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Una voz negra por la paz

Afro, madre, abogada. Nigeria Rentería soñó con representar a todas las mujeres sin distingo de color. la consejera para la equidad de género y negociadora del gobierno en los diálogos con las Farc sigue anhelando una paz que vaya más allá de la firma de un acuerdo.

Natalia Herrera Durán
31 de marzo de 2014 - 02:49 a. m.
Nigeria Rentería / Nelson Sierra
Nigeria Rentería / Nelson Sierra

Un sueño de paz, no sólo por haber crecido en un departamento donde la violencia es cotidiana, sino por estar trabajando por esa idea compleja que, como ella sabe, va mucho más allá de la firma de un acuerdo entre el Ejecutivo y las Farc en La Habana. Eso tiene Nigeria Rentería, la consejera para la Equidad de Género y delegada del equipo de paz del Gobierno. Un sueño de paz, de cambiar el entorno, que ha visto cobrar forma en su vida, desde que de pequeña hacía apuestas por salir adelante.

Nació en Codazzi, Cesar, pero al año y medio sus padres, que eran chocoanos, se trasladaron a Quibdó. Allí pasó su infancia y adolescencia, fortaleció su carácter. Quizás por eso dice que se siente una mujer negra, sin eufemismos. “No me avergüenzo de mis raíces, ni de mis ancestros”, apunta con acento pacífico. Después viajó a Medellín y luego a Bogotá para terminar sus estudios como abogada de la Universidad La Gran Colombia. La mayoría de los padres chocoanos —explica Rentería— hacen un esfuerzo increíble para mandar a sus hijos a estudiar a otras partes.

Cuando se graduó, regresó a Quibdó para ayudar a su familia económicamente. Su primer trabajo fue como técnica judicial en la Fiscalía. Recuerda que cuando había vacantes, siempre la encargaban mientras nombraban a quienes tenían palancas políticas. “Por eso renuncié. Me fui a la calle a litigar. Todos me dijeron que estaba medio loca, porque dejaba el trabajo. Pero yo sabía que podía llegar lejos si me lo proponía”, comenta sonriente.

Sus apuestas y riesgos la llevaron a administrar justicia en Chocó, en circunstancias adversas. Llegó a ser jueza de Bojayá poco antes de que se perpetrara la masacre de las Farc que cobró la vida de cientos de personas en este municipio. Allí estuvo cuando nadie quería trabajar en ese lugar. Los computadores que tenían eran viejos y faltaba hasta el papel.
Se enfrentó a ese país abandonado que está fuera de las ciudades y las leyes que había estudiado. Vio cómo llegaron paramilitares a llevarse al secretario de su oficina. El mismo funcionario que horas después llegó llorando y diciendo que tenía 12 horas para dejar su pueblo. Aún así, Rentería siguió creyendo en su vocación y esa obstinación, en medio de tantas limitaciones, le valió varios reconocimientos cuando se desempeñó como oficial mayor del Tribunal Administrativo de Quibdó.

Luego vinieron años de estudio, se especializó en Derecho Administrativo Contencioso y trabajó. Primero como secretaria general de la Alcaldía de Cali y directora de la Regional Chocó del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Cuando el presidente Juan Manuel Santos la llamó para que fuera la alta consejera presidencial para la Equidad de Género, en mayo de 2013, era la subdirectora técnica para la Atención a la Familia y las Comunidades del ICBF.

Llegó a este cargo en medio de críticas. Muchas organizaciones de mujeres reprocharon que no fuera una activista ni feminista reconocida. “Sí, eso me han dicho, pero me he apoyado en mi equipo y en el diálogo con ellas y la situación ha mejorado mucho. Ellas se han dado cuenta de que así como Nigeria Rentería ha sido representada por mujeres mestizas o blancas toda la vida, también yo puedo representarlas, porque soy colombiana, me duele lo que pasa, conozco las problemáticas y quiero trabajar por eso”, dice.

Ahora esta mujer, de 41 años, también viaja a Cuba regularmente para ser una voz femenina, testigo y forjadora de un proceso de paz que de llegar a concretarse sería un hecho histórico para el país. La tarea la tiene clara. Está segura de que la mujer ha sido la principal víctima de este conflicto armado, pero también de que puede ser la mayor constructora. Por eso es necesario que lo que se acuerde tenga esa perspectiva.

Antes de volver a un nuevo ciclo de conversaciones, confiesa que cuando el presidente Santos le propuso ser plenipotenciaria en La Habana, vinieron a ella toda clase de temores y miedos, pero que por fortuna ganó su anhelo de paz: “Hay que soñar en grande, pero con humildad, no es fácil, en lo absoluto, pero no es imposible”.
 

Por Natalia Herrera Durán

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