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La escuela de Marina Orth

Una fundación que promueve el uso de la tecnología en niños de escasos recursos.

Juan David Montoya / Medellín
09 de junio de 2010 - 10:20 p. m.

Un año después de haber llegado por primera vez al corregimiento de Aguas Frías, Maureen Orth, una estadounidense que se convirtió en la madrina de más de 300 niños en Antioquia, supo que su nombre se escucharía en Medellín por muchos años. “Allí estaba un edificio de ladrillos con un letrero burdo y escrito a mano que fue una feliz sorpresa para mí: Escuela Marina Orth”.

Eran los comienzos de los años 60. En Washington, John F. Kennedy creaba los Cuerpos de Paz y en la costa oeste estadounidense empezaban a soplar los vientos de una renovación cultural. Con apenas 21 años, tan pronto finalizó sus estudios periodísticos en la U. de California, Maureen Orth se enlistó en la iniciativa gubernamental que buscaba crear una especie de ejército de misioneros de la democracia alrededor del mundo y que regresaba a Colombia después de cinco décadas de ausencia.

Han pasado 46 años desde entonces, pero su nombre aún está en la puerta del centro educativo que ayudó a construir por voluntad de la comunidad, que para ese momento se movilizaba a caballo por las laderas del Valle de Aburrá y que aceptó con agrado la ayuda de los Cuerpos de Paz.

En los años 90, Maureen Orth regresó a esas laderas y descubrió lo mucho que habían cambiado la ciudad y sus necesidades. Ahora lo importante era potenciar el nivel educativo de esa institución, ubicada en las postrimerías de Medellín. Así que esta curtida periodista implementó un modelo pedagógico, como pocos en el país, en el que cada niño tiene acceso a una computadora.

Educación “uno a uno”

Las famosas computadoras laptop tipo XO —con un costo de 100 euros cada una e incorporadas con éxito en sistemas educativos de países en desarrollo como Uruguay, Ruanda y Haití— parecen ‘loncheras’. Niños desde primero de primaria las cargan felices, las llevan a sus casas, las cuidan, las desarman.

Desde el 2005, este programa se ha destacado por su enfoque bilingüe, por incorporar la tecnología en cada asignatura, por llevar las computadoras e internet hasta uno de los sectores más alejados de la capital antioqueña. Este mes, además, la Fundación Marina Orth exportó su modelo hacia el oriente del departamento.

Desde el 5 de mayo, otras 120 computadoras XO hacen parte de las herramientas para el aprendizaje del Centro Educativo Campoalegre, ubicado en El Carmen de Viboral. Para Luis Fernando Sánchez, director ejecutivo de la Fundación, la idea del programa es atacar la brecha digital: “Queremos que los niños tengan una herramienta que les sirva para la vida. Cuando un ser humano tiene un computador, se conecta con el mundo y deja de estar aislado”.

Actualmente, según sus directivos, la Fundación Marina Orth evalúa diferentes propuestas de entidades como el Ministerio de Educación y la Embajada de EE. UU., para reproducir su experiencia pedagógica en otras partes del país.

Los Cuerpos de Paz

Desde que regresó a su país natal, a mediados de los años 60, Maureen Orth comenzó una vertiginosa carrera periodística que aún no termina. Fue una de las primeras mujeres que escribió para Newsweek, y hoy sus reportajes pueden leerse en Vanity Fair, una de las revistas más vendidas de EE. UU.

Muchos norteamericanos la recuerdan por haber destapado los escándalos de pederastia que por años rodearon la vida de Michael Jackson. Lo que no sabía la opinión pública es que esta mujer fue una de las fichas clave para el regreso de los Cuerpos de Paz a Colombia. Gracias a su cercanía con altos funcionarios de la Casa Blanca, esta periodista, que hoy tiene 67 años, impulsó a punta de lobby el programa que la llevó en 1964 a Medellín.

Sin embargo, para ella este logro es pequeño en comparación con los que ha alcanzado con su Fundación. “Ayudar a los niños y tratar de marcar una diferencia en sus vidas es lo que me hace feliz”, concluye esta aguerrida mujer, que en la capital paisa siempre será recordada con cariño, no como Maureen, sino como Marina Orth.

Por Juan David Montoya / Medellín

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