Publicidad

Golpe contra el chavismo

Al presidente hondureño le salió caro enamorarse del Socialismo del Siglo XXI.

M.A. Bastenier* / Especial para El Espectador
30 de junio de 2009 - 10:50 p. m.

El domingo pasado estaba convocado un golpe de Estado en Tegucigalpa. En un país como Honduras, de densidad democrática débil y legalidad de celofán, los poderes transitan sobre el alambre, en riesgo permanente de desplomarse sobre sí mismos.  El presidente hondureño, Manuel Zelaya, del partido liberal, que como su nombre indica practica la libertad de explotación, es el último en la ya larga nómina de jefes de Estado latinoamericanos que consideran que un solo mandato —el no “reeleccionismo”— priva injustamente al pueblo de la repetición de gobernante, de ordinario él que padece esa preocupación.

La limitación a un solo período presidencial tiene un excelente pedigrí en América Latina. Porfirio Díaz se hizo elegir siete veces presidente de México y gobernó más de tres décadas hasta 1910, y como él otros muchos convirtieron sus mandatos en tiranías corruptas y oligárquicas. Más o menos asegurada la democracia  en los últimos 20 años, los presidentes latinoamericanos parecía como si ya se sintieran legitimados para pedir más cancha.

En 1993 el peruano Alberto Fujimori remendó la Constitución para desempeñar un segundo mandato; al año siguiente el argentino Carlos Menem hizo otro tanto; le siguió el brasileño Fernando Henrique Cardoso en 1997; y en esta última década, el colombiano Álvaro Uribe, la tripleta chavista formada por Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia, y hoy andan dándole vueltas el nicaragüense Daniel Ortega y el paraguayo Fernando Lugo, ambos en la órbita de Caracas. Y, como se ve, no es cuestión de ideología sino de la excelente opinión que los interesados tienen de sí mismos, lo que hace que derechas e izquierdas sueñen presidencias.

Conversión presidencial

Zelaya ha sido un presidente que experimentó una conversión paulina: a medio mandato decidió pasarse al “Socialismo del siglo XXI”, y el 25 de agosto pasado firmaba el ingreso de su país en el ALBA, organismo creado por Chávez para la integración económica latinoamericana por una vía no capitalista de la que aún se sabe muy poco, y proyecto de alternativa al ALCA librecambista de Estados Unidos.

Sin que eso desmienta su preocupación social, sólo semejante viraje podía facilitarle a Zelaya un nuevo libreto político que interpretar; como si fuera un personaje en busca de un autor, que sólo puede ser Hugo Chávez. Y para llevar adelante esa revolución, el líder hondureño tenía que ganar por pies a la mayor parte del establecimiento político y social de su país, que no parece estar para chavismos.

Sin esperar a las elecciones presidenciales del 28 de noviembre de este año, que ya tienen como candidatos a Elvin Santos, oficialista, y Porfirio Lobo, oposición, aparentemente ajenos a cualquier alineamiento con Caracas, Zelaya tenía que tratar de poner a sus adversarios ante una evidencia insuperable: un referéndum, que había anunciado para el pasado domingo, 27, en el que la opinión allanara el camino a una futura reelección con el desempeño de su nuevo libreto.

El Congreso, en vez de iniciar entonces algún tipo de impeachment (juicio presidencial), que se demoraría ad kalendas, contra el presidente, prohibía el día 23 el referéndum, ante lo que Zelaya cesaba de inmediato al jefe de las Fuerzas Armadas, Romeo Vásquez, por no secundar con sus medios logísticos la consulta; y el Ejército cometía el gravísimo delito y terrible error de sacar los tanques, secuestrar al presidente, y pasaportarlo a San José.

Así es como el domingo estaba convocado un triple golpe: del presidente por celebrar la consulta; del Ejército por derrocar al jefe del Estado; y del Congreso por elegir a su presidente, Roberto Micheletti, como sucesor de Zelaya en un interinato hasta las presidenciales.

