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Los extranjeros en Colombia

Se requiere una reforma de la Cancillería que permita el arribo de más personas al país.

José Leibovich*
24 de mayo de 2009 - 09:20 p. m.

Santiago Montenegro, en su penúltima columna de El Espectador, expuso las múltiples razones por las que a muchos extranjeros les fascina vivir en Colombia. Él desea que vengan más, pues la mayoría ha hecho aportes a causas sociales nobles como luchar contra la pobreza; también ha contribuido al desarrollo de la educación y la ciencia.

En realidad, los extranjeros han hecho aportes importantes en distintos campos de la actividad humana: el desarrollo de empresas, el deporte, la infraestructura y diversas manifestaciones de la cultura. Pero para que vengan más se requiere, entre otras cosas, una reforma profunda de nuestra Cancillería, que ha tenido por lustros una política de inmigración obtusa y xenófoba.

Mientras la mayoría de los países de América Latina —para no mencionar a los Estados Unidos, que en esencia es un país de inmigrantes— se caracterizaron por adoptar una política abierta a los flujos migratorios forzados por grandes conflictos durante el siglo pasado (la Primera Guerra Mundial, la Revolución Bolchevique, la Segunda Guerra Mundial), Colombia fue mezquina con los inmigrantes, con pocas excepciones como durante el período liberal de Alfonso López Pumarejo, cuando llegó al país un grupo de españoles republicanos que huían de la dictadura de Franco.

Los sobrevivientes del Holocausto que llegaron a Colombia entre 1945 y 1947, entre ellos mis padres, tuvieron que esperar más de un año para obtener la visa de entrada al país. Eran tiempos del gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez: su canciller Luis López de Mesa impuso una doctrina decididamente cerrada a la inmigración.

Más adelante, el gobierno de César Gaviria intentó con Noemí Sanín adoptar una política abierta a la inmigración de técnicos, tecnólogos, ingenieros y científicos provenientes de las ex repúblicas soviéticas y de los países del este asiático. Esta política fracasó por la férrea oposición de los mandos medios de la Cancillería colombiana.

¿Cuáles son las razones profundas de la Cancillería para poner tantas trabas a la inmigración? ¿Se tiene la percepción de que los foráneos le van a hacer daño al país? ¿No van a generar riqueza? ¿Van a pervertir la cultura colombiana?

La historia demuestra que los inmigrantes aportan a los países que los acogen con excelente disposición para generar riqueza, cambio técnico, capacidad científica, una cultura más cosmopolita y por consiguiente más tolerante, produciendo además un cruce maravilloso de razas.

Los europeos y los norteamericanos están hoy en la encrucijada  de qué hacer con sus inmigrantes ilegales. Estos son los problemas de las potencias que fueron o son las más poderosas. Este no es el problema de un país como Colombia que necesita todos los recursos —especialmente los humanos— para superar el subdesarrollo y la desigualdad.

 * Director Crece.

Por José Leibovich*

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