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La última orden de ‘Marulanda’

Ataques guerrilleros de los últimos días preocupan a las autoridades. Se extreman las acciones de inteligencia. Las Farc quieren desacreditar la seguridad democrática, torpedear elecciones y cumplir deseos de su máximo jefe.

María del Rosario Arrázola
27 de marzo de 2010 - 10:00 p. m.

Las Fuerzas Armadas están en estado de alerta. El pasado viernes, el general Freddy Padilla de León reconoció que está en marcha un plan de las Farc para desestabilizar las elecciones presidenciales y de paso desacreditar la política de seguridad democrática. Pero el asunto es más grave aún. La amenaza va más allá pues al parecer el objetivo de la guerrilla es despedir el gobierno Uribe con una ofensiva generalizada que le permita demostrar que la fuerza insurgente no está derrotada y tiene capacidad de ataque.

Si bien los analistas de inteligencia creen que el asesinato de dos policías en una carretera del Valle, el ataque a un campo petrolero en el Meta o el incendio de automotores en la vía Cali-Buenaventura son parte de la estrategia de las Farc, la mayor preocupación de las autoridades radica en saber que la guerrilla pretende darle cumplimiento a la última orden de su extinto comandante, Manuel Marulanda Vélez, que no han podido cumplir por la ofensiva militar en su contra, pero que buscan reanudar.

El Espectador conoció el contenido de esa orden. Los organismos de inteligencia la detectaron en varios de los computadores incautados a mandos medios de la guerrilla en varios operaciones militares, y de ella se desprende que Marulanda Vélez, semanas antes de morir, estaba empecinado en darle un golpe contundente a la seguridad democrática del gobierno Uribe a través de una acción antiaérea perpetrada por unidades del bloque oriental de las Farc, al mando de Jorge Briceño, alias Mono Jojoy.

En el documento enviado a los miembros del secretariado, Marulanda alcanzó a comentar que seguía alistando unidades estratégicas para modificar ciertas reglas de la guerra a través de golpes de importancia. Y posteriormente agregó: “El bloque oriental está en condiciones de planear una acción grande y, si contamos con los elementos necesarios, cuanto mejor, menos costosa saldrá la acción donde podamos de un solo golpe bajarnos unos diez aparatos voladores”.

En otras palabras, en opinión de los organismos de inteligencia, la última orden de Marulanda Vélez, semanas antes de su muerte en marzo de 2008, fue concretar los planes trazados para atacar aeronaves oficiales. Según comentó un oficial de las Fuerzas Armadas, esta circunstancia podría explicar el ataque del que fue objeto un helicóptero del Ejército este viernes a nueve kilómetros de La Julia, en la región de La Macarena (Meta). La aeronave fue impactada por las Farc.

Cierto o no, lo único claro es que a dos meses de las elecciones presidenciales y a cinco del relevo en la Casa de Nariño, se han extremado las medidas de seguridad en las distintas fuerzas del Estado, pues además del correo que por estos días aparece con más frecuencia, también existe la coyuntura de que en marzo se cumple el segundo aniversario de la muerte natural de Marulanda, y de la de Raúl Reyes e Iván Ríos, en distintas acciones de guerra y de violencia interna.

La alarma es tan clara que se ordenó incrementar la vigilancia en terminales aéreas de Putumayo, Caquetá, Arauca, Guaviare, Cundinamarca, Huila y, de manera particular, en las bases de Palanquero y Tolemaida, donde se concentra buena parte de la fuerza aérea. Incluso, la disposición de unidades de inteligencia es ampliar la cobertura a terminales aéreos de zonas rurales en áreas de conflicto, a fin de neutralizar un eventual ataque a aeronaves militares y civiles.

Si se evalúan los hechos de los últimos tiempos, salta a la vista que cada que se aproximan las elecciones presidenciales o concluye un gobierno, las Farc incrementan sus acciones. Por ejemplo, la antesala del relevo presidencial en 1998 fue especialmente dolorosa. De hecho, muchos oficiales y suboficiales de las Fuerzas Militares hoy secuestrados por las Farc fueron retenidos desde esa época. También fue violenta la transición gubernamental en 2002.

En otras palabras, como reza el refrán, soldado prevenido no muere en guerra. Los organismos de inteligencia saben que las Farc intentarán demostrarle al presidente Uribe que su política de seguridad democrática no fue suficiente. Y si bien existe la posibilidad de que sus acciones se concreten en las ciudades, es mayor el riesgo en las zonas rurales, y hacia esas áreas se está concentrando el despliegue militar que sea necesario para garantizar la transición democrática.

La amenaza del bloque Oriental

Si bien las Farc, a través de los últimos 40 años, han logrado presencia en las distintas regiones del país, sin duda su fortaleza se centró principalmente en las acciones del llamado bloque Oriental. Comandado por Jorge Briceño Suárez, alias Mono Jojoy, se trata de su frente de guerra más importante, con eje en la cordillera Oriental del país.

A finales de los años 90 su objetivo era llegar hasta Bogotá, desde los Llanos Orientales y el departamento de Huila, vía habitual para mover secuestrados. Una década después su poder ha sido disminuido y sus fuerzas están replegadas hacia zonas selváticas. Sin embargo, es claro que constituye una amenaza latente en toda la región centro-oriental de Colombia.

Por María del Rosario Arrázola

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