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Por la puerta de atrás

El vallecaucano cometió el error del primer gol en la derrota 2-1 ante Pasto, salió lesionado y fue reemplazado por Cuadrado, quien también se equivocó. Panorama nublado para los azules.

Luis Guillermo Ordóñez O.
30 de agosto de 2009 - 10:17 p. m.

Luis Augusto García tiene claro cuál es el problema de Millonarios, pero lo que no sabe es cómo lo va a solucionar. El estratega bogotano, generalmente acertado a la hora de tomar decisiones para modificar esquemas y cambiarles la cara a los partidos, no ha podido hacer nada para que su equipo sea contundente en El Campín, en donde apenas ha sumado cinco puntos de 15 disputados.

El sábado los embajadores cayeron 2-1 ante el Deportivo Pasto y perdieron buena parte de sus posibilidades de clasificar a los cuadrangulares, porque llevan apenas 10 puntos en ocho jornadas y de las diez restantes tendrán que jugar cinco en condición de visitantes.

Pero más allá de las estadísticas, que para los hinchas albiazules siguen cuadrando, futbolísticamente el equipo no ilusiona y hace cada vez más evidentes las limitaciones de su nómina, la falta de alternativas y el pequeño margen de mejoría que hay, pues por más que el grupo se aplique tácticamente y se entregue al máximo en la cancha, el talento escasea y eso, en el fútbol, es lo que finalmente marca la diferencia.

“Tenemos muchos problemas en las acciones con pelota quieta, ahí es donde nos han marcado, ahí está nuestra dificultad, como nos pasó en Bucaramanga. ¿Han estado comprometidos los arqueros?, seguramente, pero sinceramente tampoco tenemos contundencia arriba. Este no es un equipo maduro, le faltan horas de vuelo, no tiene claridad”, señaló García con cara de resignación al final del compromiso ante los nariñenses, en el que no pudo contar con el lesionado Gerardo Bedoya y el suspendido Ricardo Ciciliano.

Para completar, su hombre de confianza, el arquero Óscar Córdoba, volvió a fallar en la acción del primer gol y a los 10 minutos del complemento dejó el campo por una molestia en su espalda.

“Óscar tiene un problema en la columna, una vértebra que le está molestando. Cuando iba saliendo me dijo: ‘Profe, no puedo más, tengo un dolor muy fuerte’”, explicó el estratega. Lo cierto, sin embargo, es que la historia del golero vallecaucano en Millonarios podría haber terminado, pues una vez más la hinchada lo insultó y pidió a gritos el ingreso de José Fernando Cuadrado, algo que ha ocurrido constantemente desde enero pasado, cuando Córdoba llegó a Bogotá.

A pesar de que tuvo buenas presentaciones en Cúcuta y Manizales, el ex golero de la selección de Colombia no ha conseguido un buen rendimiento este año y su liderazgo dentro del grupo no ha sido suficiente para ganarse el cariño de la afición. El domingo, amablemente, Óscar se negó a hablar del tema, pues estaba acompañando a su hija a una prueba hípica.

Sus compañeros y el propio técnico, respetando los códigos del fútbol, reconocieron el profesionalismo del arquero y dijeron que todos son responsables tanto de las derrotas como de las victorias. Pero la hinchada, que se deja llevar por la pasión y sobre todo por los resultados, dejó en claro que no lo quiere ver más en el arco albiazul y le recordó los siete goles que le hizo Santa Fe en 1992, en su primera etapa en Millonarios, y hasta la anotación del rumano George Hagi, en el Mundial de Estados Unidos 1994.

Ese mal ambiente que le ha generado la afición, sumado a la lesión, podría significar la salida por la puerta trasera de uno de los futbolistas colombianos más laureados de la historia, pues además el mismo Córdoba, de 39 años de edad, ha señalado repetidamente su intención de dejar el fútbol activo y prepararse para ser dirigente.

Tal vez el momento le ha llegado, pues no vale la pena que un hombre decente, honesto y respetuoso exponga su prestigio cada semana sin ninguna necesidad.

Por Luis Guillermo Ordóñez O.

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