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Pero sigo siendo el Rey

Pisó por tercera vez El Campín, para ser ovacionado como en el 68 y el 83. Vio el clásico Santa Fe-Millos, que ganaron los azules.

Fabián M. Rozo Castiblanco
17 de enero de 2010 - 09:07 p. m.

Aunque la convocatoria no fue tan multitudinaria como había ocurrido en sus dos presencias anteriores en Bogotá, cuando vino con Santos como jugador activo o de invitado principal a la Caminata de la Solidaridad por Colombia, algo quedó demostrado con la presencia de Pelé el domingo en Bogotá: el aprecio, respeto y admiración que despierta el brasileño continúan, tal cual su figura, intactos.

Bastó con que asomara el inconfundible biotipo moreno por el sector de maratón, para que el papel picado brillante iluminara aún más semejante estrella y los cerca de 35 mil asistentes a El Campín se pusieran de pie y no se cansaran de aplaudir al ‘Rey del Fútbol’, que correspondía con los brazos en alto.

Pero como lo de él ha sido, es y será la pelota, fue en busca de los futuros colegas, esos que ni siquiera habían nacido cuando él dejaba los cortos y a cuya mayoría la pantaloneta les sobrepasaba las rodillas, igual que a él en el Mundial de Suecia 58, donde con apenas 18 años levantaría su primera Copa.

Pelé entonces hizo a un lado el protocolo del saludo de mano, para abrazar uno a uno a los juveniles de Santa Fe y Millonarios, que le brindaron un entretenido clásico capitalino que a punto estuvo de empañarse por algunos desadaptados.

Lo único para olvidar de la memorable tarde bogotana fueron los enfrentamientos entre algunos seguidores azules antes y durante el encuentro al costado norte del estadio, los cuales comprueban la división interna de la barra brava, que ni siquiera respetó al mejor futbolista de todos los tiempos.

Además, un sector insultaba al técnico albiazul, Luis Augusto García, y tal vez por eso ‘El Chiqui’ aplaudió tanto como el invitado de honor a José Cuero, cuando al quinto minuto aprovechó una asistencia perfecta de Cristian Subero, de esas que hacía el astro brasileño con la 10 de Santos, Brasil o Cosmos de Nueva York, para sacudir la red cardenal.

Emociones advertía el tempranero uno a cero y apenas 12 minutos después del primer grito en el Nemesio, el albirrojo Héctor Salgado eludió a cuanto rival se le atravesó —como Pelé solía gambetear—, remató al palo y el rebote lo aprovechó Juan Nieto, quien se apuntó la igualdad.

Junto a su hijo Joshua, de 13 años, y su manejador, ‘O Rei’ vio en el palco de honor de la Alcaldía cómo los embajadores se impusieron finalmente 2-1 con golazo de Subero. “Hay mucho futuro, cuiden a estos muchachos”, le confió al alcalde Samuel Moreno antes de volver al campo de juego.

Vino ya la ceremonia de premiación y una ovación más que jamás sobrará para el brasileño, quien anoche mismo regresó a Sao Paulo y  en poco más de dos días en Bogotá hizo cobrar vigencia a la frase según la cual, “la diferencia entre Edson Arantes do Nascimento y Pelé es que Edson va a morir y Pelé será inmortal”.

Por Fabián M. Rozo Castiblanco

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