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El Alcalde sin despacho

Son muchas las razones que tiene Antonio Ledezma para querer que se acabe 2009.

Maye Primera / Caracas
29 de diciembre de 2009 - 09:03 p. m.

Si alguien espera con ansias que termine 2009 es Antonio Ledezma. Duró muy poco la alegría que le supuso su inesperada elección como alcalde Mayor de Caracas, el 23 de noviembre de 2008. Porque los 12 meses que siguieron han sido un calvario: tuvo que enfrentar el despojo, por parte del gobierno de Hugo Chávez, de casi todas sus atribuciones como alcalde; estuvo cinco días en huelga de hambre para protestar la medida; fueron detenidos sus colaboradores más cercanos por manifestar en las calles; el poco dinero que le transfirió el Estado quedó atrapado en los bancos intervenidos por el gobierno; y una de sus escoltas fue asesinada cuando un par de delincuentes intentaban robarla. Y sin embargo, él dice tener esperanzas de que en 2010 todo será mejor.

El año pintaba mal desde el comienzo. Durante la noche del 17 de enero un grupo de simpatizantes del chavismo tomaron por asalto el Palacio Municipal, donde funcionaba la Alcaldía Mayor de Caracas mientras la ciudad era gobernada por el chavismo. “Somos malos perdedores”, “Ledezma fuera”, decían los grafitis pintados por los tomistas sobre las puertas cerradas del Palacio, rebautizado como Edificio de la Resistencia Popular Revolucionaria.

El 7 de abril de 2009, la mayoría parlamentaria del Partido Socialista Unido de Venezuela aprobó la Ley Especial sobre la Organización y Régimen del Distrito Capital. Entre otros cambios, esta ley le otorgó al presidente Chávez la potestad de nombrar a un jefe de gobierno para Caracas, que contaría con casi todas las atribuciones, los bienes y 90% del presupuesto que hasta entonces tenía el alcalde mayor. Entre los “bienes” se encontraba el Palacio Municipal, donde ahora funciona el despacho de Jacqueline Faría, la jefa de gobierno nombrada por Chávez poco después de promulgar la ley. Días antes de que Antonio Ledezma asumiera su cargo, el 7 de diciembre de 2008, un decreto del gobierno ya lo había despojado del control de la Policía Metropolitana y de varios hospitales que estaban bajo su jurisdicción.

Ledezma calificó este conjunto de medidas como un “golpe de Estado”. Convocó protestas ante la Asamblea Nacional, denunció su situación ante el Tribunal Supremo de Justicia. Pero no recibió respuesta. Ni tampoco dinero: al menos desde el 31 de mayo y hasta principios de julio, más de 15.000 trabajadores adscritos a la Alcaldía Mayor no cobraron sus sueldos, según Ledezma, porque el gobierno central se negaba a transferir el dinero que necesitaba para pagarles.

Sin despacho ni presupuesto, el 3 de julio Antonio Ledezma decidió declararse en huelga de hambre dentro de la sede en Caracas de la Organización de Estados Americanos (OEA) para llamar la atención de los países de la región. “¿Qué más me van a quitar? ¿Los pocos cabellos que me quedan en la cabeza? Estaré aquí hasta el último instante de vida que me quede, si la comunidad internacional y la OEA no reaccionan”, dijo al comenzar la huelga. Antes, el 24 de junio, se había reunido con el secretario general de OEA, José Miguel Insulza, para plantearle su situación y pedirle acciones inmediatas y no solidaridad “post mortem”. Al quinto día sin probar alimento, Ledezma fue trasladado de emergencia a un hospital, donde estuvo recluido tres días.

En noviembre, el gobierno finalmente accedió a pagar más de US$6.500 millones que adeudaba a la Alcaldía Mayor. Pero depositó el dinero en uno de los cuatro bancos que, el mismo día, fue intervenido por el Estado. “Recibimos el aporte el pasado viernes 20 de noviembre, pero lo mandaron al Banco Canarias”, explicó Ledezma. “El siguiente lunes 23 de noviembre le solicitamos al banco que nos regresara el dinero, pero se negaron a regresarlo. El dinero de los trabajadores está represado en ese banco”.

El 2009, además, se despide con luto. La noche del 14 de diciembre Ledezma recibió la noticia de que habían asesinado a una de sus escoltas, minutos después de que terminara la cena de Navidad de la Alcaldía. Se llamaba Ledyz Díaz, tenía 35 años de edad y cinco hijos. Dos chicos le dispararon para robarle unos juguetes que le habían regalado en la fiesta.

Con este balance de fin de año a cuestas, ¿podría alguien tener más razones que Antonio Ledezma para desear que 2009 termine de una buena vez?

Por Maye Primera / Caracas

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