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La historia del polvo blanco

Al año se venden unos $60 mil millones en este producto y se fabrican más de mil toneladas.

Carolina Gutiérrez Torres
21 de marzo de 2009 - 10:00 p. m.

El tarro de talco que Mauricio Pérez tiene en las manos fue fabricado en la década de los sesenta. El señor Pérez, quien ha trabajado buena parte de su vida en la compañía Schering-Plough —fabricante de Mexsana—, explica que ese fue el segundo empaque que tuvo el producto en Colombia.

El primero era una polvera que, sobre todo, cargaban las mujeres en el bolso para esparcirse polvillo por el cuerpo, a cualquier hora del día, con una mota de peluche. El segundo empaque era metálico y para usarlo había que abrirle unos huequitos en la tapa con una puntilla y un martillo. Al menos ese era el método que se usaba en Colombia, el país que con los años se consolidaría como uno de los principales consumidores de talco en el mundo y el primero en América Latina.

De los tiempos del talco empacado en “polvera” cuentan que las madres lo utilizaban para aclarar la piel de sus hijitos que habían nacido más oscuros de lo que ellas deseaban. Luego del baño les regaban el polvo blanco por todo el cuerpo. Con los días, aseguraban, la piel se volvía más clara y más suavecita.

El productor número uno

Mexsana, que es el talco más vendido en el país (tiene el 35% de este mercado, según la empresa de estudios de mercados Nielsen, y vendió el año pasado $13 mil millones en supermercados de cadena), llegó a Barranquilla en los años 30. Desde ese entonces, hasta ahora, conserva la misma fórmula que creó la multinacional Schering-Plough en Estados Unidos. “Desde que llegó a Barranquilla el talco comenzó a arraigarse en las familias y los viejos empezaron a dejarles de herencia a los más jóvenes ese hábito”. Germán García, gerente general de Schering-Plough en Colombia, quien maneja las cifras, los porcentajes y las ganancias de la compañía, dice que el éxito del talco en este país se debe a dos razones: “En Colombia su uso es preventivo, en cambio en otras partes, como en los países europeos, es curativo. Además, aquí ha sido un producto multiestrato y multigénero”.

En Colombia siempre lo han usado ricos y pobres. Igual que en otros países latinoamericanos, como Brasil, donde el talco se hizo famoso por la historia de un futbolista negro de comienzos del siglo XX, que se impregnaba de este polvo para disfrazarse de blanco y jugar con la nómina de ingleses del equipo Fluminense. Una tarde de lluvia le mató el sueño de ser blanco entre los negros.

Los otros productores

El tercero en la lista de ventas en Colombia es Rexona Efficient, de la compañía Unilever, con un 12% del mercado (el segundo es Yodora, con el 21%). Este talco llegó a Colombia en 1985. Ya para ese año el tarro metálico que debía ser abierto con una puntilla había desaparecido. Fue en los años 70 cuando empezó a usarse el plástico para el empaque del talco y la tapa también fue modernizándose. En 2005 Univeler sacó un nuevo producto que muchos creyeron era el comienzo de la extinción del talco: el aerosol que tenía sus mismas facultades. Sin embargo, cuenta Marcela Chávez —de Unilever Andina—, “con los años nos dimos cuenta de que no lo desplazó. El mercado del aerosol crece, pero el del talco se mantiene”.

En el último año en Colombia se recaudaron $37 mil 622 millones en talco en supermercados de cadena y se produjeron 1.200 toneladas (según cifras de Nielsen). En total, calculan los empresarios, son unos $60 mil millones al año los que deja este producto. Las cifras continúan creciendo. La tradición sigue imperando.

Por Carolina Gutiérrez Torres

 

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