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¡Un señor recreacionista!

El hoy técnico de Atlético Nacional, Juan Carlos Osorio, fue criticado a su llegada al país por su manera de entrenar. Ahora, muchos lo imitan y le dan la razón tras ganar siete títulos en cuatro años.

Luis Guillermo Montenegro
29 de marzo de 2015 - 02:46 a. m.
Luis Benavides - El Espectador
Luis Benavides - El Espectador

El estadio de Santa Rosa de Cabal, Risaralda, se llama Arturo Arbeláez en honor al abuelo materno de Juan Carlos Osorio. Hernán, su padre, era fanático del Atlético Nacional, mientras que él, seguidor de Millonarios, que en la decada del 60 era el club de moda gracias a la senda de cuatro títulos que traía. El primer equipo en el que Osorio jugó fue la Escuela Pedro José Rivera, de su natal Santa Rosa. Por esos días tenía el pelo largo y su posición era la de arquero. Cuando cumplió 12 años se fue con su familia a vivir a Pereira y allá su carrera cogería forma, incluso cambió de posición y pasó a ser volante de marca. Comenzó a jugar fútbol de una manera más organizada en escuelas como Estudiantes, Plastiquímicas e incluso representando al departamento de Risaralda en todas las categorías. Más adelante pasó a las reservas del Deportivo Pereira y fue parte de una selección juvenil de Colombia en el año 82, cuando también alcanzó a jugar seis partidos como profesional. “Siempre tomé el fútbol con mucha seriedad, desde muy niño me entrenaba bien”, asegura Juan Carlos Osorio. Su carrera parecía estar destinada a ser exitosa como futbolista. Claro que la cantidad de extranjeros que jugaban por esa época en el Pereira (ocho) hicieron que un día cualquiera decidiera irse a estudiar inglés a Estados Unidos.

Habló con su abuelo, lo apoyó, y con 24 años se fue de intercambio a Nueva York, en donde además de aprender inglés y jugar fútbol, trabajó en construcción. Su labor era la de manejar un taladro que rompía calles. Fue un cambio drástico porque sacrificó la comodidad que le habían dado sus padres, claro que por esos días aprendió a valorar cosas que antes le parecían insignificantes. Al año de estar en la capital del mundo, lo vieron jugar fútbol y le ofrecieron una beca para estudiar Ciencias del Ejercicio y Rendimiento Humano en Conneticut. A los cuatro años se graduó y aunque jugaba en la MLS (Liga Profesional de Estados Unidos), que hasta ahora estaba en construcción, también dirigía equipos juveniles en Nueva York. Durante unos seis años pasó por varios clubes de este estado, en los que ocupó cargos como jugador, asistente y preparador físico. Cuando se inició oficialmente la Liga él ya tenía 35 años, así que tomó la decisión de seguir su carrera como DT.

En 1998 viajó a Liverpool, Inglaterra, a hacer una maestría en Ciencias y Fútbol. “Quería aprender de otra clase de balompié y creo que el más diferente al nuestro es el inglés“, confiesa el técnico risaraldense, quien aprendió sobre todo la pedagogía, la metodología y la estructura de las sesiones de entrenamiento de los ingleses. Tras obtener la licencia de entrenador aplicó para trabajar como asistente técnico del Metrostars de Estados Unidos y fue escogido, pero al poco tiempo recibió la invitación para regresar a Inglaterra a ser parte del cuerpo técnico del Manchester City. Llamaron inicialmente a Vern Gambetta, un gringo que dictaba seminarios sobre preparación física, sin embargo, él se negó a ir al equipo inglés y recomendó a Osorio. “Me entrevistaron con otros 24 candidatos. Luego dejaron a cuatro y tras unas sesiones de trabajo, a las dos semanas, me llamó Kevin Keagan a decirme que había sido el elegido”, recuerda el hoy DT de Atlético Nacional.

Su objetivo era ser entrenador, pero para lograr ese cargo debía obtener una licencia tipo A. Por esos días se dedicó a trabajar con su metodología, que todavía aplica y en su momento causó furor en el fútbol colombiano: la funcional integral en la que todo el trabajo físico se hace a través del balón con juego reducido y no como antiguamente y todavía hacen algunos equipos, con largas horas de trote alrededor de una cancha. Luego de cumplir con los requisitos, la Federación Inglesa de Fútbol le otorgó la licencia Tipo A con la que hoy por hoy es apto para dirigir en cualquier liga europea.

La revolución de Osorio

Millonarios fue el equipo colombiano que le dio la oportunidad de mostrar por primera vez sus cualidades como entrenador a nivel profesional. Un directivo del cuadro embajador sabía de él y llevaba cerca de dos meses en conversaciones. Incluso antes había recibido ofertas de otros equipos de la Liga colombiana, pero él quería llegar a uno grande y por eso aceptó en 2006 sentarse en el banquillo azul. Desde su arribo recibió críticas por su manera de trabajar. Incluso Luis Augusto el Chiqui García, ligado al equipo, llegó a calificarlo de recreacionista, por su manera de entrenar. Osorio lo que hacía era todo lo que había aprendido durante 20 años de carrera. Aplicaba métodos que en Colombia no se habían visto y que los equipos de primer nivel en el mundo ya utilizaban. Por ejemplo, acá trabajaban de manera aislada el físico y lo futbolístico. Él integraba esos ejercicios, lo que hacía que para el futbolista fuera más amena la preparación. Así se trabaja menos, pero a una frecuencia cardíaca más alta, lo que al fin y al cabo termina siendo más efectivo. Respecto a los elementos técnicos, pedía los gestos normales que pasan en el fútbol: pase corto pase largo. En lo táctico trabaja el paso de defensa a ataque, acompañar las jugadas por los costados y, en defensa, presionar siempre la salida del rival. “Esa metodología es muy efectiva, beneficiosa, funcional, agradable y el jugador disfruta”, asegura Osorio, quien a pesar de que con Millonarios no tuvo éxito, luego lograría triunfar en Once Caldas, cuando alzó el título de la Liga en 2009. ¡Qué señor recreacionista! La hinchada verdolaga se divierte con él en el banquillo. Al frente del equipo antioqueño se ha convertido en el entrenador más ganador en la historia del club, al conseguir seis títulos en tres años. Aunque muchos los siguen criticando y dudan de sus metodologías, los resultados le dan un espaldarazo a Juan Carlos Osorio que no se conforma y este año espera lograr su gran objetivo: un torneo internacional.

Por Luis Guillermo Montenegro

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