La minería es el sector que está jalonando el crecimiento de las economías peruana y chilena, las mismas que han mostrado las tasas más altas de crecimiento en la región. Colombia podría ir por ese camino, pues tiene grandes potenciales no sólo en carbón y níquel, sino también en oro y cobre, entre otros.
La minería ha sido estigmatizada porque esta actividad consiste en la explotación de un recurso no renovable, no genera mucho empleo, a las regiones productoras no les ha quedado mucho después de agotado el recurso, impactos ambientales negativos se han visto en algunos proyectos, genera “enfermedad holandesa” por la apreciación del tipo de cambio que induce. Además, el pasado colonial dejó un mal sabor en torno a la explotación del oro por parte de los españoles.
Sin embargo, la minería ha sido el motor del desarrollo de naciones como Canadá, Australia o Sudáfrica. Los eslabonamientos hacia atrás y hacia delante de la minería en esas naciones se tradujeron en creación importante de empleo y de riqueza. Vancouver, en Canadá, sede de los actuales Juegos Olímpicos de Invierno, es una ciudad que nació y se desarrolló inicialmente en torno a la minería.
¿Qué requerimos en Colombia para que la minería dé el salto y se convierta en motor de progreso? Parte del camino ya se ha recorrido: garantizar la seguridad en las regiones mineras y un régimen no discriminatorio a la inversión extranjera. Pero eso no es suficiente. Es imperativo modificar el régimen de regalías a las regiones productoras, pues estos recursos han sido fuente de corrupción y despilfarro. Una priorización de proyectos de beneficio general a ser ejecutados con los recursos de las regalías sería necesaria para mejorar en ese frente. Esa debería ser una labor efectuada por las secretarías de Planeación departamental en conjunto con el Departamento Nacional de Planeación. De otra parte, establecer obligatoriamente fondos de ahorro a las regalías.
*Director del Centro de Estudios Regionales Cafeteros y Empresariales (Crece).