíciles que rodearon el nacimiento de mi hijo, y a la incertidumbre que viví, por fortuna hubo un final feliz porque él pudo vivir y ahora está conmigo. De otro lado, también airosa del secuestro. Espero que de este proceso, que de la misma manera será doloroso y difícil para todos los colombianos, pueda surgir algo positivo: la paz.

C.O.T.- A todas estas, permítame desviar un poco el objetivo de la entrevista: usted ha dicho que jamás revelará la identidad del padre de su hijo Emmanuel. ¿Mantiene esa decisión?

C.R.G.- Sí. Ese es un tema que no está en mi mente por ahora ni es foco de mi interés.

C.O.T.- Se lo pregunto porque queda claro que el actual proceso entre Gobierno y guerrilla revuelve sus sentimientos más profundos.

C.R.G.- Sin duda. Tengo que reconocer que es una situación emotiva para mí, porque me devuelve parcialmente a una realidad extrema. Pero son temas que hay que confrontar en algún momento por angustiosos que sean. Y en este caso vale la pena hacerlo, pues nos interesa a todos, justamente para poder superar el conflicto.

C.O.T.- ¿Por qué le produjeron diferentes sentimientos los discursos de Timochenko e Iván Márquez?

C.R.G.- Timochenko e Iván Márquez hablaron en dos momentos y circunstancias distintas. Tal vez me impactaron más las palabras de Timochenko, porque fue el primer contacto que tuve con las Farc después de mi experiencia y vino a mi memoria la realidad tan fuerte que viví cuando estuve secuestrada. Si bien el discurso de Iván Márquez me pareció igualmente agresivo, también recordé que ese era el tono en que ellos se expresaban y por eso no me sorprendió.

C.O.T.- ¿Usted conoció a Timochenko o a Márquez?

C.R.G.- No, pero pude acordarme con nitidez que todos los guerrilleros de las Farc tienen un denominador común en su conducta, su comprensión del mundo, su forma de dirigirse a los demás. Ciertas actitudes son idénticas en cada uno de ellos. No en vano han pertenecido a la misma organización durante tantos años.

C.O.T.- Es humano el resentimiento con quienes fueron sus carceleros. ¿Cree que si le correspondiera estar en la mesa de negociadores podría asumir un rol de contraparte imparcial en estas negociaciones o su ángulo emocional sería más fuerte que el racional?

C.R.G.- Desde cuando recobré mi libertad, en enero de 2008, he asumido un rol positivo en lo que me ha correspondido. Honestamente, repito, no les guardo resentimiento a mis antiguos carceleros. En su momento, incluso, visité un par de veces en la cárcel a alias Martín Sombra con autorización del presidente y con el objetivo de encontrar la forma de liberar a las personas que quedaban en la selva. Hoy en día sigo teniendo una actitud abierta frente a las soluciones en materia de paz.

C.O.T.- ¿Qué emociones le suscitó visitar en la cárcel a uno de sus secuestradores?

C.R.G.- También fue doloroso. Primero, visitar a una persona en la cárcel, independientemente de quien sea, es impactante. Segundo, la conversación aunque breve fue tensa, pero positiva, porque me di cuenta de que no había resentimientos ni míos ni de Martín Sombra.

C.O.T.- ¿Le dio alguna explicación para haberla mantenido en secuestro pese a su embarazo y le pidió perdón?

C.R.G.- No, pero sí me preguntó por mi hijo. Yo, molesta, me referí al problema de su brazo. Me contestó que agradeciera que estaba vivo. Tengo que aceptar que estuve de acuerdo: no tenía sentido seguirme quejando porque, en medio de todo, tengo la suerte de tener a mi hijo conmigo.

C.O.T.- Suponga que el Gobierno le propusiera a usted ser negociadora. ¿Aceptaría?

C.R.G.- Tendría que saber en qué condiciones iría, porque me gustaría, ante todo, conservar la libertad de expresar lo que pienso y lo que siento. De cualquier manera, sería un ejercicio positivo para los negociadores de uno y otro lado porque les aportaría otro punto de vista, el de las víctimas, que les ampliaría su visión del conflicto.

C.O.T.- Volviendo a la convocatoria del domingo pasado, ¿cuáles organizaciones de víctimas estaban representadas allí?

C.R.G.- Entre otras, estaban Las Voces del Secuestro, de Caracol Radio, que lidera el periodista Herbin Hoyos. Las madres de La Candelaria, de Antioquia. La Asociación Los que Faltan, agrupación de civiles que se conformó por la casi inexistencia de atención pública a los plagios de civiles, en contraposición con lo que sucedía con los casos de políticos y militares. Y, por supuesto, País Libre, que lleva más de 21 años al servicio de las víctimas. Acudieron también allegados de militares y policías que aún no tienen respuesta sobre el paradero de sus familiares.

C.O.T.- Hasta en este tipo de actividades altruistas hay quien aprovecha el dolor ajeno con intenciones políticas. ¿Para País Libre es importante saber quiénes actúan a su lado?

D.R.G.- No tengo motivos que me conduzcan a negar o a afirmar que en las organizaciones que convocaron a la movilización se escondan personas que actúen con fines políticos. He visto un trabajo sincero en el programa de Herbin Hoyos. Sé que las madres de La Candelaria gozan de cierto nivel de reconocimiento regional y nacional. La Asociación Los que Faltan se está consolidando y de sus miembros depende la transparencia de su gestión. Y le puedo afirmar categóricamente que detrás de País Libre no se esconde nadie. Nuestra labor es abierta y a la vista de la opinión.

C.O.T.- ¿Los objetivos de País Libre se asimilan en algún postulado a los del uribismo? Pregunto porque el exvicepresidente Francisco Santos fue su fundador y luego pareció que había algunas coincidencias entre su actividad política y la de la organización.

C.R.G.- La fundación no tiene ninguna relación ideológica de ese orden. Busca ser imparcial. Atiende víctimas del secuestro con independencia de la condición del sujeto que perpetra el delito. Francisco Santos efectivamente fue su fundador, pero hace mucho tiempo dejó la organización en manos de un grupo comprometido con este tema. La de País Libre es una situación semejante a la del periódico El Tiempo. Ese diario pertenecía a la familia Santos y hoy está en otras manos.

Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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