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¿Cómo saber si mi hijo sufre bullying en el colegio? Alertas y recomendaciones

Fuentes expertas en psicología sugieren estar alerta de los cambios de comportamientos de los niños y las niñas, entre otros aspectos.

Redacción género y diversidad
20 de agosto de 2023 - 09:55 p. m.
La hija de Juliette de Rivero, representante en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, tuvo que salir del Helvetia y regresar a Suiza, para recuperar su salud mental.
La hija de Juliette de Rivero, representante en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, tuvo que salir del Helvetia y regresar a Suiza, para recuperar su salud mental.
Foto: Ilustración: Eder Rodríguez

Las cifras sobre acoso escolar dejan muy mal parada a Colombia. Un estudio de la organización internacional Bullying Sin Fronteras ubicó al país como el décimo con más casos de matoneo a nivel mundial (8.981). Cundinamarca es el departamento que más concentra casos (21%), y le siguen Antioquia (13%) y Atlántico (12%). Así mismo, un informe del Laboratorio de Economía y Educación (LEE) de la Universidad Javeriana dijo que somos el segundo país en Latinoamérica entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con mayor exposición al bullying. El 32% de los estudiantes reporta haber sufrido matoneo.

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Entre los impactos que esto genera en los niños, niñas y adolescentes están el temor, la inseguridad, pasividad y aislamiento, así como depresión, ansiedad y baja autoestima. Eso, a su vez, puede conllevar a un bajo desempeño académico, ausentismo y deserción.

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Este domingo, El Espectador publicó el testimonio de Juliette de Rivero, representante en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quien contó que su hija fue víctima de acoso escolar y racismo en el colegio Helvetia. La institución, sin embargo, afirmó que actuó bien y activó su ruta de atención.

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La situación se agravó en septiembre del año pasado, cuando la hija de De Rivero repitió que no quería ir al colegio, decía que le dolía el estómago y tenía ataques de pánico al subirse a la ruta. Con el tiempo y la insistencia de su mamá, fue verbalizando que no se sentía segura ni aceptada. Otros niños mayores le escondían la mochila y su almuerzo y le hacían comentarios racistas, como “negra de ******”, y otros que le daban a entender que mejor no hubiera nacido. Los insultos ocurrían con frecuencia en el pasillo, cuando iba al baño y a la hora del almuerzo.

La niña perdió seguridad en sí misma. “Ella era una persona muy segura, sociable, amiguera y de repente era temerosa. Era feliz mientras estaba en la casa, pero si tenía que ir al colegio, entraba en pánico y decía que ya no tenía confianza en ella, que no sabía cómo era vista por los demás”, relató De Rivero a El Espectador.

El caso De Rivero no es el único y cada vez más las mamás y los papás se preguntan qué pueden hacer ante esas situaciones de acoso, así como qué deberían hacer los colegios. Por eso, este diario consultó a tres fuentes expertas en el tema para abordar los síntomas y las posibles acciones para atender el acoso escolar. Conversamos con las doctoras en Piscología y expertas en acoso escolar Olga Lucía Hoyos de los Ríos, profesora de la Universidad del Norte, y Carolina Botero García, de la Pontificia Universidad Javeriana. Y con Carlos Iván Molina Bulla, médico psiquiatra y docente investigador de la Universidad Externado de Colombia.

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Hoyos define el acoso escolar como un tipo de relación perversa que rompe el estatus de igualdad y genera un desbalance de poder ubicando a uno de los sujetos como víctima y creando una situación de indefensión. Hay continuidad en el tiempo, pero este puede ser un aspecto para reconsiderar cuando una sola agresión genera consecuencias como estrés postraumático. Así que es posible que un solo evento pueda ser tan traumático para ser considerado acoso escolar.

Las alertas para detectar matoneo

-Cambios de comportamiento en el niño: los cambios expresan que algo les está pasando. Por ejemplo, un niño que era extrovertido y de repente cada vez quiere salir menos. Si antes le gustaba llegar y encontrarse con compañeros en el colegio, ahora quiere llegar tarde y no encontrarse con nadie. Se inventa excusas para no asistir al colegio, como que tiene dolor de barriga o se siente enfermo.

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-Cambios en el rendimiento escolar: un buen estudiante que empieza a tener cambios en el rendimiento académico. Puede deberse a distintas situaciones y hay que verificar si esos cambios son por posible acoso escolar.

-Daño a propiedades: las pertenencias de los niños son dañadas, como por ejemplo las mochilas o los cuadernos.

-El maltrato físico directo: si presenta moretones en el cuerpo.

