Perder no es una tragedia universal, pero lo que sí resulta indignante es hacerlo de la forma como cayó Colombia: sin ideas, sin lucha, sin brújula, sin ritmo, sin reacción y, vuelvo a lo mismo, sin equipo. La selección no juega a nada, no tiene sabor ni color. No hay un líder en la cancha que sea capaz de organizar, que tenga personalidad y perrenque para echarse el equipo al hombro. Y si algún ingenuo llegó a pensar que esa función la iba a cumplir Giovanni Hernández, qué equivocado estaba. Pero lo peor es que no hay para dónde mirar. Macnelly Torres, en otras oportunidades, también ha demostrado que el puesto de ‘pensador' le queda grande, y lo mismo que a Tressor Moreno.
Y si no hay ideas en el mediocampo, qué se puede decir de la defensa. Ante Chile improvisamos un cuarteto que nunca antes había usado Pinto, ante el bajo rendimiento de los titulares en el partido ante Uruguay. Pero tampoco fue por ahí. Sencillo: nos metieron cuatro goles. ¿Hay espacio para la discusión? Y a los pobres delanteros, pobres en todo el sentido de la palabra, nunca les llega el balón. ¿Pero cómo, si no hay mediocampo? Aunque tampoco es que ellos hagan su mayor esfuerzo por bajar y recuperar el balón desde atrás.
Hoy Colombia no tiene jugadores para soñar con una clasificación. No los hay o si los hay quiero saber dónde están. Porque podrían cambiar al técnico, como algunos ya lo piden a gritos -yo no- pero once titulares de jerarquía dónde se consiguen. ¿Cuál es la solución? Averígüelo Vargas. No sé a qué santo tendrá que recurrir Pinto para desenredar el acertijo que en cada partido le deja la selección. Ojalá lo encuentre. Espero que lo encuentre y que lleve a Colombia al mundial, aunque la verdad, cada día veo más lejos a Suráfrica en el mapa.