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Diario de un biólogo

Perfil de Andrés González, magíster molecular.

Carolina Gutiérrez Torres
13 de mayo de 2009 - 10:37 p. m.

Andrés González —uno de los primeros biólogos moleculares en graduarse en el país— tiene en sus manos seis pruebas de VIH. Una de ellas corresponde a un hombre de Medellín, de 30 años, que lleva algunos días interno en el hospital La María con problemas respiratorios y una diarrea que no cesa. El paciente —dice González— confesó haber tenido múltiples contactos sexuales. Luego de un proceso de cinco horas, el biólogo obtuvo los resultados: son seis cintas marcadas cada una con un número y una letra. La 6025m, que corresponde al señor de 30 años, es VIH positivo. Él y cuatro personas más recibirán la noticia en unos días. Sólo uno de los exámenes fue negativo. “Cada número es una persona, una vida, no se puede perder la sensibilidad ante eso”, dice González desde el laboratorio clínico de Dinámica, en Medellín,  donde trabaja hace unos años.

Ese es el trabajo de González cada día. Lo soñó desde muchos años atrás, cuando estudiaba bacteriología en la Universidad de Santander y decidió entregarse a los saberes y experimentos en los laboratorios, porque allí, asegura él, “es donde se genera el nuevo conocimiento”. Luego se obstinó con la idea de continuar su carrera estudiando biología molecular, pero para ese entonces —año 2000— ninguna universidad del país ofrecía esa especialidad. Y se obsesionó con esa idea, explica, porque la biología molecular le permitiría combinar la informática y las nuevas tecnologías con la clínica, con el diagnóstico de enfermedades y con la cura. “Es una ciencia muy sensible”, dice con un dejo de orgullo y pasión que no puede ocultar.

Cuando terminó bacteriología viajó a Inglaterra. Quería aprender inglés y buscar su destino en alguna universidad de ese país, el que llevaba años enseñando e investigando aquella ciencia, pero los precios de la especialización eran impagables: $120 millones un semestre en la Universidad de Cambridge. Desistió de la biología molecular y se dedicó al inglés, a lavar platos y luego a ser ayudante de chef para sobrevivir.

Volvió a Colombia en 2004. Lo recibió su padre, Leonel González, médico veterinario, con un recorte de prensa que anunciaba: “Maestría en biología molecular en la Universidad de Pamplona. Inscripciones abiertas”. De inmediato se sometió a una exigente selección. Debía presentar una propuesta de investigación y él expuso un proyecto en el que venía trabajando hacía algunos años sobre la tuberculosis. Fue uno de los seis elegidos. Luego de dos años viajó a Medellín. Siguió sus estudios en la Universidad de Antioquia, que tenía un convenio con la U. de Pamplona, y empezó a trabajar, a realizar su sueño. Lo hizo en el Hospital Universitario San Vicente de Paúl, con una investigación sobre cáncer de mama que luego sería su proyecto de grado. El 30 de mayo del año pasado recibió su diploma como biólogo molecular. Él, Carlos Maldonado —ingeniero agrónomo— y Nelson Fernández —biólogo marino—, fueron los tres primeros especialistas en esta ciencia formados en el país. Al laboratorio clínico de Dinámica, donde procesó la prueba de VIH del paciente 6025m, llegó en diciembre de 2006. Allí, cada mes, realiza unas 60 veces el mismo procedimiento. El 98% de los casos concluye como el del señor de 30 años: VIH positivo.

Por Carolina Gutiérrez Torres

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