-Puede tener problemas de ansiedad, insomnio, comerse las uñas, se puede mostrar desatento, ensimismado. Muchas veces deja de ser alegre.

-El acoso no es un asunto menor. Hay que informarse. Hay niños y niñas que han terminado en suicidio, por la desesperanza de salir de la situación. No sienten que hay posibilidad de salir de ahí.

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Recomendaciones para atender un caso de bullying

-Conversar sobre el acoso con los niños, conocerlos, compartir tiempo con ellos, hacer preguntas para introducir el tema. Por ejemplo: “Escuché que a este niño le sucedió esto en su colegio, ¿qué piensas de eso?, ¿ha pasado eso en tu colegio?”.

-Enseñarles formas de solución frente a los conflictos sin llegar a la agresión, mostrarles que la situación puede manejarse.

-Pedir ayuda y comunicar al colegio lo que está pasando y abordar la situación conjuntamente.

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-Estar atentos a lo que expresan los niños. Si ellos critican mucho a las demás personas, si es un joven que no tiene responsabilidad de sus actos y que puede estar participando en situaciones de violencia. Enseñarles que hay que tener empatía con los otros.

-Lograr que los niños entiendan el sufrimiento de la víctima y se comprometan a no ser parte del problema. Que entiendan que, si se ríen, mandan la foto, escriben en las paredes y repiten las mismas palabras racistas, están también siendo responsables del matoneo.

-No generar más violencia, los padres no deberían perseguir a quien agredió para que responda directamente.

-Hay que preocuparse si los niños ven situaciones de acoso y no dicen nada, no solo hay que mirar a quien fue acosado y quien acosó, sino que hay que abordar el problema como grupal. Los testigos son una población objetivo, casi que se convierten en un recurso importante para la intervención. Entonces, saber que mi hijo ve esas cosas y no dice nada, da pistas de qué pasa en ese grupo y puedo avisar qué está pasando y expresar mi preocupación. El niño como testigo aprende de las situaciones de violencia y, si no se solucionan, se legitima, puede creer que mantener esas pautas es adecuado y la violencia es una estrategia de éxito.

-Los colegios deben entender que el acoso siempre se va a presentar y que lo importante es no negarlo, sino estar preparados para abordarlo. Favorecer procesos grupales para crear una atmósfera que no tolere la violencia y sean capaces de denunciar.

-El acoso no es un conflicto. En un conflicto partes tienen la misma capacidad de defenderse y pueden sentarse a negociar. Pero en el acoso hay una disparidad de poder y la víctima está en indefensión, siente miedo. Por ende, si hubo acoso, la víctima no tiene nada que ceder ni negociar, porque eso la hace sentir culpable y la revictimiza. Nunca debe enfrentarse con quien la acosó.

-No se puede atender integralmente a una víctima de acoso si sigue siendo acosada, hay que trabajar también con quien cometió la agresión para eliminar riesgo de que siga acosando.

-Hay que buscar evidencias de lo que está ocurriendo, pero la víctima necesita una atención inmediata y de protección, no hay que tener todas las evidencias para protegerla. Si una niña dice que no quiere ir al colegio es por algo, hay que mirar si es por acoso, no tenemos que obligarla.

-Hay que buscar atención psicológica y participar como padres en ese proceso, para que el niño o la niña recupere la confianza en sí misma. Debe asegurarle que la va a proteger.

-Hay que tener cuidado de los círculos en los que se valora el liderazgo de los estudiantes, no en términos de empatía, sino desde lo negativo. Hay comunidades educativas en las que se valora el liderazgo como deriva de poder sobre los demás. Un ejemplo es que se considere líder a quien menoscaba las capacidades de los demás.

-La persona acosada reclama recuperar la dignidad, por eso, hay que validar lo que está sucediendo, que vean que su comunidad reconoce que las cosas ocurrieron y que están siendo acompañadas, que no se les descalifique.

-Trabajar en la asertividad a la hora de resolver conflictos, que no se queden callados y logren expresar las dificultades y sus límites.

-Tener protocolos para manejar la situación y que aquellas acciones sean más educativas que punitivas, más reparadoras, que se reparen a la comunidad y a la persona vulnerada.

Por Redacción género y diversidad

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humberto jaramillo(12832)21 de agosto de 2023 - 03:08 p. m.
¿qué debe hacer? hablar con su hijo, creerle, acudir al colegio, buscar la identificación de los matoneadores, a veces se incluye dentro de ellos uno o más profesores, eso forma gavilla, toda una pandilla. Si los directivos no entienden acuda a una tutela y si no logra nada, busquele un colegio donde los profesores se comporten como pedagogos, es decir, acompañantes de los estudiantes
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