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‘Antropofagia’ musical, el estilo de Cyro Baptista

El percusionista y luthier brasileño se nutre de las sonoridades de la naturaleza, de los aires tradicionales de su país y de los ritmos del mundo para consolidar una singular propuesta aplaudida en múltiples escenarios.

Lina María Gómez González / Cartagena
15 de enero de 2008 - 11:12 a. m.

Quién imaginaría que trece tubos de pvc dispuestos uno junto al otro y de tamaños diversos podrían producir el sonido de un instrumento musical, al ser golpeados en su extremo superior con un par de suelas de sandalia. Pues Cyro Baptista, el percusionista brasileño, no sólo se lo imaginó, sino que lo diseñó y lo volvió una realidad en Cartagena.

En uno de los salones de la Casa Sol, en el centro de la ciudad amurallada, Baptista, junto a su coterráneo, el guitarrista clásico Romero Lubambo, armó y afinó este instrumento, que al tocarlo produce un sonido similar al de un contrabajo rústico. Él lo llamó cyrófono y con este nombre lo conocieron los asistentes al festival. El instrumento tuvo su debut en un emotivo concierto en la Plaza San Pedro Claver el martes pasado, cuando el percusionista se presentó junto a la flautista Paula Robinson y a Romero Lubambo interpretando choro, bossa y samba brasileños.

Cyro Baptista ya había visitado Colombia durante la primera versión del Cartagena, Festival Internacional de Música, en 2007. Ahora regresa para este encuentro de música clásica, pues aunque él como percusionista no es intérprete de este género, la mayoría de sus proyectos musicales han tenido que ver con virtuosos artistas del mundo clásico.

¿Por qué se ha interesado en trabajar con intérpretes de música clásica?

No lo sé. No es algo premeditado pues mi fuerte son el jazz y los ritmos brasileños, pero siempre, sin proponérmelo, termino tocando con músicos clásicos.

¿Cómo es esa mezcla de música clásica con los ritmos de su país?

La música que he tocado con los intérpretes clásicos está basada en el choro, un ritmo de comienzos del siglo pasado que fue la primera manifestación de música instrumental en Brasil. Hice un disco de este género con Yo-Yo-Ma, también he tocado con Paula Robinson, Daniel Barenboim, entre otros. Ellos tocan con esmoquin, yo no puedo con eso pero compartir con ellos ha sido una experiencia increíble.

¿Por qué cree que se da esa afinidad entre su experiencia musical y la de los intérpretes clásicos con quienes ha trabajado?

Mi concepción de la música en América del Sur es peculiar. Creo que somos un pueblo "antropófago", es decir, que nos alimentamos de las otras culturas. La raíz de la música clásica es la música popular de la época en que se hizo y nosotros la mezclamos con la música popular de nuestra época.

Usted ha formado un trío con la flautista Paula Robinson y el guitarrista Romero Lubambo. ¿Cómo define el trabajo que hace con ellos?

Es el producto de una licuadora, donde metes muchas cosas para obtener un producto musical nuevo y diferente. Hacemos algo que he llamado "vivaldiño", una melodía a partir de Vivaldi mezclada con ritmos de mi país y termina siendo música brasileña que pretende ser clásica pero que tiene muchos más elementos.

¿Qué es para usted entonces la música clásica?

La música clásica es increíble y sus intérpretes son nuestros maestros. Pero siempre se debe conocer la música propia, la de nuestras raíces y, una vez la conozcas a profundidad, puedes tocar de todo.

Y la improvisación musical...

La improvisación para mí es algo que sigo aprendiendo. Es una cosa muy delicada en la música. Cuando llegué a Estados Unidos como becario, vivía en un barrio de inmigrantes en Nueva York. Allí nos unimos varios intérpretes para hacer música y fue interesante esta etapa de mi vida. Ahora ellos tienen un movimiento que se llama Down Town Music.

¿También podría decirse que su trabajo de improvisación se manifiesta en la construcción de sus propios instrumentos, como el cyrófono?

La construcción de mis propios instrumentos se da a partir de la búsqueda de los elementos que me dan los sonidos o ambientes que me rodean. Mi papel como percusionista es producir esos sonidos.

En una oportunidad dijeron que usted era "ese hombre que los astros llaman cuando quieren agregar ese otro sabor mundano a la mezcla...".

Creo que yo tengo esa parte de América del Sur que complementa a los músicos del hemisferio norte. Es decir, ellos usan mucho la parte superior del cuerpo para sus actividades y el ritmo musical lo siguen con las manos, mientras que nosotros llevamos el compás con los pies.

¿Qué es para usted la música?

Es el único medio de transformación para nuestra sociedad, que está un poco enferma. Siempre me imagino a nuestros antepasados reunidos en un ritual musical que ahora se ha perdido porque pasamos horas frente a un computador, cosa que individualiza. La música es algo que tenemos dentro, sin necesidad de ser músicos podemos sentirla.

¿Qué significa para usted participar en este festival que hoy finaliza?

Es muy importante estar acá, porque este festival nos convierte a los músicos invitados como en una familia. En Colombia, compruebo mi teoría de la antropofagia musical cuando veo a una persona con rasgos nativos tocando tambores africanos.

Por Lina María Gómez González / Cartagena

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