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El arte detrás de 'La Pola'

Rosario Lozano se ha consagrado en la dirección de arte de producciones históricas.

Angélica Gallón Salazar
11 de septiembre de 2010 - 03:20 a. m.

Rosario Lozano lleva años creando los vestuarios de novelas y películas que recrean otros momentos del tiempo, lleva décadas siendo la “cirujana plástica de los actores” para que parezcan que han nacido, amado y vivido cientos de añosa atrás. De su paso por la película The Mission (La Misión), filmada en 1986 y protagonizada por Robert de Niro, aprendió cómo se debían hacer las investigaciones de los objetos y los vestuarios para que todo diera cuenta de esos años del 1700 en el que transcurría el filme. Luego, trabajando de la mano del director alemán Werner Herzog en la producción Cobra Verde, descubrió cuáles eran los lugares privilegiados para entrar, entender y construir una época dejada en el pasado.

En las producciones nacionales fue la responsable de la dirección de arte de La historia de una generación trágica y por estos días, después de dos años extenuantes de trabajo, se convirtió en la artífice de ese look agreste, libre y revolucionario que Carolina Martínez asume en su rol de Policarpa Salavarrieta para la producción La Pola que se estrena este próximo lunes.

“Esta es la historia de amor entre Alejo Zabaraín y Policarpa Salavarrieta, así que cuando creas el arte de una producción debes partir de esos dos universos: el de La Pola, que es una mujer popular, que casi que se volvió un mito, porque realmente no hay muchas referencias sobre ella, y Alejo, un americano hijo de españoles que mantienen esa añoranza por España y un hombre formado para la milicia”, comenta Rosario Lozano, quien en busca del escenario casi bucólico en el que se crió La Pola y en donde trabajó junto a su padre cultivando tabaco, escogió a Barichara como locación para rodar, mientras que con la intención de recrear la Santa Fe señorial de la época trasladó al equipo a las calles de Villa de Leyva.

Del vestuario de Policarpa poco se sabía, la información sobre los trajes de época suele ser extraída de las pinturas, pero en los cuadros solía retratarse sólo a las mujeres nobles, así que no había cómo rastrear desde la imagen las formas en que una mujer campesina como La Pola se vestía. “Reconstruimos su vestuario más desde la lectura minuciosa de biografías”, comenta Lozano, quien asegura que ser vestuarista es crearle una segunda piel al actor: “El peso de unos zapatos cambian el caminado, un corsé te da una manera de sentarte, así que el vestuario les permite más fácilmente a los actores entrar en su papel”.

Entre las cosas más complicadas de la dirección de arte está lograr el maquillaje perfecto que caracterice al personaje, pero que a la vez sea imperceptible. Otro reto es lograr las texturas, es pintar los vestidos y lograr que no se vean nuevos, es darles una vida propia a los objetos para que cada piedra luzca propia de la época. “Los vestidos, por ejemplo, los lavaban en el río, por tanto no podían lucir relucientes”, igual sucedía con las paredes de la cocina y de los interiores de las casas, que debían lucir con ese ahumado propio de las estufas de leña o de la iluminación con antorchas. Así, con un amplio equipo y con la obsesión por el detalle, a lo largo de 120 capítulos Rosario Lozano lleva a la televisión, como si fuera un atisbo de realidad, los años en los que una joven Policarpa cabalgaba, aprendía a leer y a disparar fusiles.

Por Angélica Gallón Salazar

 

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