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La universidad de los taxistas

Hace tres semanas la Fundación Chevrolet y el Sena inauguraron dos sedes en Bogotá para formar a los conductores como técnicos en administración del servicio individual de pasajeros.

Mariana Suárez Rueda
04 de agosto de 2010 - 10:30 p. m.

Hacía más de 30 años que Juan Evangelista Motivar no pisaba un salón de clases. Sus hijos fueron los que más se emocionaron cuando orgulloso anunció hace tres semanas que se había matriculado en la universidad. Inglés, informática, atención al cliente y cómo desarrollar un plan de negocios son las materias que estudiará durante los próximos seis meses.

Al igual que Motivar, más de 800 conductores de taxi de Bogotá también se animaron a formar parte de esta iniciativa de la Fundación Chevrolet y el Sena, que busca profesionalizar a los taxistas y mejorar su calidad de vida. Los estudiantes están divididos en dos sedes, una ubicada en el barrio El Tunal, al sur de la capital, y la otra en el sector de Rionegro. La jornada comienza a las 7 de la mañana y finaliza al mediodía.

Para recibir el diploma que los acredita como técnicos en administración del servicio individual de pasajeros, los taxistas deben asistir mínimo a cinco horas de clases semanales durante un semestre. Generalmente, la mayoría toma la jornada completa el día que su carro tiene Pico y Placa y no puede circular.

“La tarde la aprovechamos para hacer tareas. Tenemos todo tipo de trabajos, desde recortar y pegar figuras hasta escribir en inglés”, cuenta Germán Vásquez, quien desde hace una década maneja un taxi. Con más de 40 años este padre de familia se siente muy contento de poder estudiar de nuevo, capacitarse y convertirse en un mejor profesional. “Nos da mucha ilusión en un futuro formar una empresa, tener un negocio propio”.

Fernando Alonso, director de la Fundación Chevrolet, explica que este es precisamente uno de los objetivos de la universidad: “Se trata de un motor de desarrollo para la movilidad. Con este programa los aprendices podrán administrar el transporte individual orientado a la satisfacción del cliente, con criterios de calidad, pertinencia y generando un modelo de negocio sostenible que algún día, incluso, podría ser suyo”.

Para matricularse lo único que se necesita es voluntad. No hay que pagar un solo centavo, pero sí dedicarles tiempo a las tareas y al repaso de los contenidos vistos. Ricardo Aguas, comunicador social y docente universitario desde hace varios años, confiesa que no dudó un segundo en postularse tan pronto se enteró de la convocatoria del Sena para profesores interesados en dictar clases en esta institución, dedicada exclusivamente a la formación de los taxistas.

“Me parece muy interesante trabajar con esta población y la verdad ha sido una experiencia única”. Aunque Aguas no tiene que hacerles exámenes ni tampoco calificar con notas sus trabajos, sí debe realizar un juicioso seguimiento de su desempeño, participación en las diferentes clases y practicarles algunas pruebas para conocer sus aptitudes y si éstas se han fortalecido con el proceso de aprendizaje.

Todos los días por radioteléfono las operadoras invitan a los conductores a matricularse en la universidad. La primera semana de inscripciones se recibieron más de 2.000 solicitudes, pero la capacidad mensual de las dos sedes de la institución es de cerca de 800 estudiantes por mes. La primera promoción, a la que pertenece Juan Evangelista Motivar, se graduará en diciembre.

Motivar espera con ansias ese día. “Esta es una oportunidad muy especial para aprovechar el tiempo libre, volver a un salón y cambiar la imagen que muchos tienen de nosotros los taxistas”. Camilo Arce, uno de sus compañeros de clase, comparte este sentimiento y confiesa que para su familia ha sido muy emocionante verlo estudiar otra vez después de tanto tiempo. Además, “esto nos permitirá mejorar la atención a los pasajeros”.

Una de las clases que más motiva a los conductores es la de inglés. Los primeros días no lograban pronunciar bien las palabras, no comprendían lo que decía la profesora si les hablaba demasiado rápido. Pero después de tres semanas ya saben construir oraciones sencillas, decir en inglés la mayoría de objetos del salón e, incluso, deletrear palabras como “window”, “chair”, “door” y “board”.

Santiago Chamorro, presidente de GM Colmotores, no oculta su satisfacción por la acogida que ha tenido la universidad y el gran número de estudiantes matriculados ha hecho que no se descarte la posibilidad de abrir nuevas sedes en otras ciudades del país.

Por Mariana Suárez Rueda

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