El Magazín Cultural
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Un literato muy cineasta

Senel Paz es de ese tipo de escritores que lo es incluso desde antes de ir a la escuela. En los campos de Las Villas, este escritor y guionista cubano aprendió el hábito de imaginar e inventar historias escuchando los cuentos de sus abuelas. Una vez aprendió a escribir, empezó a producir historias.

Lina María Gómez González
28 de agosto de 2008 - 09:37 p. m.

Pero fue un cuento que escribió a finales de la década del 80, El lobo, el bosque y el hombre nuevo, el que le abrió las puertas de la literatura en Latinoamérica. Con esta obra ganó el premio Juan Rulfo en 1990 y luego hizo la adaptación al cine en 1992 con el nombre de Fresa y Chocolate, filme cubano nominado al Oscar como Mejor Película Extranjera.

Paz es un hombre tímido, y como él mismo dice, un mal entrevistado. Por ello la visibilidad que le dio Fresa y Chocolate, más que impulsarlo, lo cohibió, pues desde ese momento empezó a sentir la responsabilidad de crear historias para un público expectante.

Sin embargo, esa autorrepresión fue más bien poca. Desde esa fecha hasta hoy ha publicado varios cuentos y su más reciente novela En el cielo con diamantes, además de los guiones para las películas Maité (1994), Malena es un nombre de tango (1995), Cosas que dejé en la Habana (1997), Sí, quiero (1998), Un paraíso bajo las estrellas (1999), Lista de espera (2000) y Una rosa de Francia  (2006).

Con su hablar pausado y tono bajo, Senel Paz cuenta que le motiva escribir sus historias a partir de los personajes. En sus obras es evidente la forma como se desarrolla el factor humano en situaciones adversas y esa búsqueda interna de comprendernos como seres humanos. “En mis películas, la gente recuerda menos la trama como sí los personajes, algo que también me interesa mucho en la literatura”, afirma el escritor.

La experiencia de trabajar entre cine y literatura ha sido integral para este cubano que también pasó por las lides del periodismo. En él convive la actitud cinematográfica del literato, es de esas personas que tienen consciencia de que la literatura es de base un ejercicio del idioma y que gozan expresándose a través de la escritura.

Pero también su actitud en el cine no se limita a la del escritor, piensa en términos de cine, de puesta en escena, de trabajar para actores y con sus personajes. “La interrelación entre cine y literatura es muy rica y me da una libertad narrativa que se alimenta de la infinita capacidad que tiene la literatura para narrar”.

Por Lina María Gómez González

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