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“América Latina se fortalecerá de esta crisis”

El director de política económica y reducción de pobreza del Banco Mundial,cree que Colombia será un ícono regional.

Sergio Otálora Montenegro / Especial para El Espectador, Miami
21 de marzo de 2009 - 10:00 p. m.

Hay quienes dicen que eso es pensar con el deseo. Que la recesión aguda que viven las economías más grandes del mundo, y con ellas las emergentes, dejará más pobres, más conflictos sociales, más inestabilidad política, sobre todo en Latinoamérica, donde hay viejas lacras sin resolver, a pesar del espectacular crecimiento económico de los últimos cinco años.

Marcelo Giugale lleva más de cuatro lustros hundido de pies y manos en el tema de la pobreza. Por su trabajo, ha recorrido toda la región, de palmo a palmo; conoce prácticamente todos los esfuerzos, frustraciones, limitaciones y logros de cada uno de nuestros países en su lucha contra la miseria. A pesar de que lo suyo es la economía, su trabajo de hablar con funcionarios y líderes de gobiernos contrapuestos, lo hace un hombre político, con talento para la diplomacia. Fue condecorado en Bolivia, habla bien de los programas de asistencia social de Venezuela, y se refiere a Colombia con enorme afecto, fue testigo de primera mano de la transición entre el gobierno de Pastrana y Uribe, e incluso tuvo que estudiar a fondo el tema de Transmilenio, al que considera uno de los sistemas de transporte más exitosos en la subregión.

¿Cómo ven ustedes esa doble circunstancia de un país como Colombia, que en los últimos años ha mostrado un crecimiento importante de su economía y, al mismo tiempo, se ahondan sus viejas limitaciones estructurales y el conflicto armado devora valiosos recursos económicos?

Te voy a dar una opinión sesgada, porque Colombia es un país al que quiero mucho. Su éxito económico y su calidad institucional son un tributo a los colombianos. A pesar de un tema importante de seguridad, que lo lleva desde hace muchos años, ha podido armar una economía que funciona, que tiene resultados en algunos casos ejemplares, como en el tema educativo, que compite, siempre abierta a la tecnología y a las novedades; eso sería impensable para la mayoría de países que estuvieran bajo un tipo de conflicto parecido. Y sin embargo, me imagino que tiene que ver con el talento, con la cultura y el genio de los colombianos. Yo miro al país como una historia de éxito, porque este conflicto algún día va a terminar, y cuando termine Colombia va a ser un ícono para la región.

¿Cuánto se va a demorar América Latina en recuperar el terreno perdido en la lucha contra la pobreza por culpa de esta recesión?

Nosotros estimamos que la crisis va a causar 6 millones más de pobres en la región.  Cuatro es gente que hoy está en la clase media y caerá en la pobreza. Los otros dos millones son personas que habrían salido de la pobreza, de no haber sido por el efecto de esta crisis. Hay  confianza en que nosotros vamos a poder amortiguar este impacto. Hay que decirlo: las cuentas públicas de América Latina nunca estuvieron tan bien, pero vamos a sentir el cimbronazo.

Supongo que los países que mejor pueden sortear la crisis son Chile, Brasil, pero Argentina, Bolivia, Venezuela, Colombia, México, no están tan bien parados en esta coyuntura…

La verdad es que la región en promedio nunca había tenido un marco macroeconómico más sólido que el que tiene ahora. Hemos hecho un tremendo progreso en mejorar nuestras cuentas fiscales. Lo interesante es que los votantes han comprado la idea de que tener cuentas públicas sanas es un valor, y han dado premios o castigos a los políticos que no han podido lograrlo.

De hecho, México y Chile, por ejemplo, no tienen déficit fiscal…

Eso es nuevo en nuestra región. Hace diez años pensábamos que el déficit fiscal era la manera de vivir.

