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Apenas el final

Los dos últimos toros de Ambaló se movieron y con ellos Antonio Ferrera y Paco Perlaza cortaron una oreja, cada uno. Víctor Puerto aró en el desierto.

Víctor Diusabá Rojas
08 de enero de 2011 - 03:44 a. m.

Lo rescatable estaba al final, en esos dos toros que se movieron, hasta permitir que Antonio Ferrera y Paco Perlaza tuvieran en qué desfogar todo lo que traían dentro,. En  la otra cara de la moneda, Víctor Puerto se iba con el deber cumplido, pero con la bronca íntima de no haber dado con el material para cuajar lo que llevaba entre pecho y espalda para una plaza que tanto le significa.
 
La corrida de Ambaló no alcanzó la otra orilla, pese a esa imagen a la hora del adiós. Tres de los primeros cuatro ejemplares  - la excepción fue el segundo - naufragaron entre la sosería y la mansedumbre, pese a la voluntad de los toreros, común denominador de la tarde.
 
Por ella, deberían darle una condecoración a Puerto. Aró en el desierto de los suyos. El primero de la tarde eligió pronto los adentros y por más que Víctor le dio esos terrenos, no hubo en esas cortas embestidas la suficiente sustancia para levantar los ánimos de una tarde casi siempre soporífera. Saludo desde el tercio.
 
El cuarto no se diferencia mucho de aquel. Si el torero lo apretaba protestaba y si lo dejaba a su aire no se movía. Era imposible entonces dar con un término medio. Sin embargo, Puerto lo buscó por aquí, por allá y por acullá. No hubo resultado alguno. De nuevo, la gente agradeció la voluntad con las palmas que Víctor recibió desde el ruedo.
 
Antonio Ferrera se encontró con uno, segundo de la tarde, que giró en contrario en cada oportunidad que salió de los lances. Tras las banderillas, el de Ambaló comenzó a ir de largo y Ferrera quiso aprovechar esa condición. Un tercero, el aire, se metió en la conversación y todo quedó en ruido, por que los trompicones malograron la estética de la faena. Palmas al toro y silencio para el torero.
 
En el quinto, ese pliegue que dividió la tarde en dos, por fin hubo la codicia que le faltó a la mayoría de sus predecesores. Ahí, en terrenos muy concretos, en los medios, significado de la tendencia del animal a no evitar la pelea, se produjeron las tandas con las que Antonio fue haciendo el camino a un trofeo, ese con el que dio la vuelta al ruedo.
 
Paco Perlaza también halló la veta en el castaño sexto, que se movió y estuvo pronto a los llamados del torero caleño, decidido a no pasar en blanco. Por momentos, hubo ligazón, gracias a un factor nada despreciable, la fijeza del animal. Paco siempre estuvo ahí, firme y el toro le correspondió el esfuerzo. Una oreja.
 
El otro, tercero de la corrida, pudo pagar el costo de dos volteretas. Se vino abajo y se vio tardo en la muleta. Para destacar, el bonito quite de Perlaza y un par de Raúl Morales, uno de los subalternos más destacados de la Feria, detalles que a lo mejor pasaron al olvido por esas embestidas descompuestas y con el freno puesto de un toro sin trascendencia. Saludo.
 
Ficha de la corrida:

Plaza de toros de Cañaveralejo
Feria de Cali
 
Ultima corrida de abono
 
Seis toros de Ambaló
Desiguales de presentación. Palmas en el arrastre para tres (segundo, quinto y sexto), que se movieron. Pitos a los demás, sosos y mansos.
 
444, 482, 474, 470, 448 y 440 kgrs
 
Víctor Puerto
Verde limón y oro
Saludo y saludo
 
Antonio Ferrera
Nazareno y oro
Silencio y oreja
 
Paco Perlaza
Caldero y oro
Saludo y oreja
 
Detalles:
 
Media plaza. Tarde calurosa.

Por Víctor Diusabá Rojas

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