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Qué ‘tío’ es Contador

El pedalista del equipo Astana se convirtió en el segundo español en ganar la carrera italiana. En 2004 estuvo cerca de morir, hoy está en la gloria.

Cristina Cabrejas/ Milán, EFE
01 de junio de 2008 - 08:54 p. m.

Alberto Contador, un ciclista madrileño de 25 años, se convirtió el domingo, 15 años después del segundo triunfo de Miguel Induráin, en el segundo español que gana el Giro de Italia.

Desde que Induráin logró la segunda ‘maglia rosa’ consecutiva —y última— en 1993, ningún español había pasado del segundo puesto en la ronda italiana: Abraham Olano en 2001 y José Enrique Gutiérrez en 2006. Después de once victorias italianas consecutivas, el trofeo de vencedor del Giro regresa a España.

Contador nació en el Hospital 12 de Octubre de Madrid y reside en Pinto. Doña Francisca dio a don Francisco el tercero de sus cuatro hijos, el pequeño Alberto, el Día de la Constitución (6 diciembre) del año 1982, cuando ‘Naranjito’ daba la imagen del Mundial de Fútbol en España.

El balón de fútbol llamó la atención a Contador, seguidor confeso del Real Madrid. Piernas finas pero hábiles y rápidas para desbordar por la banda. Mezcló la búsqueda del gol con el atletismo, otra de sus pasiones infantiles.

Pero el muchacho de Pinto quería volar en busca de otras sensaciones, necesitaba sentirse libre. ¿La bici?, le planteó su hermano mayor, Francisco. Dicho y hecho, agarró al pequeño de la mano y lo llevó a la escuela de Pinto. “Bendito día”, recuerda.

Con 16 años, en juveniles, ya quería ser ‘un Pantani’. En el segundo año ganó cuatro carreras y se destacaba en la montaña. Ahí había madera de campeón y los linces cazatalentos no tardaron en ver a Contador. El Iberdrola (filial del Once), lo incorporó.

Dejó los estudios. Los libros pasaron a adornar las estanterías de su casa. Se trataba de un órdago al ciclismo, de una apuesta a todo o nada. Empezó a tomarse más en serio su pasión, pasó largas temporadas en el País Vasco, donde se curtió como ciclista. Un diamante que fichó Manolo Saiz para su Once Eroski en 2003. Allí se hizo profesional y empezó a dar resultados hasta que en 2004, durante la Vuelta a Asturias, el destino le ofreció la muerte y un médico le salvó la vida. Una hemorragia cerebral le produjo convulsiones y lo estampó contra el asfalto en la entrada a Infiesto.

Salvó el trance en el Hospital de Asturias y regresó a Madrid. Una vez en casa volvieron las convulsiones. De urgencia al Hospital Ramón y Cajal, donde fue intervenido quirúrgicamente para extraerle un cavernoma. Con 70 grapas y dos placas de titanio en la cabeza hubo de pasar pegado a la almohada más de mes y medio.

Contador pidió el libro Mi vuelta a la vida , de Lance Armstrong, donde el séptuple campeón del Tour explica cómo derrotó un cáncer. De sus páginas sacó su deseo de volver cuanto antes a la vida y, por supuesto, a la bicicleta. En noviembre, ante la sorpresa de los médicos, que no se lo creían, Alberto volvió a los entrenamientos y apenas tres meses después ganó una etapa en el Tour Down Under de Australia.

En 2005 ganó la Semana Catalana, en 2006 se vio involucrado en la “Operación Puerto” y quedó excluido del Tour; este año volvió  a ganar en la Vuelta a Suiza y Vuelta a Romandía. En medio del torbellino que mueve el ciclismo llegó al Discovery, el de Armstrong, aunque ya retirado.

Con la camiseta del equipo que dirige el belga Bruyneel ganó la París Niza y se presentó en el Tour como gregario de Leipheimer. La carretera le puso de primer espada, ganó la etapa pirenaica de Plateau de Beille y se puso de líder tras la exclusión de Rasmussen.

Días después, al término de la decimoséptima etapa, se puso de amarillo, lo defendió con uñas y dientes en la contrarreloj de Angulema y entró en París como vencedor. Se coronó a pesar de que era su primer Tour. Ahora también es el ‘rey’ de Italia.

Por Cristina Cabrejas/ Milán, EFE

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