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Semana decisiva para Sarkozy

Las manifestaciones por la reforma pensional se extienden por todo el territorio francés. El gobierno aseguró que no dará marcha atrás. Mañana el Senado votará el polémico proyecto, detonante de todo el conflicto.

Antonio Jiménez Barca. Especial de El País, París
18 de octubre de 2010 - 08:00 p. m.

No se percibe ninguna reconciliación social en Francia. El presidente, Nicolás Sarkozy, aseguró que a pesar de los meses de protestas y de huelgas no echará atrás en su reforma de las pensiones. “La reforma es esencial y Francia irá adelante con ella”, aseguró. Mientras tanto, la huelga se extiende por todo el país. El jefe de Estado francés encara una semana decisiva, pues hoy el país vivirá una nueva jornada de protesta (la novena del año, la quinta del otoño) que se prevé multitudinaria, convocada por los sindicatos un día antes de que el Senado vote el proyecto de ley de la reforma de las pensiones, detonante de todo el movimiento.

Ya hay más de mil gasolineras, de las 13.000 con que cuenta en país, sin combustible, según anunciaron las grandes distribuidoras de petróleo. Ante esta situación, el Gobierno creó una célula de crisis para garantizar el abastecimiento en medio del temor a grandes bloqueos. Los camioneros, que se sumaron a la huelga con estrépito, bloquearon nuevamente depósitos de combustible en Caen y en Ouistreham, en la Baja Normandía o en Saint-Pierre-des-Corps, cerca de Tours. También cerraron zonas industriales como Le Mans y taponaron carreteras en Lille, Lyon, Rennes o en el sur de París.

Los franceses sufren cada vez más los efectos de una huelga convocada por los sindicatos, que presionan cada día con más intensidad al Gobierno para que retire el proyecto de ley de reforma de las pensiones que se debate actualmente en el Senado. Los automovilistas peregrinan de aquí para allá (o en internet) en busca de gasolina y encuentran las estaciones de servicio cerradas o con enormes colas de decenas de coches. Contraviniendo la recomendación del Gobierno, los franceses han hecho un precavido acopio de reservas.

En la educación, hay cerca de 260 institutos cerrados que apoyan la huelga y en el liceo de Joliot-Crurie, en Nanterre, la policía se enfrentó a un grupo numeroso de jóvenes que, después de bloquear el instituto, cortaron el tráfico, quemaron un coche y rompieron los cristales de algunos otros, según la agencia France Press. Los enfrentamientos entre los jóvenes y las fuerzas de seguridad también se dieron en Lyon y en los Campos Elíseos. Ayer, la policía detuvo a 196 jóvenes por las protestas.

Entre ayer y hoy los manifestantes se lo juegan todo. Dos sindicatos (de los ocho que forman la unión sindicato de esta protesta) sugirieron que, después de la votación de mañana, no tendrá mucho sentido seguir batiéndose a contrapelo por la retirada de una ley recién aprobada.

Mientras tanto, el Gobierno sigue sin ceder, esperando a que la ley se apruebe mañana en el Senado y el movimiento de protesta se debilite. El Gobierno francés confía en poder encajar el golpe con las vacaciones escolares, que comienzan el viernes, así se dormirán los estudiantes, el flanco que sí preocupa a Sarkozy.

Por Antonio Jiménez Barca. Especial de El País, París

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