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Natación con medusas en la isla de Palau

En una paradisíaca playa de la isla de Palau, ubicada en el Pacífico Sur, en cercanías de Filipinas, hay una laguna de 15 mil años de antigüedad donde los turistas se arrojan a las verdes aguas y nadan junto a 10 millones de medusas.

El Espectador
23 de febrero de 2009 - 11:00 p. m.

El Lago Medusa, uno de los cinco de la isla que alberga diferentes clases de estos organismos, se formó luego de que un movimiento de placas tectónicas creara una depresión en el interior de la isla, al final de la última era glacial. Con la subida de los océanos el agua salada se fue filtrando a través de la roca y así se llenó esta suerte de mar interior.

Al quedar atrapadas sin su depredador natural, las tortugas marinas, las medusas lentamente fueron disminuyendo la cantidad de veneno que producen hasta que se convirtieron en seres inofensivos para los humanos, pero aún letales para ciertos organismos que viven encima de las algas del lago.

Las medusas o aguamalas se alimentan de los subproductos de la fotosíntesis que realizan las algas que viven en sus tejidos. Durante el día, estos animales atraviesan el lago dos veces, como si se tratara de una pequeña migración, siguiendo el curso del sol para garantizarle a sus algas la luz suficiente para que éstas realicen la fotosíntesis y sirvan de alimento a las medusas.

En la noche descienden a la mitad de la profundidad del lago, donde se encuentran bacterias que procesan las secreciones de las algas que habitan en el fondo. El lecho del cuerpo de agua es hogar de una sustancia altamente tóxica, tanto para las medusas como para los humanos, el anhídrido sulfhídrico. Por cuenta de la existencia de este compuesto químico está prohibido el buceo de profundidad en esta laguna, ubicada en un área considerada una de las mejores para practicar este deporte.

En 1998 la población total de medusas, cercana a los 10 millones, murió de repente. En ese entonces los científicos indicaron que la causa era el aumento de la temperatura del mar ocasionado por el fenómeno de El Niño. Sin embargo, en poco más de una década la especie se recuperó por completo y pobló de nuevo el lago para el deleite de turistas y biólogos, que ven en esta especie una prueba viva de la teoría evolutiva de Charles Darwin.

Por El Espectador

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