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Un metacho en cada esquina

Por primera vez, las bandas locales tienen un espacio directo a Rock al Parque gracias a una alianza con el Distrito.

Santiago Valenzuela, Diana Alejandra Cortés Gaitán
29 de junio de 2013 - 03:00 a. m.
Desde los noventa, estos 11 ‘metachos’, luchan por los  festivales locales. / Fotos: Luis Ángel
Desde los noventa, estos 11 ‘metachos’, luchan por los festivales locales. / Fotos: Luis Ángel
Foto: LUIS ANGEL

La historia del metal en Bogotá está escrita en las fronteras de calles anónimas. Desde mediados de los años ochenta los metaleros han encontrado refugio en espacios públicos: el centro y la Avenida Primero de Mayo. Allí están los símbolos de esta cultura: en la 19, entre vinilos inéditos de Neurosis, las últimas producciones de Slayer, los adornos que le dan sentido a un espectáculo de Black Metal. Los escenarios de ‘mala muerte’ están en la Primero de Mayo, donde cada fin de semana se escuchan voces guturales y gritos histéricos, acompañados por las desgarradoras armonías que producen sus guitarras.

En la última década la ciudad ha sido testigo del surgimiento de movimientos locales ligados a diferentes géneros del metal. Durante un tiempo las bandas de metal se dispersaron entre diferentes escenarios de la ciudad, sin orden fijo. Desde finales de los noventa comenzaron a gestarse festivales locales: Usmetal, Metal4ta, Metal Unidos, Dirección de Rock y Metal Kennedy , Tiva Rock, Mesa de Rock y Metal de bosa, Movimiento Rock por los derechos humanos de Ciudad Bolívar y Súbase al metal. Hoy, las bandas que empezaron con presentaciones en estos festivales, tienen un lugar en Rock Al Parque .

Hace 10 años los festivales locales buscaron al Distrito y no fueron escuchados, se fueron perdiendo por ausencia de recursos, tocaron en parques, bares, garajes.... Detrás de la cartelera de Rock al Parque están las bandas locales que nunca han llegado a un escenario tan grande como éste, como la banda de trash metal, Victimized.

Ellos empezaron en 2005; sin amplificadores, sin un horizonte claro. La razón del nombre: una manifestación en contra de todo lo que victimiza al ser humano. Recorrieron las calles y encontraron miseria: “ somos calle, somos alcohol, somos todas esas vivencias que a diario nos encontramos como ciudadanos comunes: drogadicción, delincuencia, robo, burocracia, corrupción. A todo eso le cantamos y hoy ya tenemos una banda consolidada de trash metal”, cuenta Andrés Mora, bajista de la banda.

Los cuatro amigos que fundaron Victimized se abrieron paso entre bares en Suba Centro y, aunque lanzaron dos discos entre 2007 y 2009, nunca lograron clasificar para Rock al Parque. Fueron a Venezuela con la banda brasileña Violator, visitaron Medellín, Pereira, Cali. “El metal es algo socialmente marginado.. ajeno a la sociedad”. Andrés Mora estudia matemática pura y el primer bajo (un AXL) se lo regalaron en la navidad de 2009: “todo tiene que ganárselo uno. El camino para llegar a tocar en vivo es largo, son muchos esfuerzos”. La visión de Victimized sobre Bogotá se resume en el título de sus dos primero álbumes: “Self destruction” (Autodestrucción) y Brain Damage (daño Cerebral).

Los lugares en donde los metaleros de la ciudad encuentran adrenalina cambian según la localidad. Cada esquina tiene un metacho con su historia.

 

Metaleros, hijos del Tarro -Barrios Unidos. 
A los ojos de un ciudadano desapercibido, El Tarro es un salón comunal cualquiera del barrio San Fernando (Barrios Unidos), y ante la mirada de los metaleros  “es un templo  de Barrios Unidos y de la ciudad: por ahí han pasado Masacre, Viuda Negra”. Quien habla es un hombre de 40 años. Se llama Jorge García y es conocido como ‘El Cabezón’, representante del festival Metal Unidos. Hace 16 años, ‘El Cabezón’ fue por primera vez al Tarro: “Me convertí en fan de Masacre. Cuando cumplí 30 me rompieron un ojo en un pogo y sin embargo sigo yendo al Tarro.”

“Escribiendo cultura metal”- Engativá.
Dani Valderrama, de Tivarock Production Entertainment,  dice que Bogotá le aporta al metal de Engativá una vitrina internacional muy grande y Engativá le da a la ciudad “bandas de metal fuertes que nos representan con nivel”. Valderrama cuenta satisfecho el logro de su organización: junto con ocho festivales más y el Distrito firmaron una alianza y han sido llamados a participar directamente en Rock al Parque con bandas locales.

La cuna de Sangre Picha -Kennedy
En esta localidad están acostumbrados al metal: desde 1991, la banda Sangre Picha (de thrash-death metal) empezó a recorrer todo Kennedy.  “Si no fuera por Sangre Picha no tendríamos 50 bandas de metal en la localidad. Es difícil saber cuántas hay en total porque hasta 2012 se creó la Dirección de Rock Metal Kennedy.  Antes existía Kennedy Rock, y entonces uno empieza a ver que aquí hay más que todo death y heavy metal”, dice Sandra  Mojica, de 23 años, directora del festival.

Metal desde el otro extremo de la ciudad -Usme.
Enrique Rodríguez, es el director de Usmetal Festival. Con más de 20 años de su vida dedicados al metal cuenta que lo ha defendido desde 1996, cuando con varias bandas locales iniciaron una lucha por hacer de ese el festival más importante de la localidad. Ocho años más tarde, en 2004, le demostraron al Distrito y se demostraron que tenían un poder: “Mostramos que el metalero en la localidad de Usme tenía la responsabilidad de sacar un evento grande adelante”.

Súbase al Metal -Suba. 
El lugar más simbólico para los metaleros de Suba es el mismo en el que se proclamó la fundación de la localidad en 1550: la plaza. “En Suba los espacios para el metal estaban muertos... La plaza era lo único. Recuerdo que a finales de los noventa hubo como un respiro para el metal con el festival Suba al Rock”, explica Rubén  Bedoya, representante de Súbase al Metal, un festival que nació en 2009. En la última convocatoria que hicieron se registraron 70 bandas . Bedoya cuenta que en Suba aún persiste el voz a voz: “comprar un vinilo de una banda gringa y compartirlo, cambiarlo por un casete o por unas botas”.

Desde el glamero hasta el metacho pulcro -Bosa.
Eliseo Rincón es representante de la Mesa Local de Rock y Metal de la localidad de Bosa, donde, según él, “en todo lado hay metal”. Por eso se creó la mesa, que acoge a todos los seguidores del rock: “Hay bares, tatuadores, un montón de gente que se incluye dentro de la escena metal”.
Afirma que institucionalmente la localidad recibe poco apoyo, “lo único que hay es ‘Bosa, la escena del rock’, que es un contrato con la Alcaldía, pero estamos buscando más respaldo”.

 

Por Santiago Valenzuela, Diana Alejandra Cortés Gaitán

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