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Ecoetiquetas, el planeta en sus manos

Mientras más consumidores exijan productos amigables con el medio ambiente, las empresas tendrán que entrar en la onda verde.

Pablo Correa / Enviado especial, Buenos Aires
21 de octubre de 2009 - 09:46 p. m.

“Isabel Allende y José Saramago no permiten que se imprima ninguna de sus novelas si no es en papel certificado con el sello FSC (Forest Stewarship Council)”, cuenta Emiliano Ezcurra, coordinador en Argentina de esta iniciativa mundial que otorga certificados a las empresas madereras que cumplen con estrictos controles ambientales y sociales.

El sello FSC es uno de los tantos que comienzan a aparecer en la barriga de los productos de supermercados, almacenes de cadena, restaurantes, incluso en los mercados financieros. Son la garantía para que los consumidores se enteren de que lo que están llevando a sus casas no es un atentado contra los bosques tropicales en Indonesia o Colombia, que en su elaboración no trabajaron menores de edad o que no se arrebataron violentamente tierras a indígenas o familias campesinas en algún lugar del planeta.

En Europa, EE.UU. y Japón cada día son más las personas que van de compras pensando en contribuir en la batalla contra el cambio climático y los desastres ambientales. En Colombia apenas comienza a sentirse con fuerza esta tendencia. Por ejemplo, mientras en países como Inglaterra ya se han otorgado más de 100 certificados FSC y se vigilan más de un millón y medio de hectáreas de bosque, en el país apenas se han emitido cuatro certificados para un total de 94.453 hectáreas.

La historia de FSC es un buen ejemplo de lo que está pasando por la mente de la nueva generación de empresarios y consumidores. “FSC empezó en 1993 de un encuentro entre las ONG Greenpeace y WWF con empresarios madereros de Oaxaca, México”, cuenta Ezcurra. Cansados de ser señalados por sus acciones contra los bosques, los empresarios les preguntaron a miembros de estas organizaciones qué podían hacer para evitar las críticas. De ese encuentro surgió la idea de crear un consejo que otorgara certificados confiables y estímulos para los amigos del medio ambiente. Hoy, la FSC tiene su sede en Bonn, Alemania, y trabaja en 82 países.

“Estamos cambiando el mundo”, dice Ezcurra, “hay mercados en los que si no tienes el sello FSC simplemente no entras”. Multinacionales de muebles y accesorios para hogares, como Home Depot o Ikea, no compran a nadie que no certifique el manejo de sus bosques.

Pero la tarea para los consumidores no sólo es buscar en sus productos algún sello de calidad ambiental, sino también aprender a distinguir cuáles son verdaderos y cuáles no. Muchas empresas han inventado sus propios logos “amigables con el medio ambiente”, pero sin el respaldo de ninguna entidad confiable.

Por Pablo Correa / Enviado especial, Buenos Aires

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