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“He vivido con todos los juguetes”: Alejandro Martínez

Después de 20 años de carrera musical y actoral ininterrumpida, se considera un galán otoñal muy atractivo.

El Espectador
11 de noviembre de 2009 - 10:00 p. m.

¿Cómo describe el nuevo disco?

Está hecho desde el silencio del alma.

¿Qué tiene de novedoso?

Un sonido actual, romántico, pero también con un poco de bachata y son.

¿Le irá tan bien como al anterior?

Yo creo que sí, fue hecho para ser fácil de digerir y oír.

¿Qué le falta a la música en Colombia?

No le falta nada, lo que le falta es difusión, más facilidad para los artistas de sonar en radio.

¿Cómo logra mantenerse en el medio?

Es cuestión de actitud, trabajo y responsabilidad más allá de suerte y talento.

¿Todavía se considera sexy?

Ahora soy un galán otoñal muy sexy.

Lo mejor de los 90.

La juventud y la energía que no para, espero que me aguante hasta el 3000 por lo menos.

¿Por qué ha estado alejado de las cámaras nacionales?

Tuve la oportunidad de trabajar en Europa y Argentina.

¿Teatro o televisión?

Me quedo con todo lo que sean artes escénicas, no hay que descalificar ninguna.

¿Dónde dejó la comunicación social?

Es una base que permite tener un bagaje cultural y relaciones públicas.

El mejor director que ha tenido.

Víctor Mallarino.

¿Quién le gustaría que lo dirigiera?

Sergio Cabrera.

¿En qué se parece Cristóbal a usted?

En lo terco.

Un recuerdo del coro del Conservatorio Nacional.

La presentación en el León de Greiff con la Filarmónica de Bogotá, eran temas religiosos en latín.

La canción que lo inspira.

Las de Luis Alberto Spinetta; considero que es el verdadero papá del rock en español.

Su mentor.

Yo mismo.

La canción suya que más le gusta.

Todas son como mis hijas, pero podría decir que El testarudo, en el último disco, es mi esencia.

¿Cómo le fue en el viaje hasta Chile en carro?

Superbien a pesar de que es pesado. Viajé con mi mujer sin mayores pretensiones de llegar tan lejos. El plan era levantarse y ver un horizonte diferente todos los días y eso hicimos.

Una anécdota de esa travesía.

En Perú se nos estaba acabando la gasolina y sin buscar llegamos a un oasis que hay en el desierto de Huacachina, está lleno de cafés y hoteles muy baratos.


¿Por qué decidió participar en el ‘reality’ húngaro?

Hubo una convocatoria en este país y quedé, tuve la oportunidad de conocer Budapest. Para el programa también grabamos en Leticia y Cartagena.

¿Qué fue lo que más le impactó de Hungría?

Las mujeres, son muy bellas.

¿Cómo le fue haciendo de cura?

Fue un personaje agradecido y me llenó. Conocí más del rito católico.

El personaje que menos le gustó.

He sido de buenas,  acepto un proyecto cuando sé que el personaje va para algún lado, además no hay personajes pequeños sino actores mediocres.

El que más recuerda.

Federico Villegas de la Concha en Pobre Pablo.

Y Carmela, su yegua, ¿si es mansa?

Es divina, incluso fue la modelo de la portada del disco.

Lo que más le gusta de su finca.

El silencio y la paz, estar con mis caballos y mi perro. En ese lugar encajo con todo.

Una ilusión.

Ver a mi hijo crecer y tratar de que haga su vida lo más libre y tranquilo.

Su frustración.

Me considero un tipo realizado, coherente y consecuente con mi carrera.

Un defecto.

Soy impaciente.

¿Psicorrígido o perfeccionista?

Responsable.

Un compromiso.

No me gustan los compromisos.

¿Qué le saca la piedra?

La forma de pensar de los colombianos, a veces somos muy egoístas.

¿Cómo se tranquiliza?

Nadando, otra gran pasión.

¿De qué se arrepiente?

De nada, he vivido con todos los juguetes.

El mayor logro de su carrera.

Estar dando lora.

Por El Espectador

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