El Magazín Cultural
Publicidad

¿Para quién es este país?

Fernando Arias trae una serie de obras que cuestionan los poderes con ironía y humor.

Sara Araújo Castro
03 de diciembre de 2009 - 10:59 p. m.

Hace algunos meses cuando Fernando Arias encontró a Raúl, un artesano que hace tapetes en punto ruso, y le dio el diseño que tenía que tejer, el humilde hombre se sintió intimidado. Pensó que las águilas negras revoloteando sobre el escudo nacional eran la señal de una macabra filiación de su cliente con las bandas de asesinos. Arias no sólo le explicó que se trataba de un objeto de arte, sino que se convirtió en su mecenas y consiguió, a través de su fundación, que un banquero financiara la casa de Raúl  a cambio de una obra diseñada por el artista y elaborada por él.

Esta es una de las obras que forman parte de la muestra País para quién sobre el rol de los cuatro poderes en la cotidianidad. Ningún lugar como la vieja casona de Mapa Teatro, en plena 23 con 7ª, con toda su solemnidad republicana raída para albergar las duras críticas de Fernando Arias al sistema de poderes político, judicial, militar y religioso en los que se para nuestra sociedad.

Arias no es un artista elemental ni plano, su interés social y crítico es genuino. No oportunista. Por el contrario, ha encontrado en distintos momentos de su vida las maneras más creativas para llamar la atención sobre temas que lo tocan pero no dejan de ser universales. Es el caso de la relación compleja entre artistas y coleccionistas que ilustró con ¿Quién da más?, la obra que propuso con el galerista Carlos Alberto González en la feria española Arco 97: Arias subastaba un pedazo de su piel tatuada. En el estand de la feria estaba la foto con la ingle firmada y se anunciaba que quien ofertara más se llevaría el pedazo de piel del artista en formol con su firma. Si tan importante es una firma, ahí la tienen con todo y piel, era su manera de decir. Así también ha criticado el significado de la nacionalidad y el pasaporte colombiano con la obra Paz Aporte, o con la instalación Seropositivo, que cuestiona el manejo que se le ha hecho al tema del sida.

Arias empezó como diseñador gráfico con la creación de imágenes transgresoras, sin pretensiones de artista, hasta que los demás  reconocieron este estatus, que hoy lo pone como uno de los mejores del arte contemporáneo del país. Esa curiosidad, esa insatisfacción, el sentido crítico y el humor con el que está dispuesto a acercarse a los temas sobre los que trabaja, le dieron los elementos para la muestra, ubicada en esa casa desvencijada que podría simbolizar nuestra propia patria: en donde se recibe la donación de cenizas de una persona que esté muy cercana a la muerte para una escultura —ironizando la incertidumbre propia de la violencia que nos aqueja—. En donde el término “izar bandera” recupera el sentido infantil pero machista y falocrático de una erección; en donde antes que Derechos Humanos hay Humanos derechos, videoinstalación en la que cuatro actores del conflicto se despojan de sus uniformes y así de sus ideologías o prejuicios ante una cámara.

Ahí, también, hay un salón del poder en donde se encuentran un escudo en forma de bala, otro con águilas negras que representan otros símbolos patrios.

Tratar de describir el trabajo de Arias, curador del Salón Regional Micro Macro, le quita vitalidad, pues la obra habla por sí sola, no necesita explicaciones: es conceptual pero no incomprensible. Es cáustica pero no por eso menos bella. Cuestiona y se ríe. Probablemente eso ha llevado a centenares de personas a cruzar el umbral de la puerta de la casona para ver algo que no se queda pegado a las paredes sino que se va con cada uno.

Por Sara Araújo Castro

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar