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Para Jordan McFarland, un joven de 14 años oriundo de Virginia, su vida cambió hace pocas semanas luego de que recibiera la vacuna contra la gripe H1N1. Tan solo pasaron unas cuantas horas para que su cabeza estallara en dolor, su cuerpo se debilitara y sus músculos se entumecieran. Luego de regresar de urgencias al hospital infantil Inova Fairfax en Falls Church, Virginia, y de ser sometido a rigurosos exámenes, el diagnostico fue devastador para él y su familia. Jordan había desarrollado el síndrome de Guillain-Barre. El GBS, como se le conoce, es un extraña enfermedad autoinmune la cual afecta al sistema nervioso periférico como resultado de un proceso infeccioso.
El joven estudiante de secundaria, cuya historia ha conmovido al país entero, hace parte del grupo de 14 casos reportados de personas con efectos secundarios por la vacuna. Autoridades en Francia, Suiza, Japón y China han reportado un número considerable de casos de personas con efectos adversos, en los que hay inclusive una decena de muertos por la misma causa.
¿Será peor la cura que la enfermedad?, se pregunta Meryl Nass, miembro de la junta de médicos internistas de los Estados Unidos. “¿Que si la vacuna es segura? Es imposible conocer la respuesta. Lo que me preocupa es que se hayan suministrado millones de dosis en el mundo entero sin ningún estudio científico que respalde que ésta es completamente segura” explica Nass, quien añade que no planea recibir la inmunización.
Aunque oficiales del departamento de salud y algunos medios de comunicación en Estados Unidos han calificado de irresponsables y agitadores a quienes vinculan la vacuna con los casos de GBS y muertes, han sido los mismos trabajadores del sector de la salud, en distintos lugares del país, los que han levantado dudas oponiéndose rotundamente a recibir la vacuna.
Por su parte, la administración Obama, sumergida en plena reforma a la salud, donde fabricantes de la vacuna como GlaxoSmithKline, AstraZeneca, Novartis, Sanofi-Aventis, entre otras 25 compañías más, hacen parte de la ecuación, no ha hecho nada por saldar la controversia. Un lánguido comunicado en el que se informó que Sasha y Malia Obama habían recibido en privado la vacuna, ha levantado aún más suspicacias.
“Como madre esperaría que el presidente y demás oficiales de alto rango se pongan la vacuna de cara al público. Pues sí es tan segura como dicen, ¿por qué no lo hacen?”, se pregunta Laurance Volkow, una neoyorquina madre de dos niños, quien a pesar de haber recibido el consejo de su médico de que los inmunice, se rehúsa a hacerlo.
Hasta el momento se han suministrado 65 millones de dosis en más de 16 países. Las cifras seguirán subiendo, porque en los próximos meses, millones de vacunas llegarán a 40 nuevos países, incluido Colombia.