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La oligarquía orteguista

Funcionarios del gobierno de Nicaragua, antes guerrilleros que lucharon contra la dictadura de Anastasio Somoza, están siendo cuestionados por enriquecerse a costa del Estado.

Carlos Salinas Maldonado / Especial de El País,Managua
01 de septiembre de 2009 - 10:59 p. m.

Aquel 20 de julio de 1979, Managua era una fiesta. Si bien en los alrededores de la ciudad todavía se registraban escaramuzas entre oficiales de la Guardia Nacional y guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación Nacional (Fsln), en la plaza central de la capital de Nicaragua se celebraba la caída del último de los Somoza, Anastasio Somoza Debayle, y el fin de la dinastía que durante 42 años, 6 meses y 16 días había machacado a su antojo al pequeño país, dejando una estela de muerte y destrucción. Somoza miraba a Nicaragua como su finca.

La escena que marcaría aquel día de julio se produjo a unas cuadras de la plaza, frente al Estadio Nacional, donde decenas de personas derribaron la estatua que, montado a caballo, levantaba al padre de la dictadura, Anastasio Somoza García. El pedestal quedó vacío durante casi 30 años, como símbolo de una historia que no debía repetirse, pero en septiembre de 2008 uno de aquellos guerrilleros que entró victorioso a Managua en 1979, Daniel Ortega, hoy presidente del país, decidió elevar en aquel mismo pedestal la estatua de Augusto César Sandino, el héroe de Nicaragua, montado en un burro. A la par, Ortega se convertía en un personaje omnipresente en Managua, como lo fue antes Somoza.

Pero el rostro de Ortega no es lo único que llama la atención de los nicaragüenses, que miran con recelo cómo los viejos guerrilleros del Fsln se convierten en una poderosa élite en Nicaragua, en lo que el analista Félix Maradiaga ha llamado “la oligarquía orteguista”. “En Nicaragua no existe socialismo ni sandinismo, sino orteguismo. El Frente Sandinista es un partido con una composición familiar, con una réplica de viejas modalidades de acaparar riqueza y una estrategia política basada en una imagen populista”, explica Maradiaga.

Desde que llegó al poder en enero de 2007, varios de sus asesores han acaparado el interés de la prensa nicaragüense. Un caso emblemático es el del asesor en temas sociales de Ortega, Orlando Núñez, autor de una serie de libros que atacan a la “oligarquía conservadora” de Nicaragua, pero de la que Núñez parece copiar su estilo de vida. El funcionario posee dos islas en el paradisíaco archipiélago de Granada, al sur de Managua, donde una isla puede costar cerca de US$200.000. Tiene una lujosa mansión veraniega de dos pisos, con piscina y terraza, en una de las playas más concurridas de Nicaragua, y cuenta con ocho apartamentos en Managua, que alquila a un precio de US$400 al mes, en un país donde el salario medio es de US$200.

A la par de Núñez está Bayardo Arce, ex comandante de la revolución y ahora asesor económico del presidente Ortega. El escritor Ernesto Cardenal, en sus memorias La revolución perdida, acusa a varios comandantes, entre ellos Arce, de haber traicionado los ideales revolucionarios para hacerse ricos. De hecho, a Arce se le señala como parte del poderoso grupo de empresarios del Fsln que participaron tras la caída del primer gobierno de Ortega en los ochenta, de lo que aquí se llama “la piñata”, la apropiación de bienes y propiedades del Estado a manos de líderes del Frente Sandinista.

Los medios nicaragüenses relacionan a Arce con una de las compañías más fuertes de Nicaragua, líder en la distribución de granos y otros alimentos. Además, el otrora periodista del diario La Prensa de Managua —medio al que ahora tacha de “opositor”— ha estrenado una lujosa villa en una zona exclusiva al sur de la capital de Nicaragua.

La moda de estrenar casas de lujo no sólo abarca a los altos funcionarios de gobierno. Mandos medios del Fsln también son cuestionados por seguir la tendencia. Entre ellos está Fidel Moreno, secretario general de la alcaldía de Managua, quien en abril compró una casa de US$300.000 en una lujosa zona residencial. Como Moreno, Edgardo Cuarezma, secretario político del Fsln y líder de los controvertidos Consejos del Poder Ciudadano (grupos populares afines al gobierno) adquirió una vivienda en Villa Fontana, una zona exclusiva residencial de Managua.

Por su parte, el diputado sandinista Gustavo Porras compró una hacienda ganadera valorada en US$148.000 en el municipio de Muy Muy, conocido como el corazón lechero de Nicaragua. Y el presidente del Consejo Supremo Electoral, Roberto Rivas, aliado del presidente Ortega y señalado por fraguar el presunto fraude denunciado en las elecciones municipales de noviembre pasado, tiene un jet privado con el que suele viajar a San José (Costa Rica), donde cuenta con una mansión valorada entre uno y tres millones de dólares.

Por si fuera poco, por encima de todos estos funcionarios se encuentra la familia Ortega. Los opositores acusan al presidente y a su esposa, Rosario Murillo, de manejar de forma discrecional la cooperación venezolana, que en 2008 ascendió a US$300 millones. Mientras estas denuncias salen a luz, Nicaragua, el segundo país más pobre de América Latina, se hunde en la pobreza.

Por Carlos Salinas Maldonado / Especial de El País,Managua

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