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Diez años sin ‘Chucho’ Bejarano

El 16 de septiembre de 1999 dos desconocidos asesinaron al profesor Jesús Antonio Bejarano.

Luis Eduardo Celis*
14 de septiembre de 2009 - 11:23 p. m.

El 16 de septiembre de 1999 dos desconocidos asesinaron al profesor Jesús Antonio Bejarano, quien ingresaba al edificio de Contaduría de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional, en Bogotá, a impartir su clase de Historia Económica de la Agricultura. Dispararon a la cabeza, sin mediar palabra.

Chucho, como lo llamaban sus amigos, era uno de los símbolos del esfuerzo de un país por salir de la espiral de violencia que por décadas nos ha acompañado.

Economista de la Nacional, maestro en desarrollo económico de la U. de Carolina del Norte y miembro de la Academia Colombiana de Economía, combinaba dicha disciplina con su pasión por la historia del país, asignatura que ayudó a construir también como presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).

De la mano de su interés por el desarrollo económico terminó involucrado en los temas de paz. En el gobierno de Virgilio Barco fue el segundo de Rafael Pardo, entonces Comisionado de Paz, a quien acompañó en la búsqueda de un  acuerdo con las Farc, en medio del exterminio de la Unión Patriótica. Esos intentos culminaron cuando se dio por terminada la tregua, luego de una impresionante emboscada a una patrulla militar del Batallón Cazadores de San Vicente del Caguán, en agosto de 1987.

Fue clave también en la construcción del proceso de paz con el M-19 —liderado por Pardo— y gracias a su labor discreta fue nombrado Consejero de Paz en el gobierno de César Gaviria. Desde ese cargo inició conversaciones con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar en Caracas y Tlaxcala (1991-1992), para ser reemplazado por Horacio Serpa, en un intento de Gaviria por dar mayor fuerza política al proceso. Tras su paso como embajador en Salvador, que acababa de firmar acuerdos con la guerrilla del Fmln, regresó a la cátedra en la Nacional.

Pasados 10 años de su asesinato, no hay responsables por el crimen, aunque fueron varias las hipótesis que en su momento se manejaron, pues para la época —como hoy— el fuego venía de todos los sectores. De lo que no hay duda es de que su obra merece seguir siendo estudiada y sus aportes tenidos en cuenta para buscar solución a un conflicto del cual no terminamos de salir.

*Coordinador de Política Pública de Paz, Corporación Nuevo Arco Iris.

Por Luis Eduardo Celis*

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