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Los dandis de Arequipa

Llega a Bogotá una exposición dedicada al estudio que los hermanos Miguel y Carlos Vargas fundaron en Arequipa (Perú), en 1912. Todo un tesoro fotográfico y documento de su tiempo.

Liliana López Sorzano
10 de marzo de 2012 - 03:00 a. m.

No eran solamente fotógrafos de oficio. Los hermanos Vargas, Miguel y Carlos, fueron artistas para una época en la que la fotografía se ocupaba sobre todo del retrato. Hay en sus puestas en escena un ojo atento, creativo y hasta juguetón, que capta la esencia de los personajes al mismo tiempo que da el punto de vista de quien obtura el lente. Su arte está muy cerca de la cinematografía, porque cada imagen sugiere una historia pasada y una venidera. Más allá de los retratos de estudio por comisión, Miguel y Carlos Vargas creaban grandes escenografías y enfundaban a sus modelos en trajes para crear imágenes de gran dramatismo, cercanas al tono de las editoriales de moda o a la publicidad actual. Fueron modernos, arriesgados y experimentales desde una locación periférica como Arequipa, y, paradójicamente, sin nunca haberla dejado. “Bohemios, elegantes y sutiles seductores”, así los describriría el poeta peruano Alberto Guillén. Su trabajo, de gran reconocimiento nacional e internacional, se extendió desde 1912, fecha de creación del Estudio de Arte Vargas, hasta 1958, día en que lo cerraron. Prueba de su traspaso de las fronteras fue la participación de su obra en el Salón de Arte de Buenos Aires de 1925 y en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929.

En el marco del centenario de la creación del estudio, el espacio de exposiciones Julio Mario Santo Domingo de la Universidad de los Andes presenta esta especial muestra de 83 fotografías que revelan el talento, desconocido para muchos, de dos de los grandes fotógrafos de América Latina de principios del siglo XX.

Cuenta la historia que los intrépidos hermanos crearon en épocas colegiales una cámara de cartón, llamando la atención del fotográfo Max T. Vargas, el más renombrado de Arequipa, quien los puso como asistentes en su estudio. Desde 1900 hasta 1912 permanecieron ahí, donde aprendieron el oficio para luego fundar su propio estudio. Al igual que ellos, el célebre Martín Chambi también fungió como aprendiz del maestro.

No solamente sus composiciones impresionan, también lo hacen su curiosidad y experimentación en la técnica, en el revelado, en el retoque y el extraordinario manejo de la luz que lograba unos claroscuros más propios de la pintura que de la fotografía. Además, su recorrido por todas las esferas de la sociedad representa un documento histórico y antropológico de gran importancia porque da cuenta de la vida cotidiana, de las expresiones culturales y sociales de su tiempo. El campo de su registro fue muy amplio. En sus imágenes se consignan los retratos de la burguesía, los de los indígenas y trabajadores, los de los reclusos de una prisión o los curas de un seminario, las manifestaciones sociales del pueblo, los actos cotidianos y simples, los paisajes nocturnos, entre muchos otros escenarios y situaciones.

Dentro de toda su creación, muchos críticos destacan las imágenes nocturnas por ser toda una novedad para su tiempo. A raíz del alumbrado público, los hermanos, al igual que otros fotográfos, salieron del estudio y de la luz natural para así captar la noche con sus sinuosas sombras y misterios. Muchos también acercaron su estética al surrealismo y al film noir. “En 1915 los hermanos Vargas expusieron sus primeros nocturnos de Arequipa, y si bien no fueron los primeros en tomar fotografías nocturnas, la calidad de su trabajo era sobresaliente. Ninguno de sus contemporáneos peruanos los superaba en técnica o intuición creativa”, advierte uno de los textos del libro Arequipa en blanco y negro de Peter Yenne y Adelma Benavente.

En Perú, a finales del siglo XIX y principios del XX, los grandes estudios de fotografía dejaron uno de los legados más importantes en América Latina. Tal era el caso de Eugène Courret, en Lima, y Martín Chambi, en Cuzco. Los hermanos Vargas y su archivo fotográfico de alrededor de 10.000 imágenes completan ese triángulo desde Arequipa, logrando entrar a las tres grandes colecciones que marcaron la historia de la fotografía latinoamericana.

* Abierta hasta el 28 de marzo. Sala de exposiciones Julio Mario Santo Domingo, Universidad de los Andes, calle 21 Nº 1-20.

Por Liliana López Sorzano

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