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La Catedral: de refugio de Escobar a centro de oración

Cada domingo en la homilía, el padre Gabriel Gilberto pide a los asistentes orar por el capo.

Mary Luz Avendaño / Especial para El Espectador
01 de julio de 2008 - 11:01 p. m.

Durante los 14 meses que el capo estuvo preso desfilaron por allí cientos de personas vinculadas con el narcotráfico. Más de quince años después también hay romería, pero de devotos de la Virgen Desata Nudos.

Incrustada en la montaña, a 2.400 metros sobre el nivel del mar, rodeada de árboles de una inmensa reserva ecológica en la vereda La Miel, a 10 kilómetros del parque de Envigado, Antioquia, se encuentra la antigua Catedral de Pablo Escobar Gaviria.

Es un célebre lugar, otrora escenario de las más grandes burlas al Estado por parte del extinto capo de las drogas, quien, durante los 14 meses de reclusión en esa penitenciaría, organizó desde allí sus negocios, ordenó asesinatos, se hizo visitar por reconocidas figuras públicas y vivió con los mismos lujos que tenía antes de entregarse a la justicia.

“Aquí se cometieron muchos actos que el país conoce. Asesinaron personas. Por eso estamos haciendo oración de expiación por todo lo que aquí sucedió, oración de liberación por todo lo que aquí pasó”, explica el padre Gabriel Gilberto de Jesús Jaramillo, de la comunidad de los monjes Benedictinos.

Después de la fuga de Escobar, en 1992, la Catedral se convirtió en sitió de romería de quienes buscaban tesoros ocultos. Por las calles corrió el rumor de que en ella el capo había dejado una gran fortuna. Más de quince años después, de aquella construcción imponente no quedan más que las ruinas, pues hasta fue saqueada por quienes llegaron en busca del tesoro y terminaron desvalijando la edificación. Después de mucho debate sobre lo que debería hacerse con la cárcel del capo, la alcaldía de Envigado decidió entregarlos en comodato por cinco años a los monjes Benedictinos.

“La idea es construir una capilla, una ermita y algunas habitaciones para que los monjes, sacerdotes o laicos vengan aquí a hacer oración”, sostiene el padre Gabriel, encargado del proyecto.

Cada domingo, al medio día, los habitantes de La Miel ven de nuevo la romería de gente. Decenas de vehículos particulares y buses de servicio público bordean la montaña por la estrecha y empinada carretera por tramos destapada hasta alcanzar La Catedral. Ahora no van a visitar al capo. Llegan allí para orar en la capilla de la Virgen Desata Nudos. 


Se trata de la consagración a una santa buscada cuidadosamente para expiar todo lo que allí pasó y que, en parte, es la causa de los males que aún hoy, 15 años después de la muerte de Escobar, azotan a Colombia. Como dicen los religiosos, “una oración especial a Santa María la que desata nudos, para que Colombia se libere del narcotráfico, la guerrilla el paramilitarismo y la corrupción, que son los principales males que la aquejan”.

Sobre las placas de cemento, lo único en pie después de los saqueos, fueron edificadas dos casas para los cuatro monjes Benedictinos que allí habitan. Actualmente se levantan las paredes de lo que será la biblioteca.

En el centro de la construcción está la improvisada capilla, que cada domingo alberga a cientos de creyentes. Las garitas de los guardias fueron reemplazadas por la Santa Cruz, Santa Gertrudis y el Nazareno, los nuevos guardianes de esta catedral.

“El municipio nos ha dado apoyo con el comodato. La agente ha colaborado con adobes y el cemento. Quienes nos conocen y nuestras familias nos han dado lo que ve aquí, muebles y libros para la biblioteca”, afirma el padre.

 Los fajos de billetes pagados por ‘el patrón’ a sus lugartenientes y empleados quedaron en el pasado, en el imaginario colectivo y en las historias contadas en cada rincón de Envigado. Ahora quienes llegan no vienen a pedir, vienen a traer. Todo sirve, dinero, cemento, muebles, comida, todo para poner en pie la ermita.

La capilla será en madera inmunizada para que haga juego con el paisaje. Un diseño seleccionado por algunos comerciantes de Envigado tomado de la lejana Suiza.

Por el momento se trabaja en la preparación de la madera y en pocos meses se espera que la pequeña   construcción, se levante en la montaña para ser el nuevo referente de este lugar.

Por Mary Luz Avendaño / Especial para El Espectador

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