Francia, campeón del mundo por segunda vez en su historia

Los franceses se impusieron 4-2 frente a Croacia en el estadio Luzhniki de Moscú y 20 años después volvieron a levantar otro título de un Mundial de fútbol.

Jesús Miguel de la Hoz - Enviado especial Rusia
15 de julio de 2018 - 05:19 p. m.
Francia se impuso 4-2 frente a Croacia en el estadio Luzhniki de Moscú y 20 años después volvieron a levantar otro título de un Mundial de fútbol.  / FIFA.COM
Francia se impuso 4-2 frente a Croacia en el estadio Luzhniki de Moscú y 20 años después volvieron a levantar otro título de un Mundial de fútbol. / FIFA.COM

Didier Deschamps llegó a la selección de Francia en 2012 y le puso orden. De lado dejó todas las polémicas que existían con Raymond Domenech y Laurent Blanc por racismo. Se encargó de unir a un combinado multicultural y centrarlos en lo que verdaderamente importa: el fútbol. Así empezó a conseguir resultados, llegó a cuartos de final del Mundial de Brasil 2014, a la final de la Eurocopa 2016 y este domingo, después de tanto trabajo, lucha, decepciones, llanto y tristeza, logró devolverle la sonrisa a Francia, que se coronó campeón del mundo por segunda vez en la historia después de vencer en la final de Rusia 2018 4-2 a Croacia.  (Vea aquí nuestro especial del Mundial de Rusia 2018)

Ganó con contundencia, impuso su estilo en un encuentro en el que se encontraban dos completamente diferente. Ese antifútbol, como lo catalogó el arquero belga Thibaut Courtois, llevó a Francia a tocar el cielo con las manos. Esa idea de implantar un fútbol en el que la mayor parte del tiempo estuvieron encerrados atrás, dándole el protagonismo a los rivales y esperando el más mínimo despiste para salir con cabalgatas mortales para terminar de hundir la daga a su víctima, le funcionó a la perfección en esta Copa del Mundo. Así liquidó a Argentina, Uruguay, Bélgica y este domingo a Croacia.

El encuentro se fue encaminando a favor de los franceses desde la primera llegada al minuto 19. En un tiempo en el que no pasaba nada, en el que ambos contrincantes se estudiaban bajo la atenta mirada de 78.011 espectadores en Luzhnikí y miles de millones más a lo largo y ancho del planeta, era un lapso en el que Croacia intentaba sorprender con las corridas infernales de Ivan Perisic por el costado izquierdo y de Ante Rebic por el derecho. En ese instante el juego se paró, el árbitro Néstor Pitana cobró un tiro libre dudoso: falta contra Griezmann, quien se dejó caer para ver si el central la pitaba y así lo hizo. El delantero del Atlético de Madrid se encargó de cobrar, el remate fue desviado por la cabeza de Mario Mandzukic y gol. Uno inesperado, que puso a celebrar a los pocos franceses en la gradería, pero que hizo temblar el Arco del Triunfo en París. (Puede leer: La selección, símbolo de una Francia multicultural)

Fue un golpe para Croacia, pero no lo suficientemente fuerte. Los dirigidos por Zlatko Dalic en este campeonato se acostumbraron a venir de atrás en los encuentros de eliminación directa. Frente a Dinamarca en octavos, empezaron perdiendo, empataron y lo ganaron en la definición desde el punto penal, lo propio hicieron frente a Rusia en cuartos de final y contra Inglaterra le dieron vuelta para ganarlo en la prórroga. Así que con esa experiencia tomaron la batuta del juego, se fueron encima de los franceses y lo metieron atrás. Apareció la figura de Luka Modric al minuto 28 para levantar una pelota quieta, que danzó en al área, pasó de cabeza en cabeza hasta que Domagoj Vida se la bajó a Perisic, quien enganchó para sacar un zurdazo cruzado imposible para Hugo Lloris. 

Fue un tanto que silenció a Francia e hizo que el estadio, Rusia entera y Croacia estallaran en un solo grito. Fue el empate esperado y así mismo muchos añoraban que los balcánicos siguieran imponiendo ese fútbol de conjunto, que tantas sonrisas sacó a lo largo del Mundial. Lo hicieron, pero no lograron el objetivo. Esta Francia tan rápida, tan precisa, tan táctica aprovechó una nueva jugada que quedó y quedará siempre que se recuerde este encuentro para la duda: mano de Perisic. Apareció Pitana y así mismo el VAR (por primera vez en la final), tres minutos de análisis y penal, que se encargó de cobrar Griezmann a la mano derecha de Danijel Subasic para devolverle la alegría a los franceses, quienes más nunca volvieron a estar tristes. (Lea: Así es Luzhnikí, el estadio de la final del Mundial)

El 2-1 era un resultado manejable para los croatas, quienes siguieron implementando ese juego de hormigas. Todos en búsqueda de la epopeya. Pero Francia siempre atrás, bien plantada y esperando espacios aguantó y con las cabalgadas de Paul Pogba y Kylian Mbappé remató temprano un partido que muchos esperaban fuera más apretado. Los dos marcaron el tercero y el cuarto, respectivamente. Con remates de media distancia en los que Subasic solo pudo seguirlos con la mirada (minutos 59 y 65). Dos riflazos, que aún golpean el alma y el corazón de los croatas, que les hizo que los cien kilómetros de más con los que llegaron a esta final de la Copa del Mundo parecieran 2.000. Nunca pudieron reponerse, fueron dos mazazos que aplastaron la ilusión de todo un pueblo y encendió la llama del otro.

Ni el gol de Mandzukic, tras un error grande de Lloris, pudo levantar a los croatas. Faltaron fuerzas, piernas y con el reloj y el marcador de enemigos, el encuentro se fue desequilibrando a favor de los franceses. Al final, para tristeza de unos y alegría de otros, el equipo de Didier Deschamps hizo valer la experiencia de seis años de trabajo, le pusieron la guinda al trabajo de un técnico, quien hace 20 años levantó por primera vez para este país la Copa del Mundo. Lo hizo como jugador, hoy lo hace como entrenador y entra al Olímpo de los estrategas que ganaron en la cancha y en el banquillo (Mario Zagallo y Franz Beckenbauer). ¡Allez la France! (Lea: Croacia sigue alterando el fútbol mundial)

Por Jesús Miguel de la Hoz - Enviado especial Rusia

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