Pero, de acuerdo con investigadores de la Universidad Estatal de Michigan en Estados Unidos, la respuesta a tan envidiada facultad reposa en un componente genético.
Alexandra Burt, la doctora que encabezó la investigación, analizó los genes de 200 estudiantes universitarios y comparó los registros. Según reportó Burt, aquellos jóvenes que gozaban de popularidad dentro de su escuela presentaban una variación de un gen que los especialistas asociaron a la producción de serotonina, una hormona que entre otras funciones se encarga de evitar el enojo y las ansias de agresión.
Las sospechas de los investigadores los llevaron a concluir que dicha variación impulsa a sus portadores a comportarse de forma transgresiva, en una especie de búsqueda constante por romper las reglas.
Por ahora, las hipótesis para explicar el fenómeno apuntan a que, dentro de un grupo social, este tipo de comportamientos logran visibilidad gracias a que a ojos del resto de individuos que lo conforman se van configurando como hazañas, una explicación que parece ratificar el hecho de que los llamados ‘chicos malos’ siempre serán más famosos que los tradicionalistas.