Y que el superávit era algo medio obsceno, porque significaba que el Estado no estaba gastando nada…

Hoy por hoy el que maneja bien la cuenta pública tiene un rédito político enorme, y esto no sólo para el nivel de gobiernos centrales sino también locales. En los últimos diez años le sacamos al Estado la capacidad de imprimir moneda, se la dimos a una institución —los bancos centrales— que ahora es independiente, que responde al Congreso, que es más transparente, más competente, y que en media docena de casos se comprometió con metas de inflación específicas, y lo logró. Latinoamérica puede salir de esta crisis fortalecida, porque se va a demostrar que hacer las cosas bien durante tanto tiempo, ayuda.


¿Qué tanto hay de verdad y qué tanto de mito en el hecho de que el bajón en los precios del petróleo va a vulnerar o afectar rápido, y de manera profunda, la economía venezolana, como lo dicen los más enconados adversarios de Chávez?

Mira, yo no creo que ningún país latinoamericano esté desprotegido con respecto a la crisis. Venezuela tiene la suerte de contar con algunas redes sociales sobresalientes. Algunas de las misiones han tenido resultados excelentes. Yo los he felicitado personalmente. La misión Barrio Adentro, de medicina básica preventiva, es de primera línea. No veo ningún país en América Latina que hoy pueda decir “si baja esta materia prima estoy mal, si sube estoy bien”. Las materias primas ayudaron al crecimiento de América Latina en los últimos cinco años, pero es posible separar cuánto de crecimiento se debió a la subida de las materias primas y cuánto se debió a buenas políticas. Y lo que hemos visto es que más o menos, en promedio, en toda la región, es mitad y mitad. Yo creo que la cosa es más compleja.

¿Esta debacle financiera global no ha generado un enorme escepticismo por lo que significan las instituciones de libre mercado como elementos de solución de la pobreza?

Esa dicotomía entre capitalismo y no capitalismo, entre neoliberales y no neoliberales, está empezando a ser pasado. Porque la realidad es que los líderes políticos que han tenido éxito en los últimos diez años son, y sólo son, los que han podido balancear la disciplina económica con la solidaridad social, el mercado con la gente.

Pero hay países como Bolivia, Ecuador, Venezuela, que sospechan profundamente de las economías de mercado. ¿Qué pasa con ellos, y su relación con el Banco Mundial?

Les seguimos ofreciendo apoyo a todos. Los países eligen. Por ejemplo, nuestra relación en Bolivia, con préstamos, es muy grande, está en un punto muy alto. El banco se ha separado más de lo ideológico y trata de escuchar al cliente. Hay países que están buscando su propia respuesta y eso nos parece natural. Hay que respetar que cada país encuentre su visión y es loable que así sea.

Evo Morales o Hugo Chávez significan el ascenso de la lucha social, una persistente y paulatina presencia del pueblo en los asuntos públicos. ¿Esta crisis, desde el punto de vista  político, no puede llegar a ser un elemento de agudización del malestar social, que hará difícil el manejo de los asuntos del Estado?

La región evolucionó muy rápido en las últimas dos décadas. Pasamos de las dictaduras militares a tener democracia representativa y muy pronto llegamos a la democracia participativa. Institucionalizamos la participación y a la gente le encantó. La democracia ahora empieza a ser protagónica, algunas decisiones las toman los ciudadanos, es una historia de éxito.

Un hombre que conoce a fondo la pobreza, que ha estado en todos los países de la región, ¿por qué no se ha metido a la política todavía?

Por ahora mi misión es con los latinoamericanos. Me daría mucha pena no hacer una Latinoamérica diferente para nuestros hijos, donde los viejos conflictos queden atrás,  nos movamos más allá de izquierda y derecha, tengamos una visión de desarrollo, un grupo de sociedades con identificaciones propias pero ideas comunes, donde busquemos insertarnos en el mundo, no vivir de espaldas a él, donde tengamos la última tecnología y las oportunidades sean las mismas, que las circunstancias personales no importen, ser mujer, varón, negro, si sales de un barrio o de la élite, yo creo que esa Latinoamérica es posible.

Por Sergio Otálora Montenegro / Especial para El Espectador, Miami

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