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Metallica: una especie de monstruo

En concierto en el Parque Simón Bolívar el próximo miércoles 10 de marzo.

Santiago La Rotta
06 de marzo de 2010 - 03:13 a. m.

Bogotá, 1999. James Hetfield, Kirk Hammett, Lars Ulrich y Jason Newstead se subieron al escenario. A los pies de la tarima se extendía un inmenso hueco negro que contenía el aliento ansioso de más de cien mil personas, varias generaciones de rockeros que habían vivido casi exclusivamente para ver ese momento. La primera nota reventó en el Parque Simón Bolívar y de ahí la música subió hasta la inmortalidad de la historia. Desde ese día, 2 de mayo de 1999, la fecha quedó enmarcada como uno de los hitos dorados de los espectáculos musicales en el país, un duro rasero para comparar asistencia de público y agresividad en vivo.

Eran días en que Colombia era territorio inexplorado para el selecto grupo de bandas que tocaban un día en Londres y al siguiente en Nueva York. En una época en que el estigma de ser uno de los mayores exportadores de droga del planeta pesaba aún más que hoy, Hetfield y compañía, desatendiendo las preocupaciones bienintencionadas de sus familiares y compañeros, confirmaron: Metallica va a Bogotá.

Algo parecido hicieron en 2003, cuando dijeron que la banda se presentaría en la prisión de máxima seguridad de San Quentin, en California (Estados Unidos), como parte del rodaje del video de la canción “St Anger”, tema del disco que lleva el mismo nombre. El video se rodó y los presos tuvieron que pasar saliva cuando James Hetfield, uno de los mayores íconos de la música pesada, les dijo: “Si no fuera por la música yo estaría debajo de este escenario entre ustedes”.

La palabra no es imprudencia: es tenacidad. Tenacidad porque el 27 de septiembre de 1986 Cliff Burton, entonces bajista de la banda y parte fundamental de la misma, murió en una carretera de Suecia y Hetfield, junto con Ulrich y Hammett, después de llorar la muerte de Burton y beber hasta la inconsciencia días enteros, decidió que Metallica seguía adelante. Reclutó rápidamente a un nuevo bajista, Jason Newstead, que llenaría estadios y menearía el pelo durante 15 años, antes de anunciar su retiro de la banda en 2001.

La palabra es persistencia, incluso terquedad, cuando Hetfield volvió a subirse al escenario el 25 de agosto de 1992, 17 días después de que un operario descuidado liberó una llamarada de miles de grados de temperatura sobre él mientras sacudía los cimientos del estadio olímpico de Montreal. James sufrió duras quemaduras de segundo y tercer grado en un brazo y parte del cuerpo.

Estaban en uno de sus mejores momentos, dando concierto tras concierto con la boletería agotada durante la gira promocional del álbum de 1991 titulado “Black”. El disco negro de Metallica se convirtió en una referencia obligada dentro de la historia musical con más de 15 millones de copias vendidas y un repertorio de canciones que hacen pensar que el “Black” más que un disco nuevo era una recopilación de cañonazos.

Pero no todas las giras deben tener un disco detrás, la motivación comercial de hacer mercadeo en vivo. “Summer Sanitarium”, realizada en 2000, fue una gira hecha por tocar no más. “Vengan a vernos, somos demasiado buenos”, debieron decir en los camerinos Hetfield, Ulrich, Newstead y Hammett.

Metallica es aquel tipo de bandas que puede permitirse casi todo. ¿Cortarse el pelo, en contravía de todos los mandatos del rock pesado y el metal?: Sí, claro, ¿por qué no? ¿Experimentar peligrosamente haciendo un disco doble con el acompañamiento de una de las mejores orquestas sinfónicas del planeta, y que aún suene pesado, imponente, crudo?: Por supuesto. ¿Que el baterista entable una demanda contra uno de los servicios de descargas de internet más populares del mundo, y ser odiados por esto?: Absolutamente. ¿Exponerse a ser vistos acudiendo a un psicólogo en un exitoso documental de más de dos horas; ellos, algunos de los tipos más rudos en el escenario, que han cantado desde 1983 “Te busco en la ciudad para tener una pelea contigo”: Sí, lo hicieron en 2002 y 2003 mientras se rodó la cinta “Some kind of monster”, que los mostró en una faceta inusualmente humana y frágil, pero aún pateando amplificadores o tirándose las puertas en las narices.

En momentos en que la partida del bajista Newstead aún estaba fresca, en medio de un proceso de grabación sin un rumbo muy claro, con un vocalista desaparecido en alguna institución de rehabilitación (¡por fin!), Metallica salió del agujero con “St Anger”, su disco de 2003, que los volvió a poner en la portada de las revistas y en el corazón de las nuevas generaciones de rockeros que contemplaron la posibilidad de volver a ver a la banda en vivo para romperse el cuello.

El monstruo, la bestia, el mito vuelve a Colombia 11 años después de su primer concierto, para hacer cimbrar de nuevo los cimientos del Parque Simón Bolívar el próximo miércoles 10 de marzo.

La palabra el miércoles será: dicha, de nuevo.

Por Santiago La Rotta

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