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Nuestras torres gemelas

La estructura tendrá 240 metros de altura (66 pisos) y se convertirá en el motor de desarrollo para la renovación del centro de Bogotá.

Jairo Chacón González
06 de febrero de 2010 - 10:00 p. m.

Hace un año tres empresarios de la construcción y del mercado inmobiliario en España, y otros países del mundo, vieron en el tradicional Hotel Bacatá, en el centro de Bogotá, el lugar ideal para transformarlo y convertirlo en un producto de élite de la ciudad.

Estructuraron el proyecto y las ideas volaban entre Bogotá y Madrid. Pero en lugar de aterrizarlas, éstas tomaban más vuelo cada día.

Lo que inicialmente era una idea para modernizar el hotel y convertirlo en uno de cinco estrellas, empezó a tomar cada vez más altura, pero no sólo en metros, sino en pesos.

Luego de muchas jornadas de trabajo se estructuró la idea de demoler el actual hotel y construir allí un complejo destinado a comercio, vivienda, oficinas y un gran hotel. Pero cuando llegó a la mesa de diseño del arquitecto español Alfonso Balaguer el proyecto tomó más altura. Delineó y definió un complejo que le cambiará la cara al centro de Bogotá y que será el motor de renovación de la Atenas Suramericana y, por qué no, del país.

Pero esta iniciativa, de la cual se dice que será el proyecto inmobiliario más importante para Colombia en 2010, cuyo costo superará los $240 mil millones y que será la torre más alta del país, con 66 pisos, no es una gran apuesta económica, sino un proyecto con un gran componente social.

Cuando Venerando Lamelas, Juan Abadías y Francisco Martín tomaron la decisión de embarcarse en este proyecto, la noticia se regó como pólvora por cada rincón de los 15 pisos del Hotel Bacatá, que el pasado viernes cumplió 42 años de haber abierto sus puertas.

Fue Venerando el encargado de informar a los 105 empleados la determinación de demoler el edificio para construir el proyecto BD Bacatá, una obra vanguardista como las que existen en otras ciudades del mundo.

Para ello llamó a Fernando Sáenz, actual gerente del hotel y sobrino del fundador, y le pidió que dividiera el personal en grupos de a 35 personas.

“Había gran expectativa por la suerte que correríamos, pues si se iba a tumbar el hotel, nos íbamos a quedar sin puesto. Pero luego de 15 minutos de escuchar al doctor Venerando, el rostro nos cambió. Fue increíble. Nos dijo que lo más importante de este proyecto era el factor humano y que por ello nos quería tener a todos mientras que pasábamos el desierto”, explicó uno de los empleados que quiso mantenerse en el anonimato.

El empresario repitió tres veces el mismo discurso, el cual muchos no creían, pues recibir sueldo durante el tiempo en que se construía el proyecto era algo muy raro. Pero hoy son conscientes de que es una verdad que estará con ellos durante tres años.

Pero, ¿qué haremos mientras tanto? Fue una de las preguntas que hizo una empleada al empresario. Éste respondió que mientras se inicia la demolición, se creará una fundación a la cual pertenecerán todos los funcionarios, desde el cocinero hasta el gerente.

Cada uno de los empleados recorrerá los ancianatos, hogares comunitarios y centros de atención y jardines infantiles para capacitar a la gente en la preparación de alimentos, cómo tender una cama correctamente, cómo lavar mejor las prendas, entre otras prácticas.

Libia Patarroyo, la jefa de lavandería del hotel, quien hoy tiene 65 años, buscará contar los secretos de cómo sacar las manchas y hacer el mejor planchado de una camisa. Este será el trabajo de los 105 empleados un día después de que se dé la orden de cerrar el hotel para iniciar su demolición.

¿Quiénes son estos tíos?

La presentación del proyecto descrestó a propios y a extraños. Una obra de estas características en Bogotá y justo en el centro de la ciudad.


En uno de los salones del Hotel Bacatá, con la presencia de los empresarios, acompañados de un séquito de colaboradores, se rompió el telón para dar paso a la iniciativa que pretende cambiar los ladrillos cocidos por cristales transparentes que permitan convertir este lugar en un ícono de la Bogotá del pasado, en referencia del siglo XXI.

Los inversionistas son empresarios de la construcción que han desarrollado importantes proyectos en Europa, especialmente en Barcelona, su base de operación.

Juan Abadías es el presidente del Grupo Preico, que actualmente tiene inversiones en Bulgaria, México, Panamá, República Dominicana, Lima y Bogotá, donde adelanta dos proyectos.

En la calle 101 construye la Torre Borne, un edificio de vivienda cuya inversión es de $20 mil millones. También adelanta un desarrollo similar en el sector de La Candelaria, donde construirá 100 viviendas.

La idea de venir al centro de Bogotá para poner en marcha este proyecto es que se convierta en el motor de la renovación de la zona, como ha ocurrido en ciudades como Marbella o Barcelona, explicó Abadías.

Los otros actores del proyecto son Venerando Lamelas Fernández, promotor y constructor inmobiliario, y propietario de BD Promotors, con sede en Barcelona. De igual manera, de la megaobra forma parte Francisco Martín Villanueva, dueño de MRW, una empresa de correo en España.

Por los pasillos del Bacatá

Los viejos pisos del Bacatá, donde el presidente Álvaro Uribe se hospedó cuando era estudiante, donde dos huéspedes murieron, uno en una tina luego de un infarto y otro que antes de suicidarse pagó la cuenta, y donde una de las agentes de seguridad de los empresarios españoles se casó, se transformarán en una moderna estructura de 240 metros de altura, que la convertirán en el rascacielos más alto de Latinoamérica.

Atrás quedarán las duras jornadas que tuvieron todos los empleados que en 1985 atendieron a más de 200 deportistas discapacitados extranjeros que participaron en Abilimpic; que durante 10 días se convirtieron en mamás y papás de los deportistas a quienes incluso tuvieron que darles los alimentos porque muchos de ellos no tenían manos.

Además de soportar las largas jornadas para atender las grabaciones de las novelas como Gallito Ramírez y El fantasma del Gran Hotel, las reuniones políticas del ex presidente Belisario Betancur o las visitas de cantantes como Raphael, Celia Cruz, Miguel Bosé y los conciertos de Claudia de Colombia.

Lo cierto es que en julio de este año los ruidos fantasmagóricos, que dicen haber escuchado algunos huéspedes, se convertirán en un recuerdo polvoriento del Hotel Bacatá, ubicado en la calle 19 con carrera 5ª.

Por Jairo Chacón González

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