Chavistas contra no chavistas

Pero el combate de fondo se libra entre chavistas y no chavistas. La OEA, la UE, el Parlamento centroamericano, Estados Unidos y ¿quién no? han condenado el golpe militar y tendrán ahora que poner en cuarentena al nuevo régimen. Hace muy poco no habría costado adivinar la mano de Washington en la asonada, e incluso hoy unos militares formados en la Escuela de las Américas parece inverosímil que actuaran sin ponerlo en conocimiento de la base norteamericana de Soto Cano en Honduras.


Pero ni Estados Unidos, ni el Brasil del presidente Lula, ni media OEA pueden ver con entusiasmo cómo se extiende el chavismo. ¿Ha tendido Zelaya una trampa a sus adversarios? El nuevo régimen hondureño, que sólo aspira a llegar a la cita de noviembre, tiene una difícil supervivencia. El golpe contra Chávez puede tener trayectoria de bumerán.

Dos batallones estarían a punto de levantarse

Aunque la prensa hondureña no reporta nada, los corresponsales extranjeros en el país centroamericano informaron que en el país está surgiendo cierta inconformidad con el gobierno de Roberto Micheletti. La emisora “Radio Nacional”, de Venezuela, informó que dos batallones se estaban alzando en contra del nuevo gobierno. Según las fuentes consultadas por la emisora venezolana, se trataría del Cuarto Batallón de Infantería del municipio Tela Atlántida y el Décimo Batallón de La Ceiba. El Gobierno dijo que no pasaba nada.

Así silenciaron a la radio

Luis Galdamez, periodista  de “Radio Globo”, que junto con Canal 36 es de los pocos medios independientes de Honduras, explicó al periodista Joaquim Ibarz, corresponsal del periódico español ‘La Vanguardia’, cómo silenciaron su emisora. “El domingo los militares entraron a las cinco de la mañana. Nos dijeron que cortáramos la emisión, amenazaron con detenernos a todos si no obedecíamos. Seguimos informando. Nos conectaban muchas emisoras del exterior, porque nadie decía lo que ocurría en el país. Nos llamó el fiscal general Luis Alberto Rubí para amedrentarnos. Al seguir en antena, volvieron los soldados. Mientras golpeaban los portones, escapamos escalando un muro de atrás de la emisora. Los soldados rompieron y destrozaron las instalaciones. Golpearon a David Romero, pero pudo huir. Detuvieron dos horas al personal administrativo. Ahora la emisora está cerrada”. Quienes informan de la situación en el país son un puñado de corresponsales extranjeros que se encuentran en Tegucigalpa.

La comitiva que llegará a Honduras

El depuesto presidente hondureño, Manuel Zelaya, confirmó su regreso al país para este jueves. Pero no llegará solo. Una comisión, conformada por varios representantes de países latinoamericanos y miembros de organismos internacionales lo acompañarán a Tegucigalpa. Hasta ahora han confirmado Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina; Hugo Chávez, de Venezuela; Evo Morales, de Bolivia y Rafael Correa, de Ecuador. “Creemos que es muy importante el ejercicio democrático y el respeto a la voluntad popular”, aseguró la mandataria argentina. No se sabe qué pueda pasar el jueves, pues según informó el presidente de facto, Roberto Micheletti, sigue vigente una orden de captura en contra de Manuel Zelaya como consecuencia de los delitos que cometió para “eternizarse en el poder”.

ONU pide restitución de Zelaya

En una decisión unánime, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución de condena al golpe militar de Honduras y pidió la “restitución inmediata e incondicional” del depuesto presidente Manuel Zelaya.

Además, los 192 representantes mundiales instaron a los demás gobiernos del planeta a no reconocer el mandato de Roberto Micheletti.

“Esta resolución expresa la indignación del pueblo de Honduras y del resto de la comunidad internacional”, dijo el propio Zelaya ante el seno de la Asamblea.

Por otra parte, la Casa Blanca anunció una posible reunión entre Zelaya y miembros del Departamento de Estado.

* Columnista del diario español El País

Por M.A. Bastenier* / Especial para El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar